El versión más canchera también suma

Pezzolano tiene una extensión sobre el terreno de juego. Es Martin Hongla. El uruguayo utiliza un dibujo mixto. 5-3-2 cuando el rival azota en oleadas y 3-5-2 para desplegar el acordeón. El camerunés se convierte en el vértice. Cierra el embudo cuando el contrario aprieta y se disfraza de piedra angular para que el primer pase tenga sentido. Siempre está en el sitio, destila contundencia y suele apostar por el criterio, sin complicarse, cuando el balón pasa por sus botas. El técnico ha encontrado el equilibrio a través de un sistema que apenas presenta grietas. La solidez de Hongla hace mejores a Joaquín y El Yamiq, que terminó con el ojo parcheado tras un balonazo.

Al Pucela le ha cambiado la cara en tres semanas. La bondad se marchó con Pacheta. Atrás quedaron las buenas sensaciones sobre el césped y las lágrimas camino del vestuario. El cuadro castellano afronta los partidos con la mandíbula prieta. Pezzolano plantea una presión avanzada con los laterales profundos para ahogar al contrario y el centro del campo escalonado. La asfixia comienza en el feudo contrario. Lo hizo perfecto hasta el 1-0. Después, jugó con el marcador y el tiempo. Sufrió porque perdió la pelota, algo que el técnico debe corregir para evitar que los aficionados vayan a Zorrilla con desfibrilador en lugar del bocata.

El Real Valladolid fue arrimando las posaderas al burladero al son del 1-0. El paso de los minutos le hizo buscar el nudo antes que desatar la cuerda. Demasiado en juego. Media permanencia. Partido a partido, segundo a segundo. Pezzolano tardó en borrar la pizarra para buscar aire fresco. La lentitud puso en riesgo el resultado. Cuando movió ficha, el Pucela respiró, aunque la agonía no terminó hasta que el colegiado empujó el último soplido. El centro del campo estaba exhausto y las costuras asomaban por los perfiles. Aguado, Machís y Luis Pérez abrieron el pulmón blanquivioleta, aunque ayer tocaba buscar una estocada certera antes que un volapié de pañuelos en el tendido.

En la última aventura del Pucela en Primera, Ronaldo se empeñó en mantener a Sergio. No quiero ni recordar el resultado. Pacheta iba por el mismo camino hasta que el club decidió apostar por Pezzolano. Siete puntos en tres partidos. Poco más que añadir. Oro puro cuando resta un suspiro para el desenlace. La victoria de ayer otorga calma e inyecta optimismo. Hace un mes, la permanencia era una quimera y apuntaba a más de 40 puntos. El derrumbe de ilustres como el Espanyol y el Valencia puede abaratar el premio. En cualquier caso, el Pucela ha salido del arcén y ya circula por el centro del carril. Queda mucho, pero ya vivo más holgado.