Un derrumbe amenaza la pervivencia de un palacio nobiliario protegido del siglo XV
El palacio de los González de Sepúlveda, situado en el despoblado de San Miguel de Neguera, fue declarado BIC en 2022
El paso del tiempo ha hecho mella en el palacio de los González de Sepúlveda, situado en el despoblado de San Miguel de Neguera, perteneciente ... a Sebúlcor. El inmueble, considerado como uno de los edificios civiles más antiguos de la provincia de Segovia, cada vez está más cerca de firmar su desaparición definitiva después de permanecer durante más de cinco siglos en pie. Un derrumbe ocurrido en las últimas semanas ha provocado la caída completa de una de sus fachadas, que presentan un estado ruinoso desde hace décadas, lo que supone una amenaza para la supervivencia del edificio en el futuro. El palacio, mejor conocido en el entorno más inmediato como la Casa Grande, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2022.
El reciente hundimiento de una de las paredes del palacio de los González de Sepúlveda, ubicado a las puertas del Parque Natural de las Hoces del río Duratón, ha indignado en gran medida a los habitantes de Sebúlcor y de toda la comarca. Este edificio de gran valor histórico ha sufrido una de las alteraciones más significativas de su esquema original, lo que pone en grave peligro la pervivencia del monumento, de ahí que multitud de vecinos hayan solicitado a la Junta de Castilla y León una intervención urgente sobre el bien patrimonial.
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Si bien es cierto que no hay constancia del momento exacto en el que se produjo el derrumbe, testigos en la zona calculan que el fatídico suceso -atribuido a la suma de años de «abandono»- tuvo lugar a mediados del verano. La fachada afectada permanecía en pie a principios de julio.
El origen del antiguo palacio de los González de Sepúlveda, que se levanta junto al cauce del río San Juan -afluente del Duratón-, se remonta a finales del siglo XV. El caserón perteneció a la familia homónima, uno de los linajes más importantes de la provincia de Segovia. Años más tarde, en 1526, Diego González de Sepúlveda fundó en este entorno el mayorazgo de El Barrio, nombre por el que todavía se conoce San Miguel de Neguera, que oficialmente se declaró despoblado a finales de la década de 1960. Su hijo fue regidor de la villa de Sepúlveda, que dio un impulso económico al lugar.
Legado nobiliario
La familia nobiliaria estableció su residencia habitual en el palacio y allí vivió durante largos años. Muestra de ello es que la portada principal de sillería del monumento, que custodia su máximo interés artístico, está rematada por un ventanal de arcos lobulados sobre el que se dispone el escudo de los González de Sepúlveda, sostenido entre las garras de un águila.
Este era el acceso a las estancias residenciales, en las etapas iniciales, y luego a la pequeña capilla que se dispuso para los habitantes en la localidad, pues no había una iglesia donde celebrar los servicios religiosos. La fachada en la que se encuentra este elemento patrimonial fue apuntalada hace casi dos décadas para evitar la caída de la pared, aunque eso no ha evitado la formación de una profunda grieta que va del techo al suelo y pone en peligro la estabilidad del inmueble.
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El singular edificio destaca además por su arquitectura gótica y pertenece a la tipología de palacio rural fuera de la villa. La titularidad es privada, según especifican fuentes del Ayuntamiento de Sebúlcor. Su valor histórico -que se une al sentimental- radica en que fue la unidad de producción en torno a la que se configuró San Miguel de Neguera, que llegó a contar con más de una veintena de familias asentadas dedicadas a la agricultura, ganadería y a la actividad molinera.
El palacio está formado por dos edificios y una serie de cercados anejos que lo envuelven, que se remontan a la época medieval, aunque hay añadidos más modernos. Esto se debe a que, cuando quedó vacío y perdió su carácter nobiliario, el caserío empezó a ser habitado por trabajadores del campo o molineros. «Terminaron viviendo dos familias; se entraba por el mismo sitio pero cada una tenía su cocina independiente, sus habitaciones en la planta superior... Esto era posible porque era una casa muy grande; quienes estaban allí eran los que mejor vivían», recuerda Jesús Pastor, uno de los últimos habitantes del despoblado.
Patrimonio enterrado
El derrumbe registrado estas semanas afecta al muro norte del caserón central, lo que ha dejado un reguero de daños. Las zarzas y todo tipo de maleza ahora crecen sin parangón junto a una montaña de cascotes, sillares y vigas de madera. Esto ha supuesto el hundimiento de varias plantas, el desconchado de paredes y la destrucción completa de ventanas. Incluso ha enterrado bajo los escombros una histórica pintura, que simulaba un hombre bebiendo de un botijo, y servía para marcar la ubicación de la salida del desagüe de la pila de fregar, confirma Pastor. «Era una cosa muy curiosa», asevera.
El interior del caserón ya lamentaba desprendimientos anteriores, principalmente causados por el impacto de temporales al no existir tejados ni cubiertas. No obstante, el mal estado de conservación también se relaciona con los expolios y actos vandálicos que se han sucedido, ya que la Casa Grande ha sido testigo de robos, hogueras y pintadas. Precisamente, hace poco más de un año los vecinos de Sebúlcor alertaron del hallazgo de un inmenso grafiti en la fachada este, el cual permanece intacto a día de hoy.
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Es un aspecto que preocupa en el municipio, pues desde hace años los sebulcoranos han advertido del riesgo de caída que presentaban los muros del palacio de los González de Sepúlveda. Una lucha que también puede extrapolarse a la situación de abandono que atraviesa el Convento de la Hoz, declarado BIC en 2012.
El edificio nobiliario no se ha sometido a labores de mantenimiento al menos en las últimas dos décadas, aun cuando en abril de 2022 fue declarado BIC con categoría de Monumento. La incoación de su expediente por iniciativa de la Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas se remonta mucho tiempo atrás, a 1982. La emisión de la declaración contó con el visto bueno de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce y de IE University.
La consideración del palacio como BIC supuso su inclusión en un régimen especial protección legal, lo que se extiende a su entorno visual y ambiental más imediato. Con esta designación se otorgó a los titulares la capacidad de solicitar subvenciones para su rehabilitación. En caso de incumplir con los deberes de conservación, la normativa indica que puede ser expropiado.
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