El Real Valladolid refuerza el liderazgo de Sergio y descarta poner plazos a su continuidad
Desde el club se suceden los mensajes de apoyo al entrenador, al que se considera el más capacitado para revertir la situación
No hay dudas. Ninguna. Tan pocas hay en el seno del Real Valladolid sobre que Sergio González es el entrenador perfecto para sacar al equipo ... del bache de juego y resultados en el que se haya, que no se duda en filtrar que solo un continuado ataque de locura por parte del catalán a la hora de las alineaciones y los planteamientos llevaría a los rectores blanquivioletas a plantearse un cambio de entrenador. Y como tal situación se entiende que está muy lejos de producirse, la tranquilidad en ese aspecto es palpable en la entidad. Tan palpable que por activa y por pasiva se niega que exista una fecha roja en la que peligre la cabeza del técnico y de Miguel Ribera. Ni los dos próximos partidos, ni el parón de selecciones que deja en blanco la semana del 7 y 8 de octubre. Nada.
Ronaldo, que mantiene prácticamente a diario reuniones telemáticas con el equipo directivo desde su autoimpuesto exilio ibicenco, es de la misma opinión que la Dirección Deportiva y ya le ha transmitido al entrenador su confianza y su seguridad en que esto es producto de unas circunstancias que a no mucho tardan acabarán por revertirse.
Tiempo y lesiones
Cuando Sergio insistía a finales de la pasada temporada, y durante los primeros días de la presente, que cuatro semanas de pretemporada era un tiempo inusualmente corto y que provocaría problemas, no erraba un ápice en su apreciación.
En el diagnóstico que desde el club se ha hecho de las causas de la situación del equipo, la corta pretemporada es la primera de las causas detectadas.
Allá por julio, el entrenador y el director deportivo eran ya conscientes de que el mercado iba a estar muy ralentizado, de que las incorporaciones que se querían efectuar iban a tardar en llegar más de lo normal y de que, por lo tanto, se necesitaría mucho más tiempo para acoplar todas las piezas. Un acople que en el modelo de juego que impone Sergio es complejo. El sistema de ayudas defensivas que implantó el catalán no se adquiere de la noche a la mañana y a los nuevos siempre les cuesta más de lo habitual.
Una prueba de ello está tanto en la desubicación de El Yamiq ante el balón largo que provoca el penalti del Alavés, como en la presión que en muchas ocasiones hace Weissman, totalmente descoordinada del resto de compañeros. Dos ejemplos que fuentes del club ponen para explicar el mucho trabajo que queda aún por hacer. En el fútbol, señalan esas fuentes, la mejora se logra a base de trabajo, de entrenar con intensidad, de mecanizar el rigor táctico. Y el Pucela anda algo bajo de esas tres virtudes aún.
Para más inri, al cuerpo técnico se le ha venido encima en pleno proceso de ensamblaje de los jugadores la pandemia de lesiones que afecta a todas las líneas, pero especialmente a a la defensa. Y es ese un problema que no parece vaya a solucionarse en breve. Las tres semanas de Janko son la expresión real de los males que aquejan a la zona de atrás. En siete partidos no ha podido Sergio repetir línea defensiva. Y así va a seguir hasta, por lo menos, después del parón.
Trabajo, trabajo
«De los problemas se sale trabajando», señalaba ayer un miembro del cuerpo técnico. «Hay que huir de los victimismos y trabajar y trabajar». Insistir en el trabajo táctico a diario y con continuidad es el medicamento que parecen dispuestos a aplicar por vía intravenosa los responsables.
Y para ello existe una fe inquebrantable en que el liderazgo de Sergio –que es el mismo que ya tenía cuando era jugador– cale en el ánimo de una plantilla muy unida, en la que Roberto y Joaquín ejercen de líderes, y que «hace más piña que la de la pasada temporada».
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