«Si no hubiera sido por el Banco no sé qué hubiera sido de la gente necesitada»
La labor de la entidad que dirige se ha ganado «un protagonismo que no buscaba» pero merecido en tiempos difíciles por aliviar las necesidades
Jorge Holguera Illera
Jueves, 28 de enero 2016, 12:24
El Banco de Alimentos está presente en Salamanca desde el año 1999. Desde sus inicios ya es presidente de esta entidad Godofredo García Gómez, un conocido empresario que pese a tener todo su tiempo lleno de trabajo cada día encuentra un hueco en su apretada agenda para «ayudar a la gente que lo necesita»con su granito de arena en esta ONG.
¿Cómo conoció el Banco de Alimentos?
La primera vez que me hablaron del Banco de Alimentos me sonó a chino. Me dijeron hay Bancos de Alimentos en varias provincias y en Salamanca no hay. Pregunté: «¿qué es un Banco de Alimentos?», y me indicaron que fuera por Valladolid donde ya funcionaba uno y me informarían. Así empezamos. Comenzamos con 18.914 kilos el primer año.
¿Dónde se encontraban?
Empezamos en el convento de Las Claras. Nos dejaron las monjas un almacén situado a unos 200 metros de la entrada. Los pocos que empezamos éramos los voluntarios y teníamos que andar esa distancia para meter los alimentos cada vez que venía un camión.
¿Cómo cambiaron de ubicación?
Porque aquel lugar para la cantidad de alimentos que movíamos era inviable. Pasó algo curioso. Un día nos llamó el teniente alcalde del Ayuntamiento y nos dijo que les interesaba el local de Las Claras. Le dijimos que como no teníamos otro sitio no nos podíamos marchar. Nos dijo que ya lo habían hablado con Las Claras y que nos buscásemos la vida. Dijimos que si no nos daban otro local no nos podríamos marchar. Después de varias conversaciones, el Ayuntamiento nos cedió el local de la calle Sumatra.
Los almacenes más grandes los tienen en Mercasalamanca.
Hace cuatro años el Ayuntamiento nos dio una nave de 1.000 metros cuadrados. Se nos quedaron pequeños y nos cedió otra al lado, de otros más de 1.000 metros cuadrados. Así hemos ido creciendo hasta nuestros días, de tal manera que cuando empezó la crisis ya estábamos preparados para hacerla frente.
¿Algún otro momento clave?
Los Bancos de Alimentos, aunque ya tenían su prestigio tomaron mayor protagonismo a partir del año 2006 y 2007. Hubo un momento importante que fue cuando el FEGA comenzó a dar alimentos al Banco con el fin de liberar al FEGA y a Cruz Roja de esta tarea, para que pudieran dedicarse con más profundidad a sus otras labores principales.
Ya nos dijo antes que alguien le llevó a elegir esta causa solidaria.
Recuerdo perfectamente que me lo dijo un amigo. El caso es que me enrolé y esto engancha y es gratificante. Engancha porque es una cosa muy bonita, porque ayudas a la gente y ves que es muy eficaz y porque llega enseguida a la gente que lo necesita; a las personas por las que estás dedicando el tiempo del que dispones.
Imagino que tiene que poner mucho de su parte.
Hay veces que puedes preguntarte «¿merece la pena esto?» Porque somos personas y tratamos con otros humanos y a lo mejor te llevas algún berrinche, pero enseguida recapacitas y piensas: «esto merece la pena porque hay 14.000 personas a las que no se les está dando todo lo que necesitan, pero sí se les estás dando una buena ayuda para que complementen con otro poco y puedan tirar para adelante, ¡Vale la pena!»
¿Qué aporta Godofredo al Banco de Alimentos?
Este es el éxito de los Bancos, que los voluntarios que normalmente trabajan en ellos son personas que están jubiladas y otras que no lo están, pero que aportan su experiencia. Normalmente son personas que han tenido éxito en la vida, que han desarrollado su actividad con éxito, ven que no llenan su tiempo y lo dedican a esta labor. No es mi caso, yo estoy atareado todo el tiempo, pero normalmente todos los días subo de doce a doce y media y estoy hasta las dos. Pero aquí está mucho tiempo el vicepresidente, el secretario y otras personas.
Tienen mucha actividad.
Tenemos una gran cantidad de movimiento, somos una empresa importante de Salamanca. Estamos dando tres millones de kilos que transformados en dinero son más de 300.000 euros. Es curioso porque yo soy de un pueblo en el que todos los años se hace una cena para recaudar dinero para el Banco. En ella les decimos lo que hemos hecho con lo recaudado el año pasado. Cuando les dices los productos que has traído con el dinero obtenido en esa cena, es algo impresionante. Con el dinero que nos donan hacemos posible el traslado de alimentos a Salamanca. Muchas empresas nos dan alimentos pero hay que ir a buscarlos.
¿Qué le ha aportado a usted el Banco de Alimentos?
Muchas veces, cuando ves a la gente que lo está pasando mal y tú estás poniendo un pequeñito granito de arena para resolver ese problema, es una satisfacción impresionante, una satisfacción que no se paga con dinero. Es lo que nos mueve, hacer que sea más liviano para la gente que lo está pasando mal. La satisfacción de un deber como ciudadano y una obligación que tenemos todos de ayudar a la gente que lo necesita.
¿Cómo definiría el papel del Banco de Alimentos en Salamanca?
Imprescindible. Si no hubiera sido por el Banco de Alimentos, por Cruz Roja y por Cáritas no sé qué hubiera pasado con mucha gente. Lo hubiera tenido que hacer el Gobierno pero como económicamente andaba mal.
Sobre todo durante la crisis.
Estamos hablando del tiempo de crisis. Ha sido una obra que nos ha metido en un protagonismo que no buscábamos pero que gracias al Banco, por lo menos hemos aliviado las necesidades de mucha gente.
¿Considera que la labor del Banco de Alimentos es suficientemente conocida por la sociedad?
Yo creo que ahora ya sí. Somos Príncipe de Asturias. La Junta de Castilla y León nos dio la Medalla del Mérito a los Valores Humanos y tenemos premios a nivel local, regional, nacional,.. La gente nos reconoce y nos conoce bastante bien.
¿Recuerda alguna situación especialmente dura?
Nosotros no estamos en contacto directo con la necesidad, pero recuerdo especialmente una. Me dijeron: «que viene un señor, le hemos dicho que no podemos darle pero insiste». Salí y me dijo: «tengo dos niños y no tengo para darles de comer ni de cenar esta noche, les ruego que me den algo porque si no mis hijos no tendrán para comer». Le preparamos un pedido urgente y le derivamos a una asociación cercana a él para que pudiera seguir ayudándole de la manera adecuada.
¿Tienen algún a necesidad importante?
Necesidades, siempre tenemos muchas, pero el año pasado, Amancio Ortega donó cuatro millones de euros para necesidades de infraestructura en todos los Banco de Alimentos. Nosotros hemos recibido 74.628 euros y los hemos empleado en dos cámaras, una de frío y otra de mantenimiento. Hemos dotado a las naves de estanterías y toro. Pero tenemos más necesidades, por ejemplo tenemos tres furgonetas que ya tendríamos que renovar alguna, pero para ello necesitaríamos el patrocinio de personas así de generosas. Hay muchas empresas más que dan cantidades para dotar a los Bancos de Alimentos. Estos convenios son ya como consecuencia del prestigio que han cogido los Bancos a nivel nacional. La gente confía en nosotros y no podemos defraudarlos. Esto nos obliga a ser mejores y hacer las cosas cada vez mejor.
¿Es generosa Salamanca?
Muy solidaria, de hecho en las grandes recogidas estamos entre los diez primeros de España. Recibimos 1,37 kilos de alimentos donados por cada habitante, cuando a nivel nacional la media es de 0,48.
¿Cuáles son los retos del Banco?
Es desaparecer, pero como es imosible, mantenemos la ilusión para seguir ayudando a la gente.