La Alberca recuerda la solidaridad del pueblo en la rifa del marrano de San Antón

De esta forma, y como ya se hiciera anteriormente, se unieron las festividades de San Sebastián y San Antonio Abad y los actos se iniciaron con la procesión con la imagen de San Sebastián, con el protagonismo de sus mayordomos -Valentín Hoyos y Francisco Javier Sánchez, junto a Javier Criado y Jesús Lucas que representaron a familiares que no pudieron acudir- y la eucaristía, en la que la Corporación municipal realizó una ofrenda floral al santo en recuerdo de todos los fallecidos durante la pandemia.

A continuación tuvo lugar la bendición de animales propia de San Antón en la puerta de la iglesia, donde dominaban los perros, pero también hubo caballos, un burro y hasta un conejo.

Mientras tanto, el folclore estaba siendo protagonista en la Plaza con un concierto de Patricia Martín y Manuel Hernández, en el que no faltaron los bailes, y que dio paso a la rifa propiamente dicha, con la Universidad de Salamanca como padrinos y Ascol como beneficiaria de la recaudación de la venta de papeletas.

El alcalde de La Alberca, Miguel Ángel Luengo, recalcó en su intervención la «solidaridad del pueblo albercano» no sólo durante este acto sino también a lo largo de «estos dos años de pandemia». Una solidaridad que también puso de manifiesto el vicerrector de Relaciones Internacionales de la USAL, Efrem Yildiz, quien recordó el origen del acto que ayer se celebraba y la importancia de «ser capaces de compartir», tras agradecer al Ayuntamiento el haber contado con ellos para participar en este «acto bonito e histórico».

Zoilo Martín Guerra, miembro de la junta directiva de Ascol, por su parte, explicó la labor de esta asociación que «lucha contra la leucemia y enfermedades de la sangre» y que hace poco tiempo ha sido declarada «de utilidad pública», destacando que el dinero que recibirán se destinará a atender a «enfermos y familiares» como vienen haciendo desde hace 30 años.

Por último, una niña sacó de una urna la papeleta premiada con el marrano de San Antón, que es la 2.789; mientras el cerdo se paseaba entre la gente.