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El caballo pudo mantener el equilibrio tras tropezarse con el toro que había resbalado.

Lumbrales vive un segundo encierro muy animado

El tropezón y retraso de uno de los astados, la única incidencia del acto

ELENA GÓMEZ / WORD

Lunes, 22 de agosto 2016, 12:37

Si el encierro del sábado en Lumbrales, el primero de este año, fue rápido y limpio, ayer la tónica fue similar, aunque los animales dieron más juego, en cuanto a espectáculo se refiere.

Concretamente fue en el cruce con la carretera de Salamanca donde hubo mayor animación, al tropezar uno de los astados y caer al suelo, provocando también el tropiezo de uno de los caballos y su jinete que iban justo detrás y no pudieron esquivarlo, aunque el equino pudo mantenerse en pie y ni él ni el caballista sufrieron ningún percance.

Sin embargo, este hecho provocó que la manada se rompiera justo en el momento en el que el recorrido tradicional de los encierros de Lumbrales empieza a estrecharse, en las calles que llevan al Ayuntamiento. Así, el toro que había tropezado se quedó rezagado en la zona del cruce, provocando algunas carreras entre los mozos, quienes jaleaban al animal, llamando su atención para hacerle correr y para volver a dirigirlo hacia el recorrido.

Tras varios intentos y algún encaramiento del animal contra el vallado, sin mayores consecuencias el astado volvió al recorrido habitual y la organización procedió a cerrar el portón para asegurar ese tramo y que la manada no pudiera volver atrás. Sin embargo un grito les alertó: dos caballistas venían al trote con uno de los mansos que, al parecer, se había quedado rezagado al inicio del recorrido. Un recorrido que, por cierto, volvió a salir por la otra puerta del prado, igual que el día anterior, aunque en esta ocasión el público estaba avisado y nadie se perdió la salida.

Una vez pasado el manso el portón, ahora sí, se cerró y los animales recorrieron cada uno en su momento el último tramo del recorrido hasta llegar a corrales. Cuando ya se guardaron los toros, de la ganadería de Lorenzo Rodríguez Espioja y que por la tarde protagonizaron el festival taurino con los matadores Rubén Pinar y Tomás Campos, las campanas empezaron a sonar anunciando la vuelta de los mansos a la calle, que deshicieron el recorrido para volver al prado.

Fue entonces cuando se procedió a la suelta de la vaquilla, un joven animal que salió con mucha energía al ruedo, haciendo saltar al callejón a los mozos que se encontraban en el ruedo, algunos de los cuales se animaron a mostrar sus mejores cortes, quiebros y saltos ante el público que llenaba casi por completo la gradería, demostrando la gran afición que tienen los vecinos de Lumbrares por el mundo del toro en general.

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