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El Real Valladolid se enfanga en El Alcoraz
El equipo de Sergio pierde en cinco minutos una ventaja de dos goles y muestra una preocupante inconsistencia defensiva
El Real Valladolid bordeó el ridículo en Huesca, donde volvió a exhibir una cara lamentable. Pasan las jornadas, se suceden los rivales y el equipo ... de Sergio González no es capaz de sumar una victoria que calme unas aguas cada vez más revueltas. Las enseñas defensivas de este Pucela han saltado por los aires y, con parejas tan poco cuajadas como Bruno y El Yamiq, la zaga blanquivioleta es una verbena.
Ayer, el Real Valladolid se las prometía muy felices cuando se encontró con un 0-2 en el marcador que pavimentaba el camino hacia el ansiado triunfo. Sin embargo, en solo cinco minutos, la película romántica se había convertido en un film de terror. Con un par de brochazos, el Huesca neutralizó la ventaja de un Pucela infame con tendencia a la inmolación. El 2-2, mantenido contra viento y marea por los guantes milagrosos de Roberto, no alcanza para llenar el estómago tras seis jornadas de dieta blanda y actuaciones circenses.
El Huesca salió a por todas ante un Real Valladolid timorato, a la expectativa, con poca personalidad y esperando la maduración del partido. Los oscenses acapararon la posesión, con un ritmo lentorro, que no conseguía romper las líneas visitantes. Solo Toni Villa buscaba pozos en zonas peligrosas, retratando a Seoane, al que logró sacarle una falta lateral que sirvió para que Alcaraz, de vuelta al once, probase las manos de Andrés Fernández.
Pero al aviso blanquivioleta respondió el Huesca con un cabezazo a quemarropa de Rafa Mir, siempre liberado de los débiles marcajes de Bruno y El Yamiq, dos centrales hechos de mantequilla. Roberto, al que Sergio mantuvo en el once, sacó el primero de sus guantes gloriosos en el primer aviso serio del Huesca.
Huesca
Andrés Fernández; Maffeo, Pulido, Siovas, Luisinho (Javi Galán, m.76); Seoane, Pedro Mosquera, Borja García (Sergio Gómez, m.76); Ferreiro, Rafa Mir y Ontiveros (Sandro, m.55).
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Real Valladolid
Roberto; Luis Pérez, El Jamiq, Bruno González, Nacho Martínez; Alcaraz (Kike Pérez, m.63), Fede San Emeterio (Joaquín Fernández, m.63); Waldo (Carnero, m.79), Toni Villa (Weissman, m.74), Óscar Plano; y Guardiola (Marcos André, m.74)
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Goles: 0-1 (m.34), Bruno. 0-2 (m.50), Waldo, de penalti. 1-2 (m.51), Rafa Mir. 2-2 (m.55), Sandro.
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Árbitro: Figueroa Vázquez (comité andaluz). Amonestó a Bruno, Maffeo y Joaquín
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Otros datos: El Alcoraz, sexta jornada. Sin público en las gradas por la pandemia de covid-19.
El Real Valladolid trató de hincharse. Waldo (derecha) y Óscar Plano (izquierda) ocuparon sus demarcaciones naturales, pero sin encontrar demasiados espacios. En un saque de esquina en corto, tejido entre los dos extremos, el envío de Plano silbó hacia el área, donde un hábil Bruno le robó el bocadillo a Pulido y cabeceó a gol el 0-1. Bien. Miel sobre hojuelas. El Pucela se puso por delante ante un Huesca al que le había costado horrores marcar durante las primeras cinco jornadas.
Con el viento a favor, el Real Valladolid recuperó algo de posesión, pero siguió emitiendo preocupantes señales en su línea defensiva. Antes del descanso, Roberto tuvo que aparecer de nuevo con la capa de superhéroe para abortar un nuevo testarazo de Rafa Mir, siempre mejor que sus defensores. Con el 0-1 al descanso, era cuestión de coger aire, repasar algunos conceptos, sujetar al Huesca y no perder la cara a un partido que, contra todo pronóstico, comandaba el Real Valladolid en el marcador. En los primeros 45 minutos, la posesión era de 70%-30% favorable para los locales, pero Bruno se había llevado el gato al agua y en el fútbol lo que cuenta son los goles, no las posesiones estériles.
El partido se puso de color rosa cuando Toni Villa, de nuevo el mejor jugador (si excluimos a Roberto Jiménez, tremendo con sus paradas) burló a Seoane con un par de amagos, culebreó en el área y recibió la tarascada del centrocampista azulgrana. Penalti a favor. Bingo. Bien. Grande, Toni.
Waldo Rubio asumió la responsabilidad de lanzar desde los once metros, una suerte maldita para el Real Valladolid en más de una ocasión. Con personalidad y una brillante ejecución, Waldo descerrajó el 0-2 a la derecha de Andrés Jiménez, que adivinó la intención, pero cuya estirada resultó estéril.
Ahora sí, que el partido estaba ganado. Por fin una victoria. Los tres puntos en el zurrón. Solo había un problema: quedaban cuarenta minutos por delante. El Real Valladolid, un equipo con tendencia a meter los dedos en los enchufes, decidió electrocutarse por la vía rápida. El saque de centro del campo fue una oda a la infamia. El exblanquivioleta Ontiveros se sintió libre para meter un pase a Rafa Mir, al que Bruno dejó pasar como si se tratase de un colega para batir a Roberto. En pocos segundos, la ventaja pucelana quedó reducida al 1-2.
El Huesca olió el canguelo y Míchel Sánchez dio entrada a Sandro Ramírez, aquel delantero que la pasada campaña anduvo peleado con el gol en el Real Valladolid. Le bastaron 19 segundos en su debut con los oscenses para mojar, llevar el 2-2 al marcador y dejar al Pucela con una tiritona de escándalo. Sandro se aprovechó del balón desviado por Roberto, que esta vez había cabeceado Siovas, ante la absoluta deserción de la defensa pucelana, una zaga con la consistencia de un barquillo mojado, indigna de un equipo de Primera División
Sergio movió piezas y creó una nueva medular, con la entrada de Kike Pérez y Joaquín, y otra delantera, con Weissman y Marcos André. El Huesca dominó, creo peligro y aculó a un Real Valladolid temeroso. Siovas metió miedo y también Rafa Mir, siempre desatado. Con el partido rotísimo, Marcos André ejecutó, tras un gran control, un disparo desviado que pudo cambiar todo el guión y dejar un desenlace alternativo. Pero no, el balón no entró. Y el Pucela sintió de nuevo el fango de los errores groseros, la despersonalización defensiva y la falta de victorias. Su tendencia es preocupante. Muy preocupante.
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