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El atasco para poder examinarse del carné de conducir aminora la tasa de aprobadosEl cuello de botella para presentarse a los carnés de conducir obliga a las autoescuelas a un encaje de bolillos para canalizar una demanda mayor ... de alumnos con menos fechas disponibles. Y a los propios candidatos a asumir un proceso cada vez más dilatado que hace años se resolvía en un verano. Todo este contexto ha llevado la incertidumbre a un ámbito marcado por la carestía de examinadores. La situación ha experimentado una leve mejoría un año después de la manifestación de las autoescuelas segovianas, pero el problema continúa y empiezan a verse las consecuencias en los aprobados, con una tasa de aptos a la primera en Segovia capital del 37,79%, un dato que hace un par de años estaba en el 50%. El atasco no solo pone a prueba la paciencia, sino que desemboca en alumnos peor preparados.
La Asociación Provincial de Autoescuelas de Segovia, con 21 socios, denunciaba el año pasado que con una media de cinco exámenes al mes no se puede mantener un negocio. «La situación ha mejorado levemente», resume su presidente, Juan Carlos Sánchez. La provincia cuenta hoy con una plantilla de tres examinadores y un coordinador, a la espera de uno más, pues hay una plaza nueva concedida. También puede haber bajas, pues hay pendiente un concurso de traslados y en la plantilla hay gente de fuera. Ante una nómina tan reducida, cualquier merma se nota: una baja de larga duración redujo el año pasado la lista de examinadores de cuatro a tres y provocó un colapso de 1.670 candidatos en lista de espera el 31 de marzo de 2024.
Otro aspecto de esa leve mejora ha sido el refuerzo de personal en oficinas, liberando a los examinadores, que ante la carestía de compañeros deben sacrificar horas de test para preparar documentación. Las plazas de oposición libre para examinador se cubren; más problemas hay en las de promoción interna. «Hay funcionarios que no quieren estar en el coche ganándose frenazos y dolores de cuello». El personal llega por trabajadores itinerantes o interinos, que llegan a Segovia con cuentagotas. «No debe de ser una plaza muy atractiva para que un funcionario se quiera establecer aquí». Sánchez señala que la última convocatoria, con 40 plazas a nivel nacional, no es suficiente. «Si es que hacen falta 100 o 150. Y es que hay gente que se jubila. Llegamos a verano y estamos en las mismas de siempre; nosotros necesitamos un mayor servicio porque aumenta nuestro cliente y ellos, como es normal, se tienen que coger vacaciones». El compromiso de Tráfico para este año es mantener al menos el 50%.
Aunque la demanda se ha espaciado, verano sigue siendo hora punta. «Ya no es la bestialidad de antes, pero puede subir un 30% tranquilamente». Hace no tanto, pueblos como el suyo, Cuéllar, tenían tantas matriculaciones estivales como en el resto del año. Entre que las vacaciones escolares se han comprimido y cada vez cuesta más encontrar fecha, los alumnos lo hacen más «a trompicones»: este año el teórico, al siguiente el práctico. Quizás ahora son los meses son los más 'desahogados', algo cogido con alfileres, pues la espera para el examen práctico está en torno al mes y medio. El verano pasado estuvo por encima de los tres meses.
Esto obliga a ajustar el calendario de examen con el de las prácticas. «La gente no va a estar dando clase indefinidamente porque cuesta dinero, está claro. Si ves que se te prepara antes de cuando le puedes meter, le paras y le das las últimos cinco o siete clases cuando falten dos semanas». Un ejercicio precario de dosificación. «No es lo más pedagógico del mundo mundial, es lo que se puede hacer. Lo más pedagógico es la continuidad». Porque hay imprevistos en cualquier vida: basta una semana apretada o un virus, que se caigan tres clases y «ya van con alfileres». Otra alternativa es presentar al candidato a examen a ciegas y meter más clases en el tramo final si su aprendizaje es más lento de lo previsto. «Cada uno busca el sistema para salvar la situación y que el alumno salga de la mejor manera posible».
Y con un perfil que ha cambiado. «Ya no es un interés primordial para el chavalito de 18 años. Cada vez hay más transporte público, se tira de taxi en las zonas rurales y se va retrasando. Ahora te vienen cuando ven que les hace falta para un trabajo». Así que la media ha 'envejecido' hasta los 23 o 24 años, otra causa para la merma de aprobados. «Cuanto más mayor, más cuesta adquirir las habilidades». Junto al nivel de exigencia en el examen. «Ha subido, y bastante, de unos años a esta parte. Nos tenemos que quitar de la cabeza la idea del coche de autoescuela que va pisando huevos; ese chaval no está para examinarse ni va a aprobar. Ya no me vale el ir despacito, se exige una fluidez normal». Estos dos factores hacen que sean necesarias más clases prácticas. Con todo, Sánchez apunta a la falta de continuidad como el nudo gordiano de la caída de aprobados. «Es un sentir común a nivel nacional».
Esos parones ponen a prueba la evaluación que hace de sí mismo el propio candidato. Las dos clases que le faltaban antes del parón se convierten en cinco, una realidad que muchos no aceptan, en parte porque afecta al bolsillo. «Te salen dos días bien, el tercero malo, pero piensas que ha sido un buen día. Voy bien, no me gasto más». Un margen de subjetividad muy relativo. «Desde el otro asiento, lo ves diferente, puedes juzgar; sí, hoy has tenido un día malo, pero es que has tenido otros dos la semana pasada. Falta formación». En el choque de percepciones, el cliente siempre lleva la razón si quiere examinarse contra viento y marea. «Vale hijo, tú eres el que pagas, adelante». Porque las autoescuelas todavía tienen que defenderse del «este lo que quiere es sacarme dinero». La experiencia dice que lo que lo barato sale caro: el ahorro pretendido en clases se traduce en gastos para renovar papeles.
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Otra pata del cuello de botella son las autoescuelas madrileñas, que han obligado a repartir entre más centros las mismas vacantes de exámenes. «Se reparten funcionarios en función de la población de Segovia y la propia Jefatura nos está diciendo que más de un 60% de lo que se está atendiendo son peticiones procedentes de Madrid, es un sobreesfuerzo». El requisito es tener un establecimiento en la provincia, abra o no al público, pero generan traslados de expedientes y ejercen su derecho a examinar. Uno de los atractivos de este formato años atrás fue que era más fácil encontrar hueco en Segovia, así como el tópico de que el aprobado es más barato en una ciudad pequeña. Hoy ya no merece tanto la pena, pero cada fecha es oro, así que no cierran puertas. Cada uno se examina donde puede. Y cuando puede.
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