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El Real Valladolid Promesas sumó ante el Celta B su quinta derrota en las seis últimas jornadas, continúa sin mostrar visos de reacción y, lo ... que es peor, sin enmendar sus graves problemas en ambas áreas, donde se sigue desangrando sin que nadie ponga remedio. Si es que estas existen fue una muerte dulce, por aquello de que, pudiendo ser goleados, los pupilos de Julio Baptista incluso pudieron sumar en unos veinte minutos finales de fe y buen fútbol.
RV Promesas
Aceves; Lucas Rosa, Palomeque, Amoah, Moreno; Moha (Slavy, min. 70), Carro, Ortuño; Castri (Chuki, min. 60), Arroyo y Sergio Benito.
1
-
3
Celta B
Campos; Carrique (Fran, min. 80), Álex M., Castro, Pampín; Cedric (Lautaro, min. 80), Carbonell, Veiga, Javi Gómez (Beitia, min. 66); Fabricio (Medrano, min. 80) y Miguel (Alfon, min. 66)
Goles: 0-1, min. 21: Fabricio. 0-2, min. 44: Miguel. 1-2, min. 70: Sergio Benito. 1-3, min. 94: Alfon.
Árbitro Etayo Herrera, del colegio vasco. Amonestó a los locales Palomeque y Lucas Rosa y al visitante Fabricio.
El filial vallisoletano inició el partido con buenas sensaciones, comprando el ritmo alto propuesto por el Celta B desde la verticalidad y la presión elevada. Fruto de ello fueron las cuatro ocasiones creadas en los diez primeros minutos, en los que el balón corrió como si se tratara de una final en sus estertores. La oportunidad más clara fue un disparo desde la frontal del área que golpeó en el larguero y cuyo bote, a juicio de Sergio Ortuño, el lanzador, fue dentro de la portería. Sucede que, al contrario que en LaLiga, como en la Primera RFEF no hay VAR...
Al contrario que los blanquivioletas, el Celta B sí aprovechó su momento, valiéndose de la endeblez defensiva local. En un envío largo de Gaizka Campos, Fabricio ganó la carrera a todos para ejecutar a Aceves, antes salvador, y poner el 0-1. Lejos de ser capaces de ajustarse por dentro, por donde el conjunto celeste hacía daño con cada pase vertical que filtraba, ese tipo de acciones se repetían, y a fuerza de ello, antes del descanso, en otro de tantos, llegó el 0-2, obra de Miguel.
La diferencia parecía un mundo, y no solo por lo que reflejaba el marcador. Mientras los vigueses recibían indicaciones a voz en grito de su técnico y demostraban haber olido la sangre, los vallisoletanos erraban en primeros contactos y, cabizbajos, apenas buscaron desde que encajaron el primer gol el área de Gaizka espoleado por el juvenil Arroyo, acompañado de Ortuño.
La placidez con la que navegó el Celta B en la segunda parte, en la que pudo marcar el tercero en otra jugada cortada por el mismo patrón que las anteriores ocasiones de peligro, cambió cuando entró Slavy. En su pimer contacto, con el cuero, activó a un hasta entonces desaparecido Sergio Benito, que redebutaba y que hizo el 1-2, con el que dio nuevo brío al Promesas. Pronto, Arroyo y el propio Slavy rozaron el empate y a Onésimo no le quedó otra que hacer tres cambios de golpe, tras pasar de la calma a la tempestad.
Ese arreón de orgullo, sin embargo, fue efervescente, por más que el 'doble nueve' complicó la vida a la defensa celtiña, algo en lo que colaboraba Chuki asomando en posiciones centrales. Como si fuera más un conjunto curtido en mil batallas, el Celta B apostó por embarrar el juego, desquiciando a la grada, pero también a los que estaban sobre el tapiz. En una dura entrada Lucas Rosa se jugó la roja y con todo lo que corrió el crono con el atropellado tumbado en el suelo los de Onésimo ganaron unos segundos decisivos. Tanto llegó a perder el control el Promesas que Aceves tuvo que evitar la sentencia en una de las pocas jugadas hilvanadas claras de los celestes. La puntilla llegó igual, sin embargo, ya casi en el 94', en las botas de Alfon, en un contragolpe que llevó al marcador la verdad de lo que fue la quinta derrota de los de Baptista en seis jornadas.
A pesar de la derrota, Julio Baptista acabó «orgulloso» con el esfuerzo realizado por sus jugadores, debido a que estuvieron «vivos hasta casi el minuto 90». El técnico del Real Valladolid Promesas destacó, como había hecho en la previa, lo «desequilibrantes» que son los jugadores del Celta B «en todas las líneas» e invitó a «reconocer el talento de esos rivales» más que a ver los errores propios. De hecho, a su juicio el partido, «bonito para los dos equipos», pudo tener una resolución diferente si sus ocasiones de la primera mitad hubieran llegado a buen puerto o si el partido se hubiera ido al descanso «con un 0-1» o con un empate, como quizás merecieron.
Con todo, Julio Baptista no ocultó que quiere «ganar siempre», pero volvió a destacar la labor de formación que vienen llevando a cabo al recordar que «el Real Valladolid no era un club que llevaba muchos jugadores a la selección», al contrario que ahora, que han ido cinco en lo que va de año. Volviendo a su plantel, «esperaba algún refuerzo más» allá de Sergio Ortuño y Sergio Benito, pero dijo ir «a competir hasta el final» con los que tienen a su disposición.
Por su parte, Onésimo Sánchez, técnico celeste, reconoció que sus pupilos se habían «dormido un poco» en la segunda mitad, lo que provocó ese paso hacia adelante de los vallisoletanos, aunque, en su opinión, su triunfo fue merecido y pudo ser por mayor renta.
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