Real Valladolid: Se buscan soldados

La reflexión tiene que ver con una realidad constatable en base, por un lado, a los dos únicos jugadores incorporados hasta la fecha –uno confía en que sean cuatro más en la medianoche del lunes–, Nikitscher levanta 193 centímetros y Aidoo defiende otros 184 y 80 kilos de puro músculo, y por otro a la escasa calidad y carácter frágil que muestra la plantilla cada vez que recibe un golpe en el mentón –el que le dio Ayoze en La Cerámica al borde del descanso lo tumbó sin la más mínima capacidad de reacción–.

A este equipo cualquier soplido lo manda a la lona, da igual que el púgil tenga pedigrí (Villarreal) o le falte músculo (Espanyol). Desde que Catoira decidió en agosto que la zaga no era una prioridad –los capítulos con el lateral izquierdo, Boyomo y ahora Juma pasarán a la historia del club–, el Valladolid es una lágrima permanente. Las fugas son continuas. Unos días lloramos con Cömert, alguno menos con Cenk, ayer con Javi Sánchez, otros temblamos con David Torres,... Y, paradójicamente, los únicos que transmitían felicidad (Boyomo y Juma) ya no están.

Por ahí se pueden explicar muchos de sus males, desde luego el que le tiene encajando una media de dos goles por partido desde el mes de agosto, y por ahí debe empezar ya a remar.

Y como recuperar la categoría perdida va de hombres, y no de nombres, en la planta (cada vez menos) noble deben remangarse en busca de soldados que den la talla y lo dejen todo en el campo. Tienen que llegar guerreros, y con todos ellos armar Cocca un batallón con suficientes garantías como para ganar al menos siete partidos en los próximos cuatro meses.