El reino de los dedales y las telas de Palencia baja la persiana
Tejidos Montse comienza el periodo de liquidación del género, a la espera de que alguien continúe con este negocio «que funciona»
Comenzó hace cuarenta años (cumplidos ya el 2 de mayo) en una tienda de 18 metros. Y ahora atiende a los clientes en un establecimiento ... de 450 metros entre las dos plantas del mismo. El negocio Tejidos Montse llevaba mucho tiempo forjándose en su cabeza, ya que siempre le gustaron los mostradores y las telas, y comenzó de la manera más casual.
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Pasaba con su marido, allá por 1985, por la calle Valentín Calderón de la capital palentina y leyó un cartel de 'se traspasa'. En ese mismo instante, le comentó que le gustaría «poner una tienda de tejidos» y tras darle muchas vueltas e ir a ver un día el negocio, comenzó una andadura que se ha extendido durante cuatro décadas y se ha convertido en referente de Palencia, de la región y también del país, ya que goza de clientes de otros puntos de España. Siempre le apasionó el mundo de las telas, aunque no aprendió a coser bien hasta que fue, ya casada y con hijos, a clases de corte y confección.
Permaneció en esa primera tienda durante 32 años (fue necesario ampliar estanterías y hacerlas con más fondo), hasta el 4 de septiembre de 2017 que se trasladó hasta la actual, situada en la calle Joaquín Costa, en la que lleva ya 8. «Hemos trabajado muchísimo, pero ya llegan mis 70 años. He disfrutado muchísimo de mi trabajo, he sido muy feliz, pero llega el momento de parar un poco», reconocía emocionada Montse Fernández.
La espina que se le queda clavada es que el negocio no continúe sin ella –como desearía–. «Lo que más me gustaría es que alguien se quedase con ello porque es tan bonito y Palencia tiene tan pocas cosas, que me da pena», reconocía Montse, que trabaja de lunes a sábado con las dos trabajadoras que tiene en la tienda. «Somos tres y ya nos cuesta trabajo», aseguraba, sobre la carga de clientela que soporta el negocio. La verja se levanta cada día a las 10 de la mañana y ya hay gente esperando para entrar a coger el número y esperar su turno para ser atendida.
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«Algunas veces me dicen que qué suerte he tenido, pero ha sido una suerte trabajada, haciendo muchas horas y con mucho esfuerzo», aseveraba. Mucha gente, clientas de hace años, le recuerdan cuando puso la primera tienda, cómo esperaban en filas, en la calle para ser atendidas.
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«El lunes comenzamos la liquidación y a ver lo que da de sí. Hay mucho material, es mucho lo que hay y costará un tiempo», afirmaba. No es capaz de cuantificar todo el material que hay, es imposible, ya que en mercería simplemente tiene «más de 50.000 referencias», mientras que los tejidos son muy difícil de calcular porque todas las piezas son de 10 o 15 metros, y hay muchísima variedad, además de que lleva adquiriendo material cuarenta años. «Como servicio, sí que había al principio, pero era sota, caballo y rey. Azul marino, rojo, negro, beige, blanco y azulón y algún estampado», señalaba. Pero ahora hay infinitamente más y cuarenta años de negocio supone una acumulación grande de tejidos, a pesar de que hizo algo de liquidación «para traer menos» al cambiarse de tienda.
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Los comerciales de los distintos gremios, que recorren y conocen muchos negocios, afirman sin titubear que es la mayor tienda de tejidos de Castilla y León. «'Esto no lo hay en todo Castilla y León, no hay una tienda como esta', es lo que nos suelen decir, así que nos lo tendremos que creer», afirmaba, con una sonrisa.
A día de hoy, mucha gente ve lo que quiere por Internet y acude a la tienda, «pero a veces no tienes lo que te están pidiendo y muestras otras cosas y les convences. Hay veces que para ceremonias piden tejidos que valen muchísimo y les mostramos telas que valen menos de la mitad y salen contentas», rememoraba y añadía que «a veces vienen sin información, solo que quieren hacerse un vestido pero no saben de qué. Así que les enseñas, les muestras y hasta me dicen que no saque más, que ya eligen con eso. Pero a nosotros no nos importa», admitía.
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Nunca ha utilizado ni utilizará la palabra 'despachar', sino 'atender'. «Tardamos mucho en atender porque no despachamos, atendemos. Y no ponemos límite a nadie, que nos da igual la que se lleva un trozo de goma que un traje», argumentaba.
En los cuarenta años que lleva detrás del mostrador, no se ha cogido más de una decena de días seguidos de vacaciones hasta este año, que se cogió medio mes. «Diez días era el tope, pero este año estaba cansada de la cabeza y necesitaba más tiempo, así que descansé quince», aseveró.
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Observaba a su alrededor toda una vida en forma de telas, de cremalleras o de botones, un trabajo al que ha dedicado, con pasión y tesón, cuatro décadas. Pero lo que más pena le daba no era otra cosa que tener que bajar la verja, cerrar el negocio para siempre. «Me gustaría que lo cogiese alguien, de verdad, porque es un negocio que funciona y las chicas se quedarían. A mí no me importaría estar una temporada para ayudar, sin cobrar nada, simplemente para que sepan cómo funciona todo o cómo tratar a la clientela», aseveraba y concluía que la liquidación comienza este mismo lunes.
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