«¿Pero tú qué crees? ¿Me voy de vacaciones? ¿Me compro un equipo y me voy de vacaciones?». Estas palabras son de Ronaldo en el ... ayuntamiento, en su presentación como nuevo dueño del club. No son inventadas ni parafraseadas ni alteradas; son literales, así que el príncipe Ali Ababwa puede guardar silencio esta vez. La hemeroteca no perdona y siempre acabamos siendo esclavos de nuestras palabras.
Mientras el Real Valladolid se desangraba en Getafe, su presidente jugaba al tenis en Brasil, emitiéndolo en directo para que cualquiera pudiera comprobar el desgobierno actual del club. Tengo dudas de si en la mano portaba una raqueta o el cuchillo con el que ha apuñalado a su equipo, provocando una herida que duele el doble. Ronaldo Nazário no es un magnate, un jeque o un millonario caprichoso: él entiende el fútbol y conoce el sentimiento, la pasión y el sufrimiento, y nos está dejando morir. Hace tiempo que todo le da igual, pero la falta de respeto ya es manifiesta. Se está burlando del Real Valladolid y sus aficionados en vivo, en directo y en abierto para todo el mundo.
En el eterno debate sobre el momento adecuado para la crítica y la protesta la preferencia ha sido siempre pegar una patada hacia delante poniendo excusas: ni antes de un partido o temporada, porque hay que esperar; ni durante, porque hay que apoyar al equipo; ni después, porque es ventajista. Ese debate está finiquitado. Este Real Valladolid es el peor de la historia en Primera en la jornada catorce; viene de hacer su peor temporada en Primera (con Sergio en el banquillo) y de dos descensos consecutivos por primera vez. El denominador común es un Ronaldo Nazário que si no es el peor presidente, dueño y propietario de la historia del club, está muy cerca de lograrlo. Ya no podemos ni debemos esperar más. La paciencia se ha convertido en temeridad y seguir sentados, callados y contemplando acabará convirtiéndonos en cómplices.
Nunca le ha faltado al equipo el apoyo de la grada y aun así vamos camino del sexto descenso en veinte años. Justificar el silencio durante un partido para no crear un clima propicio para el rival es absurdo. Si así fuera, el ascenso de la temporada pasada hubiera sido imposible. Ya basta de tolerar todo lo que está pasando. No podemos permitir que Ronaldo siga pisando la historia de un club casi centenario.
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