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Un ave rapaz sujeta con el pico un topillo, posada sobre uno de los nidos construidos.
El antídoto contra los topillos llega del cielo

El antídoto contra los topillos llega del cielo

El programa de control biológico de plagas, llevado a cabo por Grefa y la Diputación de Segovia, atrae la nidificación de cernícalos y lechuzas en la campiña

César Blanco Elipe

Lunes, 24 de octubre 2016, 06:25

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El triángulo que forman en la campiña segoviana Escalona del Prado, Aldea Real y Sauquillo de Cabezas es territorio hostil para el topillo. Este roedor no es bienvenido. Cernícalos vulgares y lechuzas comunes velan por la 'limpieza' de los campos de labranza que se extienden por esta zona de la provincia. Reina el control biológico y sostenible propiciado por el programa de nidales desarrollado en los últimos tiempos por el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa), con la colaboración de la Diputación de Segovia.

Desde el año 2009, a lo largo y ancho de toda la comunidad autónoma hay repartidas más de un millar de cajas nido para favorecer el asentamiento de las rapaces depredadoras de topillos. La amenaza para las plagas llega desde el aire. La colaboración entre ambas entidades se remonta a 2014, año en el que firmaron un convenio para ejecutar esta campaña y ampliarla a varios términos municipales segovianos. El proyecto cuenta con el respaldo técnico del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, dependiente a su vez de la Consejería de Agricultura y Ganadería.

Carlos Cuéllar, coordinador del proyecto de Grefa sobre control biológico del topillo campesino, considera conveniente dotar de continuidad a esta iniciativa conjunta, ya que de momento los resultados obtenidos son satisfactorios.

El experto medioambiental se ampara en las estadísticas de la actividad depredadora registradas por el Centro de Investigaciones Científicas. Esos datos revelan que cada pareja reproductora de cernícalos vulgares ha acabado con una media de 700 topillos campesinos en primavera, época durante los que se alarga el periodo de cría. En el caso de la lechuza común, ese promedio aumenta hasta los 900 roedores. Y eso a pesar de que nunca se alcanza una ocupación completa de las cajas nido instaladas, precisa el portavoz del grupo naturalista.

«Hay gente que no sabe que hay venenos prohibidos»

  • en contra de otros métodos

  • El coordinador del programa de control biológico sobre el topillo campesino, Carlos Cuéllar, subraya el rechazo categórico que el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat manifiesta al empleo de veneno para erradicar al roedor. De hecho, el experto pone de relieve que, recientemente, ha sido prohibida la bromadilona, que es el activo anticoagulante más utilizado por los profesionales del campo. El letal envenenamiento por medio de este método de intoxicación es especialmente lento, ya que uno de sus principios es el de ser un ralentizador. «La muerte es lenta por hemorragia», remacha el naturalista. El empleo de este veneno entraña un riesgo tremendo. Esa amenaza ha hecho que el registro del Ministerio de Agricultura ya no lo autorice. Cuéllar advierte de que la permanencia en el cuerpo del roedor de la sustancia tóxica durante un tiempo dilatado facilita la posibilidad de que pase a la cadena trófica. Es decir, que la transferencia de sustancias nutritivas entre diferentes especies de una comunidad biológica se vea intoxicada por la presencia del veneno, exponiendo a la muerte a otros animales. «El problema es que hay gente que no sabe que no se pueden usar venenos», concluye Cuéllar.

Por lo tanto, la eficacia del control biológico ejercido a través de estas aves rapaces parece demostrado. Cuéllar recuerda que se trata de un procedimiento «en estudio que debe funcionar complementado por otras medidas, como la implementación de un sistema de gestión previa integral». El Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat llama la atención sobre el «riesgo latente de plaga» que existe en los campos de Castilla y León, y no solo de Segovia. Carlos Cuéllar hace hincapié en la importancia de la labor divulgativa que va implícita al desarrollo del programa de control biológico del topillo campesino.

Unas 7.000 hectáreas controladas

«Los ecologistas no venimos en helicópteros o avionetas y nos ponemos a tirar los topillos desde el cielo, como nos han llegado a decir algunos agricultores», apunta el especialista. Grefa es una organización sin animo de lucro, pero con voluntad de estudiar y proteger la fauna que habita en cada ecosistema. ¿Entonces, por qué ese combate abierto contra los topillos? Cuéllar no puede ser más explícito. Por su voracidad que destroza los cultivos y por su formidable capacidad reproductora.

El proyecto de control biológico mediante rapaces ha cumplido su tercer año. En este tiempo se han instalado 310 casas nido, que están distribuidas de la siguiente manera: 100 en Aldea Real; otras tantas en Sauquillo de Cabezas, y 110 en los campos del término municipal de Escalona del Prado. Como expone el naturalista de Grefa, se han utilizado dos modelos. Uno consistente en atraer y crear un hábitat adecuado para su asentamiento y reproducción de cernícalos; y otro para lechuzas.

Dos aves rapaces que ejecutan el control biológico y que mantienen a raya la posible explosión demográfica de los topillos. El área dominada por el programa en este entorno de la campiña segoviana se extiende a lo largo y ancho de unas 7.000 hectáreas. La última fase de colocación de nidales se desarrolló este verano en la superficie arable de Sauquillo de Cabezas.

Estas casitas para las rapaces coronan un poste de madera de cuatro metros y medio de altura clavado al suelo, «ya que las zonas agrícolas donde actuamos suelen estar desprovistas de árboles u otros elementos naturales para la nidificación de las aves», explica Cuéllar.

Voluntarios de otros países

Precisamente este pasado verano se incorporó al desarrollo del programa un campo de trabajo internacional convocado en Sauquillo de Cabezas por la Diputación y Grefa. En él participaron un grupo de jóvenes enviado por el Servicio Civil Internacional, que procedían de cinco países: Rusia, Ucrania, Taiwán, México y España. Los nueve voluntarios ayudaron a lo largo de las dos semanas que duró la experiencia a la construcción y la ubicación de nidales. A cambio, recibieron una hospitalaria acogida del Ayuntamiento de Sauquillo de Cabezas y de sus vecinos, añade Cuéllar.

Las cajas nido poseen unas características especiales porque han de parecerse a los lugares donde habitualmente anidan estas rapaces. En el caso de los cernícalos sus hogares los buscan en los huecos entre rocas, en acantilados o en recovecos que encuentran en iglesias, así como en nidos de otras especies. De ahí que la instalación de los postes sea abierta. Por su parte, las lechuzs requieren una caja nido más grande y cerrada, con un tabique interior que las protege del paso de la luz al ser aves nocturnas.

Los promotores agradecen el respaldo logístico y de material brindado por el alguacil de Sauquillo de Cabezas en esta pasada campaña, así como por los representantes de las dos cooperativas agrarias: SAT Gabriel Pazos y SAT San Pedro. Por su parte, el Consistorio de Escalona del Prado sufragó varios bonos para que los voluntarios pudiesen disfrutar gratis de la piscina.

El coordinador del programa sobre el control biológico precisa ahora el nuevo paso a dar, que no es otro que intentar renovar el convenio con la Diputación. La idea esboza, es afianzar el seguimiento de las acciones emprendidas.

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