El Real Valladolid empata sin goles en un partido con muchas ocasiones

Aunque quede ese regusto por el empate son más las buenas sensaciones que deja el partido. Lo malo, la falta de acierto. Lo bueno, la imagen de un equipo que compite, que arriesga, un bloque sólido, ordenado... Hay ocasiones que los partidos que terminan con empate a cero suelen ser aburridos, monótonos... El choque entre el Real Valladolid y Osasuna fue todo lo contrario. De aburrido, nada, aunque ninguno de los dos equipos marcara. Fue un partido con ritmo, con oportunidades, con emoción, con paradas, de los porteros...

Lo que funciona, no se toca. Eso debió pensar Pacheta, que puso en liza frente a Osasuna el mismo equipo que salió de inicio hace una semana en el Reale Arena, la misma defensa en la que Hongla se mantuvo de central, el mismo centro del campo... el mismo dibujo, manteniendo a Sergio León en punta de ataque.

Pero había una diferencia. Este partido lo jugaba el Pucela en casa, en Zorrilla, ante su afición. Y el comienzo fue de nuevo prometedor por parte del Real Valladolid. Una mala cesión atrás permitió a Sergio León enfilar la portería de Aitor Fernández. Sin embargo, la carrera hacia el área fue frenada por Aridane, que fue con todo al suelo. Un saque de esquina sin consecuencias, con la anécdota del resbalón de Monchu incluido.

Fue un choque intenso desde el inicio, los dos presentaron batalla. Osasuna dejó claro que había llegado a Zorrilla con una idea clara. Meter intensidad al partido. Avisó con un par de acciones de Chimy Ávila y con un remate de Pablo Ibáñez al poste, que llevó ese escalofrío de susto al cuerpo, aunque la acción estaba invalidada por fuera de juego del jugador del conjunto navarro. Fueron minutos de mucho movimiento, con los dos equipos intensos en sus acciones. Osasuna se asomaba a los costados del área pucelana, pero sin mucho peligro porque sus centros se perdían por la línea de fondo.

El Pucela aceptó el reto. Poco a poco, el equipo de Pacheta se iba imponiendo en los duelos individuales y en las segundas jugadas. Sin complejos, valiente, como le gusta al técnico local. Machís era un estilete por la banda izquierda, una pesadilla para Moncayola. El venezolano obligó a Aitor Fernández a realizar la parada de la tarde. Y lo volvió a intentar poco después, pero su disparo, esta vez más centrado, lo atajó con seguridad el portero de Osasuna.

Se gustaba el Real Valladolid en estos minutos. Con buenas jugadas y llegadas constantes al área de Osasuna. Una tras otra. Generaba juego y centros de esos que Larin miraría con envidia desde el banquillo. Si Machís se animaba por la izquierda, Plata hacía lo propio por la derecha. Lo hizo bien el equipo, pero.... (dichosos peros) le faltó acierto en sus remates. La defensa del Osasuna, en particular Aridane, no daba a basto para achicar balones. Aridane precisamente sacó un balón picado de Machís cuando la afición ya lo veía dentro. El exblanquivioleta fue el mejor de Osasuna, sin duda, en esta primera parte en la que el Real Valladolid fue mejor.

Eso sí, aunque se gustase, tampoco podía relajarse. Un remate de Torró, limpio y sin oposición, casi le cuesta un disgusto a Masip, al equipo y la afición. Su remate salió fuera. Aunque el resultado fue de empate a cero al descanso, fue una primera parte entretenida, con ocasiones y llegadas como para que el Pucela se hubiera adelantado en el marcador.

La segunda parte comenzó con los mismos protagonistas y los ánimos encendidos tras una disputa entre Plano y Aridane que acabó acaba con el de Osasuna llevándose el balón y el del Pucela en el suelo reclamando falta. El Real Valladolid tenía el mando del partido, con otra (una más) finalización de Machís, pero su remate salió alto. Fue de nuevo el más incisivo y la tuvo de nuevo, más clara, en un saque de esquina al corazón del área que el venezolano mandó a la grada.

Salió de nuevo con mucha decisión y determinación el conjunto de Pacheta, aunque Osasuna puso el corazón en un puño al estadio entero. Se sacó un remate casi de la nada y el balón pegó en el poste. Era una locura de partido porque Osasuna no se vino abajo.

Quizás por eso Pacheta decidió mover el banquillo. Dio entrada a Roque Mesa por Monchu y a Larin por Sergio León. El canadiense fue recibido con una atronadora ovación cuando entró al campo. Y casi marca en esa conexión que hay entre Machís y Larin. Centro del venezolano al que no llegó a rematar el canadiense. Otra más para la colección. Si llega a marcar se cae el estadio. También debutó Amallah y se le vio detalles muy interesantes.

Esa fase era un ida y vuelta. Masip tapó un centro de Rubén García y en la siguiente jugada, Juan Cruz tapó el disparo peligrosísimo de Plata, el guardameta del Real Valladolid tuvo que intervenir con acierto en un lanzamiento de Kike García que apuntaba a la escuadra...

Dio la impresión que fue al conjunto de Arrasate al que le sentaron mejor los cambios que introdujo el técnico del conjunto navarro ante un Pucela que en esa fase andaba un poco desajustado y permitió que Osasuna fuese creciendo en el partido. De hecho, Masip salvó a su equipo. Roque Mesa perdió un balón y en una transición rapidísima de Osasuna Darko puso a prueba la templanza de Masip. Larin pudo dar la victoria al Pucela en el último suspiro, pero su remate, centrado, lo atrapó Aitor Fernández. Pudo ganar, pero también pudo perder. Quizás por eso el punto es bueno y son ya tres las porterías a cero consecutivas.