
Luis Bermejo, actor
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Luis Bermejo, actor
«Siempre estaré en deuda con el teatro, me ha salvado la vida»La obra 'Hoy tengo algo que hacer' narra las peripecias de un cómico callejero que, siguiendo la tradición picaresca, parte del hogar con el propósito ... de comprender qué es tener una ocupación cotidiana. Un personaje al que da vida el actor Luis Bermejo (Madrid, 1969), uno de los grandes secundarios del cine y la televisión y que se prodiga, sobremanera, sobre las tablas. El intérprete, que lleva tres décadas en la profesión, iba a inaugurar el pasado día 4 la Primavera Cultural del Teatro Principal de Palencia, pero la función fue suspendida y finalmente actuará este viernes, a las 20:30 horas. Bermejo, también director y productor escénico, protagoniza este soliloquio que firma Pablo Rosal.
-Madrileño de cuna y con ascendencia extremeña...
-Así es y hago patria de mi ascendencia extremeña siempre que puedo y cuando me escuchan. Zarza de Montánchez es la tierra de mis muertos y de la gente que he querido. Es el sitio de mi recreo, como dice la canción de Antonio Vega, y un lugar muy especial para mí. Toda Extremadura tiene espacios abismales y fantásticos.
-Pablo Rosal diseñó a medida para usted el personaje que interpreta en 'Hoy tengo algo que hacer'...
Eso dice él. Sí, es cierto. Pablo me vio en 'El minuto del payaso' que, por cierto, he representado recientemente en Valladolid, y se quedó tan prendado de mi trabajo y de la propuesta que me propuso trabajar con él.
-¿Se ve reflejado en las historias que cuenta en este soliloquio?
-Por supuesto. Pablo lo escribió pensando en mí. El personaje es un tipo que, entre tantas dudas, se da cuenta de que no tiene nada que hacer y se cuestiona qué hace la gente. Para mí, es un profeta que decide prospectar sobre el quehacer diario y en su viaje iniciático se va encontrando con maestros. La gran capa de este personaje, al que considero un héroe romántico, es que no sabiendo qué hacer descubre que con su acción sobre el escenario honra al hacer. Pienso que el oficio de actor es el más honesto que se puede hacer en la vida, como otros pensarán de sus profesiones.
-¿Qué reivindica este cómico callejero al que da vida?
-Muchas cosas. Es un canto a la alegría y al humor y honrar el presente. El personaje hace un viaje a la luz. Una frase de T.S. Elliot, que me parece fantástica y que encaja con la actitud de este cómico, reza: «No dejaremos de explorar y el final de nuestra exploración será llegar al punto de partida y conocer el lugar por primera vez».
-¿Se siente cómodo actuando 'solo ante el peligro'?
-Una de las cosas más interesantes del teatro es la sensación de peligro. Hay algo misterioso que te atrapa cuando uno actúa solo en el escenario. Nunca pensé que pudiera abordar un trabajo en solitario, aunque realmente nunca te sientes solo; el espacio es inmenso y en él puedes encontrar morada con los espectadores. Con 'El minuto del payaso' ya me puse a prueba en esta tesitura y 'Hoy tengo algo que hacer' es mi segunda experiencia en solitario.
-¿A qué sector de la población de Palencia recomendaría ir a verle en este monólogo?
-En el Teatro Principal de Palencia he actuado muchas veces, es uno de los cinco espacios referentes donde actuar de toda España. Además, su programadora cultural, Pilar Alcalde, es una crack, va a verlo todo y comparte mucho con las compañías. Su labor genera un buen nivel de audiencia y eso se nota en el resultado final, no solo en los programas, sino en el encuentro con el público. 'Hoy tengo algo que hacer' es un espectáculo muy transversal y el público va a sentirse muy identificado. Hoy en día, el teatro es un lugar al que se puede ir para reaccionar, reflexionar y estar en paz y en calma. El teatro, a pesar de que siempre ha estado en crisis, está viviendo un momento muy saludable; no obstante, me surgen dudas de si los gobernantes apoyan y quieren al teatro. El teatro es un espacio libre y una tribuna donde uno sale siendo mejor persona.
-A nivel profesional, usted siempre tiene algo que hacer, está presente, sobremanera, en el teatro, y también en el cine y la ficción televisiva...
-Da la sensación de que los actores estamos siempre ocupados porque coinciden muchos trabajos en el mismo espacio de tiempo, pero algunos de esos proyectos se pergeñaron mucho antes. De todas formas, yo no me puedo quejar, soy un actor afortunado y, si no trabajo, me lo invento. En ocasiones, también me llaman para dar clases y la pedagogía me resulta agua fresca y me remoza; poder transmitir este oficio a gente que está empezando es maravilloso.
-En casa y en sus ratos de ocio, ¿su agenda está llena?
-A mí me gusta leer, escribo disertaciones que se me vienen a la cabeza, pero lo que más me gusta es parar y no hacer nada. Me parece un momento de plenitud ir a una plaza a dar un paseo y sentarme en un banco o quedar a charlar con un amigo o una amiga. Esas situaciones son como un manantial que brota muy vivo, tan vivo como si te lees una buena novela o rescatas a un clásico, como El Quijote.
-¿Continúa con la gira de 'El traje', obra que protagoniza con Javier Gutiérrez y que representaron en el Teatro Ortega de Palencia en septiembre del año pasado?
-No, ya se cerró y con notable éxito. En estos momentos, estoy empezando a ensayar, junto a Javier Gutiérrez y Alba Planas y Natalia Hernández, la obra 'Los yugoslavos', de Juan Mayorga, y que se estrenará en mayo en el Teatro de La Abadía de Madrid y con la que iniciaremos la gira en otoño. Javier y yo somos pareja de hecho artística (risas).
-¿Compartir la vida con otra persona dedicada al mismo oficio es la comunión ideal?
-Si fuera alguien como Javier Gutiérrez, desde luego que sería ideal. Pero si te refieres a Malena Alterio, con ella he compartido una parte importante de mi vida, pero desde hace tiempo me pierdo en las aguas de la soledad. Hoy, Malena, con la que tengo una extraordinaria relación, es mi familia; de hecho, en Semana Santa representaremos juntos en el Teatro del Barrio otro texto de Pablo Rosal, 'Los que hablan'.
-¿El teatro le da más satisfacciones que las cámaras?
-La pregunta es un agravio comparativo. El teatro es un gran patrimonio común que hay que respetar. Yo lo venero e intento cuidarlo. Estamos comprobando que, cada vez más, la gente va a ver a esos oficiantes del teatro que somos los actores y disfruta mucho. El teatro tiene un presente absoluto y, como actor, eres soberano del trabajo y es un espejo que te confronta y que te formula preguntas. Yo debo muchísimo al teatro y con él siempre estaré en deuda porque a mí me ha salvado la vida. A orillas del teatro siempre se está muy bien.
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