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La doctora Yovana García Villamuza, jefa de la Unidad de Alergología. Marta Moras
Palencia

60 nuevos pacientes acuden cada semana a la consulta de Alergología del hospital

La unidad atiende a más de 120 personas semanalmente entre primeras visitas, revisiones y vacunaciones

Lunes, 2 de junio 2025, 06:48

Cada semana, alrededor de 60 pacientes nuevos cruzan las puertas del Servicio de Alergología del Complejo Asistencial Universitario de Palencia. Es un dato revelador que pone de manifiesto la creciente incidencia de las enfermedades alérgicas, una realidad clínica que, lejos de circunscribirse a la primavera y a las gramíneas, abarca un abanico cada vez más amplio de patologías y grupos de edad. En total, el equipo de Alergología del hospital atiende a más de 150 de personas cada semana, si se suman los nuevos diagnósticos, las revisiones y los seguimientos. A eso se suma la actividad de la Unidad de Inmunoterapia Avanzada, que administra vacunas a una media de 40 pacientes en una jornada específica semanal.

El servicio, compuesto por tres alergólogos, es dirigido desde febrero por la doctora Yovana García Villamuza, quien lleva en la Unidad desde 2009 y en el Hospital Río Carrión desde 2004. La nueva responsable destaca que «la experiencia ha sido muy buena en estos 15 años que llevo trabajando en la Unidad», y reivindica el papel transversal de la Alergología, una especialidad que no se limita a una época del año ni a un solo sistema del cuerpo humano, sino que actúa sobre múltiples órganos y tejidos.

«La Alergología no es una especialidad vertical donde hay alteración de un órgano y nos centramos en el mismo. Es una especialidad horizontal en el que la patología puede afectar a cualquier órgano de nuestro cuerpo», explica la doctora. Este enfoque multidisciplinar ha ganado peso en los últimos años, a medida que se han identificado nuevas sensibilizaciones y se ha desarrollado la capacidad diagnóstica y terapéutica del servicio.

La evolución histórica es elocuente. A comienzos del siglo XX, solo entre un 2 y un 3% de la población sufría algún tipo de alergia. Hoy, la prevalencia ha escalado hasta situarse en torno al 20 o 25%, según la alergóloga. Y lo más preocupante según las previsiones de los propios alergólogos que trabajan en la capital palentina. «Se prevé que, en pocos años, sobre el 2050, la mitad de la población tenga una enfermedad alérgica».

Ese incremento tiene varias causas. Una de las principales, según la especialista, es la mejora en el diagnóstico clínico. «Cuadros clínicos que podían parecer que eran de otra índole o incluso se dejaban sin diagnosticar, ahora se sabe que son ocasionados por algún alérgeno. Por ejemplo, el dolor de estómago hace cincuenta años era impensable pensar que pudiera estar ocasionado por un alimento», señala.

Junto a las tradicionales alergias al polen -especialmente al de gramíneas-, la Unidad atiende con frecuencia casos relacionados con alimentos, medicamentos, ácaros del polvo, epitelios de animales y sustancias químicas de uso cotidiano, como ciertos materiales presentes en productos industriales o domésticos. También es cada vez más común la patología alérgica ocasionada por hongos, favorecidas por determinadas condiciones de humedad o el polvo sahariano que arrastra alérgenos desde otras zonas geográficas.

«Estamos viendo en los últimos años mucha sensibilización y mucha patología, alguna grave, a causa de las mascotas que conviven en las casas, tanto perros como gatos. La reacción al epitelio puede ser banal o puede tener consecuencias fatales», apunta la doctora. La humedad y el entorno también influyen. «En los dos últimos años los pacientes que están peor son los sensibilizados a los ácaros del polvo, algo que normalmente es más propio de la costa, debido a las lluvias».

En Palencia, las cupresáceas –una familia de árboles y arbustos– se han convertido en el principal enemigo de muchos pacientes, desplazando al polen primaveral como origen más frecuente de reacciones alérgicas. «Estamos viendo otras especies que están dando muchísimos problemas de conjuntivitis y de asma, que son producidos por el polen de las cupresáceas, que polinizan de diciembre a marzo. A día de hoy en Palencia son los pólenes que más problemas están generando».

Este comportamiento estacional demuestra que los alergólogos no son «médicos de primavera», como popularmente se les ha considerado durante décadas. La actividad del servicio se mantiene constante durante todo el año, con picos en diferentes momentos según el alérgeno predominante. «La alergología no es estacional, sino continua», apunta la especialista.

El impacto del cambio climático y de fenómenos como el polvo sahariano contribuye a esta complejidad. «No sabemos si está provocado directamente por el cambio climático. Es verdad que el aumento de las temperaturas y las lluvias pueden ser la causa de que el año pasado hayamos visto pacientes afectados y sensibilizados al polen de gramíneas en septiembre y en octubre. En cuanto a los fenómenos del polvo, estas partículas pueden llevar adherido el polen u otros alérgenos. Además, los pacientes atópicos que están sensibilizados a alérgenos ambientales son muy sensibles a cambios de temperatura y a la polución. Afortunadamente, Palencia puede ser considerada una ciudad sin contaminación», agrega.

Durante la pandemia de 2020, el confinamiento y el uso de mascarillas redujeron temporalmente la afectación clínica, pero no modificaron la prevalencia a largo plazo. «La mascarilla evita el impacto directo del polen y lo mitiga, pero la prevalencia de la sensibilización al polen de gramíneas es similar. Ha cambiado, no tanto por la pandemia, sino porque durante los últimos años la pluviosidad ha sido intensa y tenemos otras especies de vegetales cuyos pólenes son los que ocasionan más patología alérgica».

Más allá del entorno, también influyen los hábitos de vida. «La toma de medicamentos y otras sustancias hace que la flora intestinal sea deficiente, se altere el intestino y se originen alergias alimentarias, pudiendo estar relacionado también con los malos hábitos alimentarios, como la ingesta de comida procesada y el uso de materiales como los plásticos», advierte Yovana García Villamuza.

Aunque las alergias no siempre se pueden curar en sentido estricto, la inmunoterapia permite que los pacientes dejen de tener síntomas o puedan exponerse al alérgeno sin desarrollar reacciones.»El paciente que está sensibilizado a alérgeno ambiental va a estarlo probablemente toda la vida, pero debido a que las vacunas producen una inmunomodulación en los mecanismos que producen estas enfermedades, modifican el curso de la enfermedad permitiendo no tener síntomas en presencia del alérgeno. Podemos interpretarlo como curación porque el paciente no va a tener síntomas».

La Unidad palentina fue la primera de Castilla y León en obtener, en 2022, la acreditación como Unidad de Inmunoterapia Avanzada por parte de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Esto ha permitido optimizar los tratamientos, especialmente en los casos más complejos. «Antes de tener esta Unidad, las pautas de inicio de las vacunas eran muy largas pues el paciente a veces tenía que venir semanalmente durante tres o cuatro meses hasta alcanzar la dosis de mantenimiento. En la actualidad agrupamos dosis, poniendo dos dosis el mismo día o incluso más, con lo que alcanzamos antes la dosis idónea y ahorramos visitas al paciente».

Este modelo intensivo mejora la calidad de vida del paciente y alivia la presión del sistema. «En quince días o en un mes alcanzamos la dosis de mantenimiento. Los pacientes deben estar un poco más de tiempo porque tras cada dosis deben permanecer en la Unidad media hora, pero están controlados por si se originan reacciones. Con la Unidad implantada conseguimos resultados más eficientes para el paciente y para el sistema».

Pese a la mejora en los tratamientos, uno de los grandes retos sigue siendo el diagnóstico precoz. Muchas veces los síntomas alérgicos se confunden con otras patologías respiratorias o digestivas. «Desafortunadamente se tarda en obtener algunos diagnósticos porque se relaciona con otras patologías antes de que sea alergia», lamenta la doctora. «Nosotros luchamos para que no sea así, ya que el diagnóstico precoz es fundamental para que se frene la evolución de la enfermedad».

En este sentido, la comunicación con Atención Primaria es clave, así como la formación de nuevos especialistas. Aunque en Palencia no se oferta la especialidad para MIR, la tendencia a nivel nacional está cambiando. «Estamos viendo en los últimos años que es una especialidad que sí que se está solicitando. Es una especialidad que diagnostica y trata a pacientes de todas las edades, a lo largo de todo el ciclo vital, es muy dinámica e interesante y muy agradecida, parecemos investigadores privados puesto que no nos importan solamente los síntomas clínicos, sino que queremos saber por qué se producen».

La Alergología, lejos de ser una especialidad estacional, se perfila como un campo esencial para la medicina del presente y del futuro. Y su actividad, como demuestra la cifra de más de 60 nuevos pacientes semanales solo en Palencia, seguirá creciendo a medida que el entorno, los hábitos y la genética sigan alimentando esta ola silenciosa de enfermedades que, aunque a veces invisibles, impactan de lleno en la calidad de vida de miles de personas.

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