El teclado de Tierra de Campos
El francés Francis Chapelet, de 81 años, repasa desde Abarca su labor de conservación de órganos hispánicos
Jesús garcía-prieto
Palencia
Domingo, 25 de agosto 2019, 09:05
Francis Chapelet es el verdadero descubridor del órgano hispánico. Por sus venas corre música en estado puro y estos últimos años, ha logrado trasladar ... el amor que siente por el órgano hispánico a los vecinos de la pequeña localidad de Abarca de Campos, lugar en el que se creó en el año 2010 una fundación que lleva su nombre y que se encarga de proteger estos instrumentos. El músico reconoce que «para aprender a manejar el órgano, es importante dominar el piano», a la vez que considera que toca el piano «de manera correcta, pero soy un mal pianista», dice con modestia.
Chapelet cosechó sus primeros premios de órgano, improvisación y armonía en el Conservatorio Nacional de París, donde dio sus primeros pasos. Miembro de las dos comisiones de protección de órganos del Ministerio de Cultura, ha dado a conocer la música de órgano a través de numerosos discos premiados. Es asimismo el principal impulsor del renacimiento del estudio e interpretación del llamado órgano ibérico, y gracias a su iniciativa se han podido recuperar numerosos órganos por toda la geografía española, con especial atención al trabajo llevado a cabo por su fundación en Tierra de Campos.
Durante veinte años fue catedrático de Órgano en el Conservatorio Nacional de Burdeos y director de la Academia Internacional de Órgano en Tierra de Campos, aunque desde hace unos años, Chapelet ha seguido desarrollando su actividad como concertista internacional, colaborando en las campañas de investigaciones organísticas en América Latina.
Se han cumplido nueve años desde que crease la fundación que lleva su nombre en Abarca de Campos, donde existe un auditorio con tres órganos, un piano de cola, un clave y un armonio, y donde se celebraran regularmente conciertos durante todo el año. El pasado 3 de agosto, el organista ofreció un concierto (que este año cumplió su duodécima edición) bajo el título de 'Bach en Abarca', dedicado a la figura del insigne músico. «Estoy muy contento con cómo salió el concierto. Calculo que habría unas ochenta personas y hubo gente de pie, creo que todo un éxito para un pueblo tan pequeño», señala Chapelet orgulloso de que en la localidad palentina exista una verdadera pasión por la música. «También suelo dar un concierto para el pueblo en el auditorio para la fiesta de San Sebastián en enero. En verano, los conciertos son más escasos, aunque siempre hago un espectáculo en la iglesia en agosto. Pero los conciertos de órgano suelen gustar mucho al público», afirma el organista.
Desde hace años alterna residencia entre la localidad donde están sus raíces, en el suroeste de Francia, y su 'pueblo adoptivo', Abarca de Campos, donde tiene su sede la Fundación Francis Chapelet para continuar la labor impulsada por el músico en un auditorio. Además, dirige un taller donde enseña a tocar y a conservar los instrumentos. «Hace seis años comenzamos unas clases de órgano, aunque uno de ellos no estaba todavía terminado. Se presentaron unas treinta personas para estudiar el instrumento, muchos de ellos sin saber nada. La cifra se ha reducido últimamente porque es muy difícil el estudio del órgano, y hay mucha gente que no tiene tiempo. Pero tenemos personas que siguen muy interesadas en su estudio, como por ejemplo el pastor de Autillo de Campos, que casi todos los días estudia tres horas. Es más, se puede contar con él si se necesita a alguien que toque en una iglesia», ensalza Chapelet.
Para una localidad pequeña como es Abarca de Campos, que un músico de la envergadura de Chapelet haya decidido instalarse durante una buena parte del año allí es algo muy positivo. La fundación es la encargada de organizar un buen número de conciertos. «Hacemos alrededor de 40 conciertos al año. Y desde luego, no hay ningún sitio, exceptuando a Palencia capital, donde se hagan tantos. Tenemos la suerte de que siempre hay mucha gente, tanto del pueblo como fuera», destacó Chapelet.
El afamado organista pasa buena parte de su tiempo en la localidad palentina. «Me gusta venir siempre que me apetece, no tengo una fecha en concreto. En enero, por ejemplo, me gusta quedarme durante todo el mes. Hace veinte años aproximadamente había nieve y me era casi imposible venir, pero ahora no hay problema porque es raro ver nevar», afirma Chapelet, que a lo largo de su vida ha hecho sonar órganos en medio mundo (Europa, Brasil, Perú, Bolivia, Canadá o Estados Unidos). «Me agrada mucho tocar en Abarca, porque todos son amigos. Prefiero eso a tener que hacer un viaje a Boston para tocar. Antes me encantaba viajar, pero ahora toco menos porque hay ciertas etapas de la vida en las que hay que descansar. Ahora que toco menos, me gusta hacerlo en Francia o aquí, mis dos casas», explica Chapelet.
El organista y concertista internacional ha constatado cómo en los últimos años España ha recuperado la cultura del órgano, con la ventaja de que los instrumentos se han mantenido intactos desde su construcción. «Abarca es el pueblo del mundo que más órganos tiene por habitante», ya que suma cuatro y un clave «y suenan todos», apostilla.
Para hablar del proceso de restauración de un instrumento de esta envergadura en Palencia, hay que retroceder hasta la década de los 70. «Cuando vine por primera vez a Paredes de Nava y hablé con el cura, me dijo que no usaban el instrumento y decidí darle una dirección de un organero y arregló los dos órganos de Paredes», recuerda Chapelet, que pronto comenzaría a impartir sus primeras lecciones. «Empecé la primera clase denominada 'Academia de Órgano' y se presentaron seis alumnos venidos de Francia de un nivel bastante elevado. Años después, restauramos los dos órganos de Fuentes de Nava», rememora el organista, que siguió consecutivamente atendiendo a ese interés en otras localidades de la provincia. «Tras Fuentes de Nava, hablé con el cura de Frechilla, que me tendió la mano para alojar a los alumnos de la academia en un palacio del pueblo», afirma Chapelet, que poco tiempo después recaló en Abarca, pueblo del que se enamoró desde el primer momento. «Tras establecerme en el pueblo, me puse en contacto con un organero francés, que tiene una casa en Capillas y ha hecho un trabajo extraordinario. Después, decidimos restaurar los órganos de Ampudia, Castromocho, Capillas y Villaumbrales. Durante quince años, hemos hecho una academia fabulosa con mucha gente de Alemania, Japón, Estados Unidos, aunque ya decidí dejarlo porque necesitaba parar», explica el organista, consciente de que para lograr la restauración de los diferentes instrumentos y la creación de la Fundación, han hecho falta subvenciones. «Hemos recibido ayudas importantes, porque este edificio está hecho con tierra, y sin esas ayudas esto hubiese sido imposible de realizar».
Todos los órganos son diferentes, ya que difieren en tamaños y acústicas, al igual que los instrumentos. «El órgano más grande permite la ejecución de la música barroca, romántica e incluso moderna del continente, ya que tiene dos teclados y un pedalero de 30 notas», agrega Chapelet, comparando los instrumentos con los españoles. «Son muy distintos. El teclado está reducido, no hay pedalero. Es un órgano hecho para tocar la música española de los siglos XVI y XVII, pero después la producción musical para órgano en España se paró, excepto en Cataluña y el País Vasco», dice Chapelet explicando la diferencia de España respecto a Europa. «En España, la desamortización paró el tiempo y los órganos se han conservado intactos, sin modificaciones, tal y como eran. España es el relicario de órganos auténticos más importante de Europa. La provincia de Palencia en particular es la que más instrumentos tiene. Llegó a tener unos cien, aunque han desaparecido bastantes y hay muchos deteriorados», señaló Chapelet.
No obstante, décadas después de su llegada, el organista cree que en España el interés por este instrumento es reciente. «Hace 40 años la gente no sabía lo que era un órgano, porque muy pocos habían escuchado alguno». A sus 81 años, Chapelet sigue desarrollando una agenda de concertista, aunque con menos conciertos que en anteriores años, asegurando que siempre ha escogido él los lugares donde tocar. «Siempre lo he hecho donde había un órgano que me gustaba, no en cualquier sitio», concluye Chapelet.
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