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La clave está en la SAD (Sociedad Anónima Deportiva), es decir en esa coletilla que viene a significar que éste nuestro Pucela deja de serlo ... cuando toca decidir su futuro más inmediato, porque llegados a ese punto solo cabe asomarse al balcón de la actualidad y contemplar el espectáculo. Sin más.
Actores de voz, pero sin presencia escénica de voto, a día de hoy, a los abonados solo nos resta especular con aquello que le pueda suceder al equipo; algo para lo cual ya no tendremos ni presencia ni mucho menos representación asamblearia. Lo que en nuestro caso convierte esta entidad en algo mucho menos deportiva y sí, por contra, mucho más anónima.
Si desde un primer momento la sede deportiva se dirige desde Brasil, no es menos cierto que la de Madrid, y a efectos económicos se gestiona con nombres propios y apellidos conocidos; algo que convierte en residuales y meramente burocráticas las dependencias del estadio ¿Hay quién dé más…?
Dicho lo cual, y acogiéndome al derecho de opinar sobre el asunto, creo que se hacía obligado ponerlo de relieve para saber de lo que hablamos. Y lo hacemos de una entidad deportiva que presenta en su último balance mas de 245 empleados; es decir, un lujo asiático tan megalomaníaco y caprichoso como innecesario, costoso y absurdo.
En este contexto habremos de convenir que esa gestión económica, en modo fiasco palpable, viene a ser el inicio de los males deportivos subsiguientes; tanto como que los graves problemas económicos en forma de pagos inaplazables fueron el barreno que horadó la pared deportiva para extraer a Enzo Boyomo, Juma Bah, Kike Pérez y Lucas Rosa iniciada la competición. Y pared picada, pared derribada. Todo ello gracias una gestión deportiva anterior tan errática como increíble.
Así pues, con un presidente desconectado de la ciudad -distraído en 'sus cosas'- y un timón de mando huérfano de patrón y a la deriva, se terminó con la embarcación alcanzando puerto de descenso. El problema es que con éste ya son tres los puertos visitados en estos últimos tiempos. Y eso no hay navío que lo soporte.
Si Ronaldo decide oficializar la venta del club mientras se apea de ese barco hecho trizas que nos deja, los nuevos armadores tendrán como primera, y casi única misión, convencernos con sus hechos. Y ahí reside la segunda clave de este asunto.
Un servidor vivió en primera persona la conversión en SAD del club y la llegada de la familia Fernández Fermoselle con Marcos Fernández a la cabeza. Del mismo modo que, lamentablemente y al igual que todos, fui testigo de su desaparición. Algo que vino a coincidir con el inicio del declive de la institución y que, con el paso del tiempo y de forma progresiva, ha venido a desembocar en lo que hoy tenemos.
A Marcos, que en su etapa final era un perfecto conocedor de este mundo futbolístico, se le abrían las puertas federativas en Madrid. Mientras tanto, rodeado de los mejores, con Ramón Martínez como eje fundamental de su proyecto deportivo, ponía la Residencia en marcha y se adivinaba un estadio terminado y una Ciudad Deportiva próximos en el tiempo. Tenía afición, conocimientos, dedicación plena, y capital suficiente para respaldar aquel proyecto; algo que acompañaba con una gran ilusión por conseguirlo. O sea, lo tenía todo.
Desconozco quiénes y cómo llegarán, cuando lleguen, los nuevos propietarios. Dudo mucho que posean, ¡ojalá me equivoque!, una vinculación afectiva con ciudad y club como la de Marcos Fernández. Y espero que traigan las ideas muy claras y las personas más idóneas para sacar esto adelante. Y para ello, que no se olviden de los pocos, poquísimos, que estando en el club, tienen la valía necesaria para continuar ya que de lo contrario cometerían un error imperdonable. De plantilla y entrenador, si les parece, hablamos otro día.
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