La sequía se agudiza y los regantes del Carrión temen que les corten el agua a finales de mes
La escasez pone en peligro la rentabilidad de cultivos como el maíz, la remolacha, patatas y hortalizas
Almudena Álvarez
Palencia
Sábado, 6 de agosto 2022, 00:05
La escasez de lluvias en primavera, las temperaturas elevadas y las olas de calor tempranas y prolongadas están dejando secos embalses, ríos, arroyos, fuentes y ... manantiales. La sequía que se está viviendo estos meses en la provincia de Palencia está poniendo en riesgo la viabilidad de cultivos de regadío como el maíz y la remolacha, el agua para el ganado y en algunos casos, hasta el abastecimiento de agua potable de muchos vecinos.
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La Cuenca del Duero registra actualmente el peor dato de reservas de los últimos cinco años y los embalses de la provincia de Palencia salen mal parados en la media, con el 50% del agua que han tenido de media en la última década y por debajo del 30% de su capacidad en el Sistema Carrión. El embalse de Camporredondo al 27,8% y el de Compuerto al 26,7%, según los últimos datos facilitados por la Confederación Hidrográfica del Duero que ve con preocupación como los dieciocho embalses que gestiona en la cuenca del Duero han finalizado julio 12,2 puntos porcentuales menos que hace un año y 11 por debajo de la media de la década, con una situación desigual en la que son los dos del sistema Carrión, junto con el de Aguilar de Campoo (21,1%) en el Sistema Pisuerga y el de Villameca en León los que menos agua llevan.
Una situación dramática que se aleja mucho de lo deseable para poder contar con agua suficiente hasta finales de septiembre y poder recoger lo sembrado. Ya en junio la Confederación Hidrográfica del Duero declaró la situación excepcional por sequía extraordinaria en los sistemas Carrión y Pisuerga lo que ha obligado a planificar las campañas de regadío al milímetro para no perder una gota de agua, al igual que en el resto de la Cuenca.
En el reparto del agua, a los regantes del sistema Carrión (67.000 hectáreas equivalentes) les tocaron 3.500 m3/ha, «casi la mitad de la dotación de un año normal como el pasado en que tuvimos 5.000 m3/ha y lejos de lo que sería suficiente (6.000 m3/ha)», asegura Moisés Fernández, presidente de la Junta Central de Usuarios del Carrión (que suma 33.000 ha y siete comunidades de regantes). Eso obligó a dejar de pensar «en verde» y sustituir maíz, alfalfa y remolacha por otros cultivos que requieren menos agua como el cereal o el girasol, que beben menos, aunque sean menos rentables económicamente. Aun así, los cálculos han hecho aguas, y la situación no deja de complicarse mientras la poca agua que hay en los embalses y canales se va evaporando por las altas temperaturas. «Nos quedan 18 hectómetros en los pantanos, así que lo más probable es que nos corten el agua la última semana de agosto», señala Moisés Fernández.
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Por eso, en la Cuenca del Carrión, donde están acostumbrados a sufrir y a sudar por cada gota, recordarán este 2022 como «un año malo», pero no como el peor. «El peor fue el 2017. Ese año ya nos cortaron el agua de riego en julio», recuerda el presidente de la Comunidad de Regantes del Bajo Carrión, José Antonio Ibarlucea. Para evitar sustos, se planificó la campaña contando con la escasez de agua y si otros años se sembraba el 30-35% de «verde», este año se aconsejó sembrar menos porque no había agua embalsada en los pantanos. «Hemos sembrado menos cultivos de verano, pero aun así nos vamos a quedar sin agua en agosto», insiste Moisés Fernández. Si esto sucede, se pondrá en peligro la rentabilidad de alfalfas, remolacha y maíz y de todos los cultivos que tienen un ciclo largo, incluidas las patatas y las hortalizas, porque, «si no podemos darles un último riego, el ciclo se quedará muy corto y no va a dar la producción que tiene que dar ni la rentabilidad esperada».
Las comunidades con más problemas son las que no se pueden abastecer de Riaño y dependen de los embalses del Carrión
El próximo 10 de agosto se reúne de nuevo la Junta de Explotación para poner las cartas sobre la mesa. «Pero, si la cosa sigue así, la última semana de agosto ya no vamos a poder regar», insiste Fernández mientras se lamenta de que «en el mejor de los casos llegaríamos al 31 de agosto», cuando una campaña normal se cierra el 30 de septiembre.
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Además, como señala Moisés Fernández, la situación se complica aun más para los regantes de la cuenca a los que no les llega la aportación de Riaño, que ayuda a salvar los trastos, pero viene al Canal de Castilla y solo puede llevar el agua hasta el Serrón. Por eso las comunidades que más problemas tienen son las que no se pueden abastecer de Riaño (Carrión-Saldaña, Bajo Carrión, Canal de Palencia y Canal de la Retención) y dependen exclusivamente de los pantanos del Carrión que «en este momento están muy mal». Esas comunidades tendrán que repartirse los 18 hectómetros que quedan en los pantanos y eso «es una cantidad ridícula para regar 30.000 hectáreas», subraya. Con todo, Moisés Fernández recuerda las necesidades de una cuenca «acostumbrada a padecer» porque el río Carrión y los pantanos de Compuerto y Camporredondo «dan para lo que dan» y urge la modernización de los regadíos y las presas de la Cueza, que «no van a resolver totalmente el problema de agua del Carrión, pero paliarían la situación porque se podría tener agua embalsada de unos años para otros». Teniendo en cuenta que, de todas formas, el sistema Carrión va a seguir dependiendo de Riaño (que ayuda a regar 12.000 hectáreas) aunque se hagan las balsas de la Cueza. Y que el sistema Carrión es uno de los que menos hectáreas modernizadas tiene – solo 3.000 en la provincia de Valladolid y ninguna en Palencia, aunque hay dos proyectos aprobados que todavía no han tocado suelo-.
Con todo, la lógica es aplastante, todo pasa por tener agua para regar, en los años buenos y en los malos, peor «en un año como este con un sistema modernizado se aprovecharía mejor el riego y podríamos defender mejor los cultivos», sostiene Fernández.
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600 agricultores de diez pueblos siguen a la espera de la prometida modernización del regadío
Los casi 800 propietarios (600 regantes) del Bajo Carrión se llevaron una sorpresa el pasado 23 de julio cuando vieron que el BOE no incluía la modernización del regadío que estaba comprometida con los regantes y contaba con el visto bueno de la Junta de Castilla y León, de la Sociedad Mercantil Estatal de Infraestructuras Agrarias (SEIASA), y del propio Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Ese día entendieron que la obra para construir una tubería de 20 kilómetros que llevaría el agua del río Carrión por presión hasta la entrada de Carrión, no iba a ser financiada porque se había excluido de la Fase II del Plan para la mejora de la eficiencia y la sostenibilidad en regadíos, dotada con 46 millones y que, si va a beneficiar a la margen izquierda del Porma y al Canal de Inés y de Eza, en la provincia de Soria. «Una obra fundamental para aprovechar el agua en una cuenca deficitaria», explica el presidente de la Comunidad de Regantes del Bajo Carrión, José Antonio Ibarlucea, que esta misma semana fue a Madrid para trasladar el malestar de los regantes al presidente de SEIASA, Francisco Rodríguez Mulero. No solo es una obra esencial para el Bajo Carrión, que los regantes esperan como agua de mayo desde 2017, es que además es una obra que encaja como un guante en los planes de eficiencia del Gobierno, porque una vez construida la tubería «el consumo energético será cero porque se aprovecha el desnivel desde Gallinas hasta Villoldo», asegura Ibarlucea.
Con estos argumentos volvieron a arrancar el compromiso del presidente de SEIASA de volver a dar luz verde a esta obra, aunque habrá que esperar al principio de 2023 para verlo. «Nos ha prometido que en enero se hará una ampliación del plan o una nueva fase dotada con 200 millones de euros y que ahí estaremos los del Bajo Carrión», sostiene Ibarlucea con tono precavido y la esperanza de que esta vez sea cierto, para que por fin los diez pueblos y las 7.000 hectáreas de cultivo que se beneficiarían de este trasvase vuelvan a entrar en el bombo de la modernización de los regadíos.
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