El acusado sale de la Audiencia custodiado por la policía. LAYA

Los forenses dictaminan que el parricida de Chamberí no sufría ningún trastorno mental

La Fiscalía mantiene su petición de pena de 15 años de cárcel por estimar que fue una asesinato con alevosía y la defensa plantea un posible indulto

RICARDO RÁBADE / WORD

SALAMANCA

Jueves, 26 de abril 2018, 11:40

Los médicos forenses que comparecieron ayer en la segunda jornada del juicio contra el joven J.R.D.Z, acusado de degollar a su padre en julio de 2016 en el domicilio familiar donde convivían en el barrio trastormesino de Chamberi, dictaminaron que el presunto asesino conservaba plenamente sus capacidades cognitivas e intelectivas y éstas no se encontraban alteradas cuando cometió el espeluznante delito, ni tampoco padecía ningún trastorno mental. Destacaron del joven, durante sus declaraciones en la vista oral, su «frialdad afectiva», su «escasa empatía» y sus marcados «rasgos antisociales». Tampoco detectaron, en el examen psicológico que se le practicó de forma inmediata a la comisión del crimen, cualquier posible signo de ansiedad, por lo que no se le prescribió ningún ansiolítico. Además, encontraron en él «una poca resonancia afectiva con los hechos tan graves que acababan de pasar».

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La fiscal se apoyó en los testimonios de los forenses para proclamar que el acusado quiso matar a su padre y por ello aprovechó la noche, cuando su progenitor descansaba en el sofá del salón, para perpetrar el crimen. Además, en la autopsia efectuada a la víctima no se apreció ninguna herida leve que acreditara que hubiera podido tener la opción de defenderse, dado que el joven le asestó dos puñaladas en el cuello con el cuchillo que encontró en la cocina, cortándole la yugular. Todo ello evidenciaba la absoluta indefensión del padre, dado que estaba dormido. También indicaron que J.R.D.Z. tuvo que «hacer fuerza» en el momento de propinarle las dos puñaladas mortales en la zona lateral izquierda del cuello que, según la versión de los médicos forenses», «eran aptas para causar la muerte de cualquier persona».

Durante la pormenorizada lectura de las conclusiones, el Ministerio Fiscal reconoció que la convivencia en el seno de la unidad familiar «no era idílica», pero eso no fue óbice para que el padre intentara en todo momento mejorar las relaciones y mitigar las tensiones internas, llevando a su hijo una psicóloga. Incluso recordó una estremecedora frase que dirigió a su vástago el padre, justo cuando estaba gravemente herido tras el terrible apuñalamiento, que demuestra que le tenía afecto cuando le comentó que «no te preocupes, vamos a salir de esto». Eso sí, la fiscal solicitó la pena mínima que recoge el Código Penal para la figura del asesinato al considerar como atenuante «el arrepentimiento espontáneo» del hijo, que acababa de cumplir los 18 años cuando segó la vida de su progenitor.

Por su parte, el abogado de la defensa también mantuvo su petición provisional, en la que solicitaba la absolución o, en su caso, que los hechos se califiquen como homicidio, por lo que reclama una pena no superior a los dos años de prisión porque, según la visión del letrado, concurre la atenuante de arrepentimiento y la eximente de trastorno mental e intoxicación. La defensa rememoró también los severos castigos que imponía el padre al hijo, tildándolos de «vejatorios», y recordó en este sentido que ordenó que le raparan el pelo, una práctica que «nos recuerda a lo que se hacía en la Alemania nazi».

«No soy un psicópata»

Según el relato de los hechos que trazó la defensa, el padre tenía «oprimido» a su hijo y llegó a plantear que, en el caso de que la sentencia sea condenatoria, «se sopese la posibilidad del indulto», dado que si el crimen se hubiera producido unas pocas semanas antes, el joven no habría acabado en prisión, ya que entonces era menor de edad. J.R.D.Z. se encuentra en prisión preventiva en el centro penitenciario de Topas desde la comisión del asesinato y se le aplicó el protocolo antisuicidios cuando ingresó en la enfermería de la prisión.

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El acusado reiteró en su declaración final que jamás quiso acabar con la vida de su padre, que estaba arrepentido y que no es «ni un manipulador ni un psicópata y todo fue un arrebato»». Por su parte, el jurado comenzó ayer sus deliberaciones para emitir su veredicto.

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