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Soto de Cerrato se engalana para honrar a San Antonio de Padua
Las fiestas han comenzado este viernes con la eucaristía y la procesión al patrón con las danzas
Con el repique matinal de las campanas, los vecinos de Soto de Cerrato han inaugurado este viernes sus fiestas patronales en honor a San Antonio de Padua. Tres días de actos religiosos y festejos populares acompañan una tradición que refuerza la devoción al 'Santo Milagrero', patrón al que, desde siempre, se encomiendan quienes buscan objetos perdidos o buenos matrimonios para las jóvenes del pueblo.
El momento central tuvo lugar por la mañana con la solemne ecaristía en la iglesia parroquial, seguida de la procesión que distingue a Soto de Cerrato en toda la comarca. A diferencia de otros desfiles de corte tradicional, los soteños bailan. Armados con un pañuelo al cuello (evocación clara de San Fermín), los participantes avanzan y retroceden al compás de la dulzaina, conformando un pasacalle de ritmo vivo que culmina al rodear la imagen del santo en la puerta del templo.
«Las danzas son uno de los momentos más especiales y esperados. Es un sentimiento de todos los soteños que se transmite de generación en generación. No hay reparto de papeles: quien siente orgullo por su pueblo, sale a bailar», señaló una vecina tras terminar la procesión.
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Aunque la primera referencia escrita a este baile no aparece hasta finales del siglo XIX, la tradición oral atribuye su origen a la gratitud de los fieles. Estas danzas espontáneas nacieron como un gesto de ofrenda pura, un modo de agradecer al santo las lluvias beneficiosas y los partos sin complicaciones.
El recorrido completo ocupa en torno a un kilómetro por las calles del municipio. Durante las paradas en puntos estratégicos, los danzantes se despliegan marcando el paso hacia adelante y hacia atrás, sin guion alguno. El aprendizaje se transmite de forma oral, de joven a joven, preservando la esencia de un rito vivo que trasciende lo meramente folclórico.
Una tradición que mira al futuro
En los últimos años, el Ayuntamiento de la localidad de Palencia ha reforzado el acompañamiento musical con tamborileros, sin desvirtuar el protagonismo de la dulzaina ni la espontaneidad del baile comunitario. Mujeres y hombres, sin distinción de edad, participan con idéntico fervor, confirmando que esta danza no solo enriquece la procesión, sino que refuerza el vínculo entre lo humano y lo divino.
Cuando la procesión concluye y el silencio recupera las calles, queda impresa la estela de este rito colectivo. Soto de Cerrato demuestra así que la verdadera devoción no se limita a la solemnidad del rezo, sino que se expresa también en el balanceo libre de sus pies, rindiéndose a San Antonio de Padua con música y movimiento.
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