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Una formación del Real Valladolid en su primera temporada, 1928-29, en la que acreditó una insaciable capacidad goleadora, especialmente en el Campeonato Regional. De pie: Pablo López, Martín, Garrote, Sierra, Pedro San Miguel, Echevarría, Arana y Evaristo San Miguel. Arrodillados: Anduiza, Sarralde y Orúe.
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Goleadas del Real Valladolid a Burgos y Salamanca en la primera temporada de la historia

El Pucela endosó una docena de goles al Burgos y otra al Salamanca en la campaña 1928-29

José Miguel Ortega

Sábado, 11 de octubre 2025, 10:40

Situémonos en la temporada 1928-29, con el Real Valladolid recién fundado que en el encuentro amistoso de su presentación, frente al Alavés de Ciriaco ... y Quincoces, había ganado por 2-1 encandilando a su afición de cara al primer torneo oficial, el Campeonato Regional, en el que además del equipo vallisoletano participaban la Ferroviaria, la Cultural Leonesa, la U.D. Burgos y la U.D. Salamanca.

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Los sistemas de juego de hace casi un siglo propiciaban resultados amplios porque se jugaba con dos defensas, tres medios y cinco delanteros, cosa que los aficionados agradecían porque el gol era la principal razón de ser de aquel deporte inventado por los británicos y que se había extendido por todo el mundo.

El debut oficial del Real Valladolid tuvo lugar el 7 de octubre de 1928 en el campo de la Sociedad Taurina, frente al Burgos –entonces se llamaba Unión Deportiva Burgos– a quien habían acompañado numerosos seguidores desplazados en tren y en autobuses desde la capital del Arlanza.

El técnico del conjunto blanquivioleta, Esteban Platko, presentó una alineación muy parecida a la del día de la presentación contra el Alavés: Arana; Martín, Garrote; Orúe, Echevarría, Sarralde; Sáinz, Evaristo San Miguel, Pedro San Miguel, Pablo López y Sierra, que a los pocos minutos ya habían abierto el marcador y ejercían tal asedio sobre el área visitante que no era difícil para los espectadores pronosticar una goleada.

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Claro que ni los más optimistas pensaban que el partido iba a concluir con un escandaloso 12-0 que no era, ni mucho menos, un tanteo normal pese a las ya comentadas limitaciones de la zaga frente a la superioridad numérica de la delantera contraria.

El pobre portero burgalés, de nombre Pablito, se pasó la hora y media recogiendo el balón del fondo de sus mallas, dando lugar a no pocas chanzas de los aficionados locales que se habían colocado en las inmediaciones de la portería visitante.

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El principal protagonista de aquel diluvio goleador fue Perico San Miguel, asturiano que se había trasladado junto a su hermano Evaristo a la Universidad de Valladolid para estudiar Medicina. Seis de los doce tantos llevaron su firma, repartiéndose el resto Sierra (2), Sáinz (2), Orúe y Evaristo.

La Unión Deportiva Salamanca visitó el feudo vallisoletano el 18 de noviembre y, aunque el pronóstico apuntaba a un cómodo triunfo local, pocos optimistas podían suponer que iba a repetirse la copiosa goleada que los vallisoletanos le habían endosado a la U.D. Burgos. Esta vez no fue Pedro San Miguel el mayor depredador del área rival, sino Pipi Pombo, que no había jugado contra el Burgos.

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El cántabro, que se incorporado después al conjunto blanquivioleta junto a su hermano Chuchi fue una auténtica pesadilla para la defensa charra y, naturalmente, también para el guardameta Pérez. Nada menos que cinco tantos marcó Pombo, siendo los autores del resto: Pablo López (4), Pedro San Miguel (2) y 'Chano' Echevarría (1).

La formación vallisoletana de aquel día fue: Arana; Martín, Garrote; Foyaca, Echevarría, Pipi Pombo; Sáinz, Anduiza, Pedro San Miguel, Pablo López y Evaristo San Miguel.

La capacidad goleadora del equipo dirigido por Esteban Platko no solo se puso de manifiesto en estas dos palizas a burgaleses y salmantinos cuando éstos visitaron el feudo vallisoletano, sino también cuando el Valladolid jugó en Burgos, donde ganó por 1-5, y en Salamanca, donde se impuso por un apabullante 0-8, es decir que sumando los tanteos a la U.D. Burgos le endosó un 17-1 y a la U.D. Salamanca un 20-0 en los dos encuentros del Campeonato Regional que, sin embargo, no ganó el Real Valladolid sino la Cultural Leonesa, pues aunque ambos terminaron empatados a puntos dicho torneo, en el encuentro de desempate jugado en Madrid, la Cultu derrotó al Pucela por un apretado 4-3.

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Independientemente de la extraordinaria capacidad realizadora del Real Valladolid, que marcó 53 goles en solo ocho partidos, el entrenador no estaba muy conforme con las actuaciones del portero José Arana, a quien apodaban pomposamente el Zamora mexicano, que era uno de los pocos profesionales que tenía el Valladolid, con 400 pesetas de ficha.

Arana resultó ser un fiasco porque ni era mexicano, ni se parecía en nada a Ricardo Zamora ni, sobre todo, aportaba la sensación de seguridad que el equipo necesitaba para competir, cuando terminase el Campeonato Regional, en la Liga del Grupo B de la segunda división en el que estaba encuadrado el Real Valladolid.

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Se fichó al portero Castro, con mucha más presencia física, que estaba en el Extremadura cedido por el Real Madrid y dio la sensación de ser más solvente que Arana, aunque tampoco logró aportar lo que necesitaba el equipo para competir ante rivales más fuertes que los que había encontrado en la región. El Valladolid terminó sexto entre diez participantes y con los problemas económicos que en mayor o menor medida iban a acompañarle en toda su trayectoria.

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