Querer, poder... y viceversa

Si la primera mitad nos había deparado un Pucela mandón, con la posesión del balón favorable y sobre todo con un espíritu ganador claro, la segunda nos dejó la imagen opuesta.

Ese Pucela se había quedado, al igual que Selim Amallah, en el vestuario y el que comparecía ya no era el mismo aunque fuese vestido igual.

El error de Masip lo cambió todo a peor ¡sin duda! Se oscureció el juego, bien a pesar de que Fresneda y Larin bordaron la jugada de la noche, la de Javi Guerra aparte, aunque no acabase en gol.

A partir de ahí nos dejamos ir de forma errónea al encontrarnos relativamente cómodos, mientras un Valencía nervioso y atacado lo intentaba sin éxito.

Ese error se acrecentó con unos cambios que terminaron por empeorar claramente el rendimiento global del equipo.

El mediocampo, que se había ido desgastando a base de esfuerzo, y sostenído aduras penas por Kike, Aguado y Monchu pedía ayuda. Se imponía pues, pausa y cambio, o retener el balón y presionar tras pérdida; es decir, algo que Roque Mesa e Iván Sánchez lo tienen interiorizado por sus condiciones naturales de base futbolística.

Ni Plano ni, mucho menos, Kenedy dieron su medida real porque ni es su tarea habitual ni tuve la sensación de encontrarles estusiasmados en comparecer en esas demarcaciones; querer es poder... y ayer resultó viceversa.

Por concluir con los porqués razonados de una derrota regalada, no hay duda de que la lesión de Amallah, el error de Masip, el larguero de Fresneda y la falta de acierto con unos cambios inadecuados, fueron las claves de ella.

Si Pablo Pezzolano ya ha dado con el once de inicio y lo repite –¡bravo por él!–, no hay duda que los dos Sánchez más Mesa, Aguado y Machís ocupan pole a la hora de entrar en boxes. Ayer, con el cambio a neumáticos lentos resultó letal.