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Koldo Pla, junto a la concejala de IU, Montserrat Sanz, durante la presentación. M. Rico

El ‘cementerio de las botellas’, en la memoria

La sala Cronista Herrera acoge una exposición sobre el Fuerte de San Cristóbal y la fuga de 1938, en la que participaron 74 segovianos

Martes, 31 de octubre 2017, 10:22

La presencia segoviana en la trágica fuga del Fuerte de San Cristóbal, en Navarra, fue significativa. Ni más ni menos que 74 penados segovianos participaron aquel 22 de mayo de 1938 en una huida masiva que implicó a 795 presos y de la que solo tres lograron pasar a Francia, entre ellos el músico segoviano José Marinero Sanz. La exposición ‘Que aflore lo enterrado’, que puede visitarse hasta el 12 de noviembre en la sala Cronista Herrera, organizada por la Asamblea de Izquierda Unida, recupera la memoria de esos presos, de los supervivientes y de los que fueron enterrados en el llamado ‘cementerio de las botellas’. La exposición es propiedad de la Asociación Txinparta-Fuerte de San Cristóbal, colectivo implicado en recuperar la memoria de los represaliados, sus nombres, su historia colectiva e individual, sus enterramientos... Y compartirlo con sus familiares y con toda la sociedad.

En la inauguración, Koldo Pla, investigador del Fuerte de San Cristóbal y miembro de Txinparta, ofreció detalles de la historia del fuerte, utilizado como prisión entre los años 1934 y 1945. La infraestructura tiene 80.000 metros cuadrados de construcción, y por ella pasaron casi 7.000 presos de todas las provincias y más de 50 de otros países.

El Fuerte fue escenario el 22 de mayo de 1938 de la mayor huida de presos durante el primer Franquismo. Según explicó Pla, en la misma participaron los 2.500 reclusos encarcelados en ese momento, aunque, tras el aviso de fuga, algunos ven que no van a tener posibilidades y optan por regresar. «A pesar de ello, 795 se aventuran por los montes hacia el Pirineo con la idea de pasar a Francia, lo que acabó con un trágico resultado: matan a 207 de ellos en la misma fuga y los dejan enterrados en fosas por los montes o cerca de los cementerios de los pueblos».

El resto fueron juzgados y les aumentaron la pena, aunque a los acusados de ser organizadores se les fusiló. Se juzgó incluso a funcionarios y también al director de la prisión, tras las declaraciones de los presos de que la fuga se realizó porque estaban muriéndose de hambre. «Eso se repite tanto que hacen un análisis y ven que el director de la cárcel estaba quedándose con dinero de alimentación y medicinas», explicó Koldo Pla.

En total, en San Cristóbal murieron alrededor de 700 presos y muchos de ellos fueron enterrados en doce camposantos que rodean el fuerte. A los últimos se les entierra en un cementerio propio, debido a las quejas de los pueblos del entorno, que se quedaban sin espacio para los enterramientos propios. Ese lugar, al que la exposición dedica varios paneles, es conocido como ‘cementerio de las botellas’, ya que al fallecido se le enterraba con una botella entre las piernas –de agua, medicamentos, gaseosa, alcohol...– que guardaba en su interior un documento con datos, entre ellos causa del fallecimiento, la pena a la que estaba condenado y la procedencia.

130 enterrados

En este cementerio se han descubierto 130 personas enterradas, localizadas e identificadas para que cualquier familiar pueda solicitar su exhumación en cualquier momento, algo que ya ha ocurrido con 45 de los cadáveres. El problema, señaló el representante de la Asociación Txinparta-Fuerte de San Cristóbal, reside en encontrar a las familias del resto. El colectivo también continúa con la búsqueda de cadáveres de presos muertos en la fuga, que fueron enterrados por los montes en fosas, de las que se han localizado varias. En la última, encontrada hace unas semanas, había tres cadáveres, que están pendientes de exhumación.

La exposición muestra también lo que supone el trabajo de recuperación de la memoria, aspectos en los que la asociación ha trabajado, como la recogida de los grafitis que los presos dejaron en prisión, la importancia de los homenajes para mantener la memoria y la participación de los familiares. También se muestran paneles sobre los grupos de solidaridad. Además, se incluye la propuesta para que la Unesco declare la fortaleza ‘Lugar de Memoria’.

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