Segovia
La Asociación de Amigos del Patrimonio reclama más cuidados para el AcueductoPiden alejar eventos del monumento y una vigilancia propia especializada que asegure el cumplimiento de las normas
La reciente polémica generada por la acción de un vecino de Segovia —que recogió y anunció la subasta por mil euros de una piedra desprendida del pie de mampostería del Acueducto— ha provocado la reacción de la Asociación de Amigos del Patrimonio de Segovia. Aunque el gesto fue calificado en televisiones nacionales por el concejal de Patrimonio, Alejandro González-Salamanca, como un «grave atentado patrimonial», la asociación considera que la verdadera cuestión no es la forma de protesta –por la que se han abierto diligencias previas por un posible delito contra el Patrimonio–, sino si el suceso revela una negligencia en la atención y vigilancia del bien más emblemático de la ciudad.
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El colectivo señala a través de un comunicado que lleva años advirtiendo, por canales formales y sin recurrir a la presión mediática, sobre carencias en la conservación del Acueducto. Insisten en que han enviado informes, mantenido reuniones y elaborado memorias anuales que recogen incidencias, pero lamentan que esas advertencias no hayan generado las actuaciones necesarias. «El Acueducto necesita cuidados físicos, sociales y morales», subraya la asociación presidida por Pedro Montarelo.
Normas de respeto
Entre los riesgos que apuntan, destacan los daños causados por la interacción directa de visitantes con la piedra milenaria. Es habitual, aseguran, ver a turistas trepando sobre los sillares para tomarse fotografías, apoyándose sin precaución o permitiendo que mascotas hagan sus necesidades en la base de los pilares. La asociación asegura que estas acciones, aparentemente menores, pueden acelerar el desgaste de la estructura.
Para Amigos del Patrimonio de Segovia el problema no se limita al contacto físico. También critican «el uso recurrente» del entorno del Acueducto como escenario para eventos multitudinarios que, según afirman, restan dignidad al monumento y distorsionan su imagen histórica. Recuerdan como ejemplo el mercado romano celebrado en agosto de 2024, en el que puestos comerciales y zonas de restauración humeantes rodeaban la base del Acueducto.
Ante esta situación, la asociación plantea varias medidas concretas. La primera, la implantación de una vigilancia especializada propia, similar a la que se observa en otros monumentos históricos o yacimientos arqueológicos. Esta presencia física serviría, según sostienen, para hacer cumplir normas de respeto y conservación, así como para disuadir conductas inapropiadas.
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En segundo lugar, proponen una regulación más estricta del uso del entorno del Acueducto, limitando o incluso prohibiendo actividades y eventos que, por su naturaleza o montaje, afecten a la integridad visual o física del monumento. Consideran que las instituciones deben dar ejemplo en el respeto patrimonial, fomentando un modelo en el que la preservación prime sobre la explotación turística o comercial.
Por último, insisten en que la respuesta institucional debe basarse en criterios técnicos y objetivos, no en la presión mediática. «A veces harían bien los administradores en ejercer un saludable ejercicio de humilde sinceridad, reconocer las propias limitaciones y ser menos indulgentes con sus incumplimientos», apunta el comunicado, que también defiende que las aportaciones ciudadanas deben ser escuchadas y valoradas, incluso cuando se expresen de forma llamativa.
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Para la asociación, la polémica por la piedra desprendida no es un episodio aislado, sino un «síntoma de una atención insuficiente» a un monumento que, pese a su robustez aparente, es «frágil» ante el paso de los siglos y la masificación turística. «Proteger el Acueducto no es solo consolidar su piedra; es preservar el respeto hacia él», concluyen.
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