El fútbol es un mundo de tópicos. Desde las ruedas de prensa de los entrenadores hasta las entrevistas postpartido a los futbolistas, pasando por los ... comentarios técnicos de los analistas o las opiniones de los aficionados en general. Hay tantos que sería imposible hacer una lista de todos ellos, pero estoy seguro de que sin tener que pensar demasiado a todos se nos pasan varios por la cabeza. Uno de ellos es al que hace referencia el título de este texto. En el mundo del fútbol se suele utilizar para referirse a un jugador habitualmente joven que, o bien está jugando muy bien, o tiene que hacerlo para poder gozar de oportunidades. Y aquí, en Valladolid, ese tópico tiene nombre propio: Kike Pérez.
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Sergio ha dicho en más de una ocasión que quiere que los chavales del filial tiren la puerta. Kike no sólo la ha tirado, la ha arrancado, la ha hecho pedazos y está bailando encima de ella. Es cierto que el contexto le ha favorecido mucho ya que con el equipo salvado y con el Promesas haciendo la mejor temporada desde su creación, con la fase de ascenso a Segunda en el horizonte, ha sido fácil darle la alternativa. En otra situación hubiera sido una quimera, pero llegado el momento uno tiene que aprovechar las oportunidades, y vaya si lo está haciendo.
Llevamos dos temporadas reclamando un sustituto para Míchel. Independientemente de los gustos futbolísticos de cada uno, es un jugador que necesita descansar demasiado a menudo como para permitirnos no tener un recambio en esa posición. La excusa era que no había un jugador de ese corte en el mercado que pudiéramos pagar y que si no es para mejorar la plantilla mejor no malgastar. Pensamiento totalmente lógico, pero sorpresas te da la vida, resulta que ese jugador ya lo tenemos. Cosa que, por cierto, ya dijo Miguel Ángel Gómez en su día.
Debutar contra el Atlético de Madrid y jugar sus dos primeros partidos como titular ante Valencia y Barcelona, siendo en ambos encuentros el mejor, no es casualidad. Es la demostración de que está preparado. Además, con 23 años, cuenta con una edad perfecta para dar el salto. Madurez y ambición a partes iguales. Es su momento.
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La pelota está en el tejado del entrenador. No tengo ninguna duda de que si al chico le dejan, la baja y se pone a jugar con ella.
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