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El blanquivioleta Arnu y el rojiblanco Manu Lama se agarran durante el Real Valladolid-Granada del pasado lunes. Carlos Espeso

Los fardos acumulados

De nuevo, a masticar arena ·

Un penalti absurdo, en este caso a favor del Pucela, devolvió los puntos perdidos en Riazor por otro absurdo penalti

Joaquín Robledo

Valladolid

Martes, 4 de noviembre 2025, 19:40

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El pasado pesa, por momentos abruma. Su ineludible presencia demanda a cada cual la carga de unos fardos plúmbeos, de unas sacas de tacto molesto; ... un engorroso trajín. El presente, en su afán por encontrar un espacio libre que posibilite continuar el camino, estiba esa carga, la acomoda; pero le resulta imposible ignorar la mercadería acumulada. En ocasiones, de tan saturado como se haya el ánimo, el alma, el espíritu o como quiera que se denomine ese interior nuestro, carece de sentido la expresión 'la gota que colmó el vaso' porque el vaso viene de antemano colmado, no le cabe una gota más. Cualquier menudencia vertida a partir de entonces rebasa la cabida del recipiente, supera sus bordes, cae, moja hasta, gota a gota, lágrima a lágrima, empapar. Un 'entonces' ampliamente superado por una afición, la del Valladolid, que no encuentra espacio para almacenar más decepciones. Las que llegan –y llegan– se amontonan, se desparraman, sepultan, incapacitan hasta para respirar. Los silbidos de la grada, un aire que surge del aplastamiento, de la compresión provocada por el agobiante bagaje, informan de ese hastío. Con ellos, la afición, esencia –lo permanente, por definición– del club, muestra que sus pulmones absorben y expulsan aire, que se mantiene la vida, que cabe esperanza. Los pitos son los de una afición que no digiere una eliminación copera ante un equipo de tercera. Y no la digiere, no por falta de raciocinio para asumir que el fútbol es un deporte en el que lo imprevisible hace acto de presencia, un juego dispuesto a sorprender, sino porque la eliminación sucede a una derrota en casa en una temporada inmediata a la anterior, la que laceró de forma tan cruel que la herida tardará años en cicatrizar.

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