El bar centenario de San Lorenzo

Casa Paco ha cambiado de manos, pero nunca de nombre ni de filosofía: un bar de barrio asentado en la vocación de un negocio familiar. Empezó en 1922, con Alfonso XIII al frente de la monarquía española, en el puente de San Lorenzo; se mudó al local vecino a la antigua farmacia del barrio y lleva tres décadas en su actual ubicación, junto a la iglesia del barrio. José Antonio Ayuso, camarero allí desde 1999, cogió el negocio hace seis años de las manos de uno de los dos hermanos que lo llevaban tras el repentino fallecimiento del otro.

«Llevaba tanto tiempo ahí que me lo conocía todo y tiré para adelante», señala. Reconoce el haber pasado una época de «andar un poco más perdido» en el tránsito de camarero a jefe, pero su experiencia previa entre pedidos y otros trámites le preparó para ese momento. Más de un lustro después, el negocio goza de buena salud.

«Para vivir, tengo», sonríe. «Hay gentecilla en el barrio, sí». En términos hosteleros, apostó por la continuidad, por la cocina casera. «Hemos cambiado cosas, pero tampoco nos hemos salido mucho de lo antiguo. Por la mañana en los desayunos no faltan ni la tortilla ni los torreznos», comenta el propietario.

Esa fortaleza ha sostenido sus cimientos pese a que la clientela haya menguado. «Cada vez hay menos gente. Los mayores se han ido muriendo, el barrio no se ha modernizado mucho y la mayoría de la gente joven se ha ido a los pueblos. Se está quedando un poco abandonado», lamenta tras la barra. La lista de bares que bajaron la persiana incluye a la Churrería, el Esquinazo –ambos en la plaza de San Lorenzo–, el Puente, el Encierro, el Aris, el Jaque Mate, Los Patios o La Taberna del Irlandés. «Y esos son los más recientes por antiguamente había más», apostilla José Antonio Ayuso. Y es que ha habido una diáspora de vecinos «y no hay gente para todos los bares».

Asimismo, subraya que el enfoque y poso hosteleros cuentan a la hora de sobrevivir. «Si el dueño que lo coge es un desastre… Hay que cuidar a los clientes de todos los días, que no les falte de nada; ponerles lo que te pidan, los pinchos que quieran…», pone de relieve el empresario. Y entender que San Lorenzo es un barrio diferente en la ciudad de Segovia. «Son diferentes, muy entrañables. Casi todo el mundo se conoce y se lleva bien».

José Antonio asume la responsabilidad no solo de tener un negocio a su cargo, sino la historia que lleva detrás. «No basta con eso, hay que saberlo llevar. Hay bares que eran muy importantes y han terminado cerrando. Aunque yo no esté, me gustaría verlo siempre en pie. En San Lorenzo, Casa Paco y el Celia son los bares de siempre», sentencia.