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La cabra montés es una especie a controlar, por su crecimiento exponencial. DAVID ARRANZ / ICAL
Una subasta para controlarlos a todos

Una subasta para controlarlos a todos

EL CABACO ·

La Reserva de Caza de Las Batuecas celebra hoy un encuentro para que los cazadores pujen por licencias con las que la Junta controla la población cinegética

C. TABERNERO / ICAL

EL CABACO

Domingo, 4 de marzo 2018, 13:38

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Entre las más de 30.000 hectáreas de monte, pedrizas, saltos y laderas escarpadas del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, al sur de la provincia de Salamanca, encuentran su «hábitat ideal» las más de 1.400 cabras montesas de distintas edades que pueblan un terreno tan propicio para esta especie, que provoca que desde su reintroducción en la zona, en el año 1973, su crecimiento esté siendo «exponencial». Y es que la cabra montesa no encuentra «un depredador natural más allá del lobo», circunstancial en esta zona, y del que no obstante «se defienden muy bien» entre las piedras de Las Batuecas.

Sin embargo, esa proliferación de alimento y refugio supone que la presencia de la cabra montés modifique de manera sustancial el hábitat natural de otras especies endémicas de este montañoso rincón de la provincia charra. Es por ello que, desde poco después de su llegada a los montes del sur de Salamanca, las autoridades competentes en materia de Medio Ambiente reparten licencias de caza mayor en la zona para aprovechar la actividad cinegética como «herramienta de control poblacional» de la especie.

Es así como surgen las subastas de la Reserva Regional de Caza de Las Batuecas. Esta actividad, que se realiza de manera presencial una vez al año y que en los últimos tiempos reserva unas cuantas licencias de control poblacional para su venta por internet a través de pujas, la controla el Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta como encargado de la gestión de una Reserva de Caza que disminuye en apenas 9.000 hectáreas la superficie total del Parque Natural para circunscribirse a 21.087,5 hectáreas. El director técnico de la Reserva, Luis Alfonso Sarmiento, explica a Ical que ésta se gestiona «a través de un proyecto de ordenación que cuenta con un plan técnico donde se detalla toda la caza que se va a realizar durante la temporada».

En la subasta on-line un macho medallable alcanzó los 6.600 euros hace una semana

Es en la ejecución de ese plan técnico donde se produce la venta de los permisos de caza, bien mediante la plataforma ‘online’ www.subastasdecaza.com, que permite la entrada de cazadores de toda Europa, bien con la subasta presencial que se celebra hoy a partir de las 13:00 horas en el Centro de Recepción de Cazadores de El Cabaco, situado a los pies de la subida a la Peña de Francia, monte de titularidad pública que pertenece a la Junta de Castilla y León. «Es el único», especifica Sarmiento, que recuerda que el resto de la Reserva pertenece «en un 80 por ciento a los ayuntamientos de la zona, y en el 20 por ciento restante a propietarios particulares».

Son todos ellos quienes reciben el dinero obtenido por la subasta, 255.000 euros de ingresos directos durante la pasada campaña «más el dinero indirecto que genera la estancia de los cazadores en la zona», como comenta Sarmiento, que no obstante están obligados a reinvertir «en un 15 por ciento en la conservación de la Reserva», tras la modificación del decreto de la Ley de Caza de Castilla y León. En cualquier caso, es la Junta, en esa labor de gestor de la Reserva, quien organiza los dos tipos de subasta.

Por un lado, está el método ‘online’, donde se venden el 90 por ciento de los permisos dedicados a la caza de mero control poblacional, aunque en ocasiones se introduce un macho medallable como el que hace apenas una semana alcanzó los 6.600 euros durante las dos últimas horas de la puja.

Por otro lado, se celebra la subasta presencial, a la que acuden en torno a 40 personas y cuyos precios de salida oscilan entre los 300 euros del macho montés joven para el control poblacional hasta los 3.600 euros del macho de cabra montés tipo A1, pasando por los 400 euros de la becada o el precio ligeramente superior del corzo.

Caza con guía

No acaba ahí la labor de los agentes, celadores y peones especializados del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Salamanca. Una vez adquiridos los permisos por los cazadores, éstos deben elegir un período de tres días dentro del plazo establecido para la temporada de caza mayor. Es en esos días, y siempre acompañados por un guía de caza de entre los celadores de la Junta, cuando tienen la posibilidad de acceder a la Reserva con arco o rifle para ejercer su derecho de disparo sobre el ejemplar adquirido. Y es que, por un lado, la licencia no asegura la pieza en sí, sino la posibilidad de tener dos disparos una vez avistada. Por otro, está circunscrita a un tipo concreto de cabra montés, corzo o becada. Si se caza un ejemplar que no es acorde al adquirido, se paga una multa.

La licencia da la posibilidad de tener dos disparos sobre la pieza una vez avistada

«Puede haber errores, y en ese caso se les sanciona, pero los agentes y celadores tienen una especialización y una experiencia muy buena en su trabajo para saber por dónde se mueve la especie e indicar la pieza a la que se tiene que disparar», explica Alfonso Sarmiento, quien reitera que «para que el cazador dispare, el guía tiene que estar muy seguro de que es ese ejemplar y de que está solo», ya que también hay que procurar «no molestar a otras especies del Parque Natural, especialmente si están protegidas como el buitre negro».

Así, el cazador solo debe aportar «licencia de armas, permiso de caza» y, como algo recomendable, «forma física, porque el terreno de Las Batuecas es muy escabroso y para hacer un rececho hay que andar varias horas por sendas que no son de fácil acceso, no se caza desde el coche». Además, también hace falta pericia, porque «tienen dos oportunidades para disparar y alguna vez ocurre que no aciertan», por lo que el cazador pierde el dinero de la licencia y se marcha sin trofeo.

Es por eso que el poder adquisitivo de muchos de los cazadores, especialmente los que optan a los machos medallables de más de 3.600 euros, diez ejemplares este año, suele ser alto. De hecho, y como explica Sarmiento, «si la licencia adquirida es de riesgo y ventura, el precio de adjudicación es el precio final, pero si se hace a liquidación final, la subasta solo marca el coste de entrada y, una vez cazado el animal, se mide la longitud y el grosor de la cuerda o cornamenta para observar su puntuación y calcular mediante una tabla la cuota complementaria». Ésta va desde los 365 euros que marcan los 160 puntos, hasta precios que pueden alcanzar los 30.000 euros extra si superan los 294 puntos, como sucedió recientemente en Riaño.

Control sanitario

Así, a la labor de guía de caza y organizador de subastas que tiene el personal del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta en la Reserva de Caza de Las Batuecas, se une una más: la de control sanitario de la especie, que se hace junto a veterinarios de la Delegación Territorial. Y es que la cabra montesa «es una especie gregaria y, cuando están todos juntos, es más fácil que la enfermedad se transmita». De esta forma, «si la población se dispara exponencialmente, los recursos de control serán menores y pueden surgir problemas sanitarios». De ahí la necesidad de «evitar que la población se dispare» mediante el control poblacional a través de la actividad cinegética.

Por ello, y para lograr la eficacia en esta actividad, se trabaja durante todo el año en «realizar un control censal a través de trabajos exhaustivos de control de crías en primavera y del celo durante el otoño, para después localizar a los ejemplares que es necesario cazar y mantener el número de cabras montesas controladas».

Todo ello para lograr que el exceso de estos ejemplares no haga que se resienta la vida en el hábitat de otras especies, así como para conseguir que las cabras montesas «gocen de buena salud en todo el país» y no se vuelvan a acercar a la desaparición, la que estuvo a punto de suceder a finales del siglo XIX.

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