Salisu, el valor de la cantera

El central de Ghana, como no hace tanto Toni Villa, representa el valor de la cantera. El triunfo de los que suben seis días por semana a los Anexos –a veces siete– con el anhelo de que un buen día subirán al primer equipo, ya sea por el infortunio –como le sucedió a Waldo con la lesión de Hervías– o por la necesidad económica del club –en el caso de Salisu con la venta de Calero–. Solo cuando sonríe esa conjunción de los astros, solo entonces, en una tarde como la de ayer sonríen desde todos los rincones del estadio. El propio protagonista, desde luego. Pero la sonrisa también alcanza al entrenador, que fue quien se la jugó apostando por un joven de 20 años sin ninguna experiencia en Primera. También al director deportivo, que se trajo hace dos años un diamante sin pulir con todas las dudas del mundo y alguna más. Los entrenadores de cantera, que siempre reman contra corriente y a menudo de espaldas a las necesidades del responsable del primer equipo de turno. Y, sobre todo, los que esbozaron una gran sonrisa cuando Salisu empujó el balón a la red estaban desperdigados por el estadio. Unos acompañados de sus padres, otros muchos de sus compañeros de vestuario. Unos llevan más años que el césped artificial subiendo a los Anexos y otros recién acaban de empezar. Y todos ellos, unos y otros, se vieron reflejados por un instante en la progresión que ha seguido Salisu desde que aterrizara en Valladolid en edad juvenil.

En el fondo el ghanés no hace nada que no hiciera hace un año en el filial, como tampoco hubiera hecho nada distinto si hoy fuera el central titular del Elche o el Rayo Majadahonda. La única diferencia es que ahora el altavoz traspasa fronteras y el gol que anotó, primero como futbolista profesional, llegará a su país mucho antes que aquel que hizo de chilena ante el Racing de Ferrol hace dos temporadas con el Real Valladolid B.

¿Alguien se acuerda de Calero? Salisu no solo ha irrumpido destrozando cualquier expectativa previa sino que ha desfilado con la mejor de las notas por campos como el Villamarín, el Bernabéu o San Mamés. Sin un solo borrón en su expediente, que los habrá, y con la sensación de que la cláusula de salida que le contempla –12 millones de euros– se queda bastante corta acorde a sus méritos y progresión.

Tiene razón Sergio cuando asevera que todo el mérito es del jugador. Pero también es cierto que no todos se juegan las alubias con los de abajo, y ponen buena cara cuando no te han traído un central de treinta y cinco años y bigote. Alguien tiene que poner a Miguel, a Kike Pérez, Zalazar, El Hacen, Doncel,... a Salisu.

«Todo el mérito es de él», aseguró ayer el técnico. «Tuvo una paciencia brutal y trabajó en verano para interiorizar todos los conceptos que nos gustan a nosotros. No sabíamos si iba a salir cedido y él ha roto la puerta. La ha tirado para atrás. Lo más importante ahora es que sepa gestionar todo lo que le está pasando, y para eso tiene un compañero de habitación como es Kiko Olivas que le aconseja. Y que siga por ese camino porque él sabe que si no mantiene ese trabajo se va a ir a la derecha del padre», señaló Sergio, atribuyéndose de forma irónica la paternidad de su debut.

Quien no quiera ver en el Valladolid un club de cantera, una fábrica de jugadores y un equipo obligado a poner jugadores en el escaparate para poder sobrevivir está equivocado y tiene varios problemas. Como los tendrá la entidad si no ve en la nueva Ciudad Deportiva del Pinar de Jalón la llave de su éxito futuro.

Porque allí nacerá el próximo Salisu.