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La salmantina Verónica avanza con fuerza en la décima edición de MasterChef, encerrada en una especie de burbuja de cristal y sin apenas contacto ... con el mundo exterior, 'por exigencias del guión'.
Sin embargo, tras un polémico cuatro programa, en el que superó la prueba de eliminación después de una agitada competición en exteriores con discusión incluida con Claudia, la concursante charra afincada en Madrid, comenta sus experiencias en el programa para El Norte de Castilla.
-Es su segunda vez. ¿Qué fue mejor en este casting para superarlo?
-Quizá mi actitud, mi historia, mi evolución… El año pasado seguía trabajando de directora de Arte en una agencia de publicidad, sin saber muy bien cuál sería mi rumbo. Sin embargo, después de ese primer casting decidí dejarlo todo para abrir mi propio proyecto de 'delivery'. Cuando me presenté al casting esta vez estaba a punto de abrirlo y tenía las ideas mucho más claras.
-¿Cómo ha vivido esta experiencia y la grabación de los programas (hasta donde puedas contar)?
-La experiencia es brutal en todos los sentidos. Es lo más especial y único que he vivido nunca. He estado en una burbuja de la que cuesta un poco salir y retomar tu vida y tu normalidad. El trabajo de la productora por sacar adelante un programa así es increíble, admirable. Y eso se transmite a los concursantes con cada prueba, cada viaje, cada sorpresa… Es alucinante. Ahora tengo un síndrome de Estocolmo importante. Espero que no me dure mucho, jajaja!
-¿De dónde le viene este gusto por la gastronomía teniendo una profesión y una formación tan diferente?
-Diría que me viene en parte por mi padre y en parte por todos mis viajes por el mundo. Mi padre es el rey de los arroces y llevo viéndole hacerlos desde que tengo uso de razón. Mis abuelas y mi madre también cocinan. En general, me he criado en un entorno muy gastronómico. Desde pequeña he ido a los mejores restaurantes: Mugaritz, Akelarre, Arzak, Zuberoa… Así que creo que eso ha ido calando en mí. Cuando viajo me encanta probar absolutamente todo de la gastronomía local. Me encanta descubrir, comprar especias, traerme salsas a casa…
A pesar de que la publicidad a priori no tiene nada que ver con la cocina, la creatividad sí. Y haber estado tantos años trabajando en un entorno creativo creo que me ha ayudado un montón y me aporta una visión muy útil y diferente de la cocina.
-¿Va superando rondas y a pesar de haberse encontrado en situaciones comprometidas está muy bien consideraba por los chefs. Está satisfecha de su actuación?
-Estoy muy satisfecha. Lo que más miedo me daba de enfrentarme a una experiencia así, televisiva, era verme luego en pantalla y no sentirme identificada con lo que veo. No lograr ser yo misma. Y de momento no me está pasando, todo lo contrario. Todos tenemos nuestras cositas y estás tan expuesta que hay cosas que te sorprenden y salen monstruos que intentas esconder… Pero puedo decir que he sido yo al 100% y estoy muy tranquila y satisfecha con eso! (Aunque evidentemente lo que se ve en emisión es un 10% de lo que soy en la vida real!). Además en el terreno culinario creo que está habiendo evolución y estoy súper contenta.
- ¿Se ve con opciones de seguir muchos programas o incluso ganar el concurso?
-Sí, ¡siempre! Si no confías en ti, ¿quién lo va a hacer? He empezado súper motivada y con un objetivo claro: ganar. Yo me quiero dedicar a la cocina y para mí haber entrado en MasterChef es un sueño! No pienso desaprovechar esta oportunidad.
-¿Qué tal con los compañeros? Ya tienes aliados... ¿quiénes son los principales competidores?
-Una de las mejores cosas que tiene esta experiencia son precisamente los compañeros. Somos todos tan diferentes que probablemente nunca nos habríamos conocido o conectado en otra circunstancia. Salir de mi zona de confort me encanta. Creo que es necesario. ¡He conocido a gente genial que me llevo para siempre! Más allá de las amistades, mis grandes rivales son David, Adri y María Lo, sin duda.
-¿Cuándo y porqué dejó Salamanca para asentarse en Madrid?
-Empecé a estudiar Periodismo en Salamanca, pero siempre había querido vivir en Madrid. Sentía que necesitaba salir de casa y «volar». A los 20 años pedí el traslado de expediente y seguí estudiando en Madrid, en la Carlos III. No me arrepiento para nada de la decisión, a pesar de que vivir lejos de casa a menudo me pesa, por estar lejos de los míos. Pero a día de hoy creo que mi sitio es Madrid y es donde me veo desarrollando mi proyecto de cocina. Aunque me encantaría vivir en el extranjero de nuevo alguna vez!
-¿Que recuerdos tiene de Salamanca¿ ¿Vuelves a menudo?
-Salamanca para mí es casa, toda mi familia vive allí. Al vivir en Madrid voy un montón ¡estamos al lado! Si no voy mi madre me mata… jajaja. Madrid puede ser muy estresante y caótica, así que a veces necesito volver para parar, desconectar y reconectar de nuevo.
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