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A pesar del cúmulo de titulares que hoy se podrían utilizar para encabezar este análisis, me niego a buscar algo que pueda hacer mención a ... esas catorce jornadas que llevamos sin ganar un partido o a los 81 goles –¡qué se dice pronto!– que llevamos encajados en lo que va de liga; del mismo modo que no me parece oportuno dar realce alguno, por escandaloso que sea, a la gestión mancomunada de Ronaldo, Catoira y demás miembros de la Dirección del Club hasta dar con el crédito y la imagen centenaria de la institución por el suelo de la forma más vil.
No voy a entrar ya en valoraciones técnicas de los tres entrenadores habidos, porque a los técnicos lo único que nos avala son los resultados, y ahí...
Sin embargo, voy a quedarme con una última imagen de un puñado de valientes con la elástica pucelana enfundada y una bandera del club prendida en la barra de la grada que rezaba un deseo contrapuesto a la dura de las realidades: «Pucela. Somos de Primera».
Pues bien amigos, desde hoy el Pucela ya no es futbolísticamente de Primera. Desde el próximo día 3 de mayo 'competiremos' en Primera División siendo ya oficialmente un club de Segunda. Entonces será verdad eso de competir ¡sin jugar a nada! mientras la falacia del mentiroso análisis de Catoira se une al fracaso colosal de un delantero top mundial venido a nada como presidente.
Y ahí sí volveremos a ser nosotros los aficionados quienes tomemos el verdadero protagonismo, justo ese que nos han hurtado todos estos personajes. Hemos acabado desde ayer con el agónico contar hacia atrás para establecer fecha del óbito deportivo final, y ¡desde ya! es tiempo de cambio.
Algo que comienza por la Presidencia y termina con el club en otras manos. Algo de lo cual hablaremos porque el cambio supone novedad pero el éxito del mismo hay que demostrarle después.
Lo de ayer en Heliópolis fue de nuevo muy triste para todos, jugadores y técnicos incluidos. Descender es durísimo, se lo aseguro, pero hacerlo con dignidad es obligatorio. Algo que Anuar con su cabeza lo certificó. Nada se salvó ayer... nada.
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