El Real Valladolid toca fondo en el Metropolitano

No era la mejor plaza el Metropolitano para buscar un giro de 180 grados, para cambiar la dinámica. Podía darse, porque el Atlético de Madrid tampoco venía de una situación para tirar cohetes, pero este Real Valladolid ahora mismo tampoco está para lanzar serpentinas. Está más para pasar consulta con el psiquiatra porque cuesta entender que le ha pasado a este equipo. El momento es delicado, aunque admite otros calificativos.

Pacheta decidió cambiar el dibujo en este sistema y jugó con tres centrales., dando entrada a Javi Sánchez, El Yamiq e hizo debutar a David Torres, dejando a Feddal en el banquillo. No fue la única variación; en punta dio entrada a Sergio León y a Weissman. En principio, no parecía mal buscar soluciones a una situación preocupante, pero para que funcione hace falta que los centrales fijen las marcas y no dejen a los delanteros maniobrar con facilidad. Algo había que hacer para revertir la situación.

Aunque la primera acción ofensiva fue del Pucela, tras una galopada de Sergio León, que dejó atrás a Witsel, pero su lanzamiento salió muy desviado, el sistema empezó a agrietarse. Morata lo puso en evidencia. En la primera ocasión mandó el balón fuera y en la segunda se encontró con Masip, aunque la acción estaba invalidada por fuera de juego del delantero. A partir de ahí, el Pucela pareció asentarse en el campo y en su juego. Por lo menos pisaba más el área del Atlético de Madrid. Mucho más que hace una semana en el choque frente al Rayo Vallecano.

Pero fue un espejismo. En cuestión de minutos el sistema de Pacheta saltó por los aires y se vino abajo. En diez minutos encajó tres goles. El primero, de Morata, tras un gran pase de Griezmann. El delantero recortó a El Yamiq y marcó el primero. Poco después iba a ser Griezmann el que anotó el segundo. Y como no hay dos sin tres, el tercero dejó muy mal herido al conjunto de Pacheta. Hermoso remató el saque de una falta de Griezmann. Su primer remate lo paró Masip, pero nada pudo hacer en el segundo. Tres goles y no se había llegado ni a la media hora. Traducido a números, un gol cada diez minutos. La progresión era preocupante. Demasiado fácil, demasiado sencillo.

La segunda parte comenzó sin cambios. Pacheta mantuvo su idea inicial. Y comenzó con dos avisos del Real Valladolid. El primero, de Aguado, con un zapatazo raso que se marchó fuera de la portería de Oblak y la segunda, de Kike, pero su remate también se fue fuera. Dos llegadas. Más que en la primera parte, aunque tampoco exigió mucho al Atlético.

Pero se quedó en eso, en un intento, porque el Pucela no hizo lucirse a Oblak más que en un lanzamiento de Plano y el Atlético no metió un cuarto gol de milagro. Curiosamente fue el 'Cholo' Simeone el que hizo los primeros cambios, dando entrada a Carrasco y a Rodrigo de Paul. Después, a Kondogbia. Y Pacheta no quiso ser menos, dando entrada a Plata por Olaza y a Fresneda por Luis Pérez. El técnico del Pucela cambió a sus laterales, pero no daba la impresión de que el partido se saliera del guion que ya estaba escrito en la primera parte. Correa pudo hacer el cuarto, pero su lanzamiento se fue al poste derecho de Masip y después en el izquierdo.

Los cambios no contribuyeron a mejorar su juego sino a crear cierta confusión. El técnico metió en esta fase del partido a Lucas Rosa por el central Javi Sánchez y el Real Valladolid pasó a cerrar con tres (Fresneda, El Yamiq y David Torres), con Plata por la izquierda y el propio Rosa por la derecha, pero no había lugar para darse una alegría, como la que se dio el Atllético, en el que debutó Memphis Depay. Este sí jugó. Darwin Machís, ni convocado.