Con la huella imborrable del obispo misionero, Nicolás Castellanos
El encuentro promovido por la Diócesis se convierte en otro homenaje póstumo al obispo de Palencia fallecido el pasado 19 de febrero
El encuentro anual con los misioneros palentinos celebrado este jueves ha sido el primero sin la presencia de Nicolás Castellanos, obispo emérito de Palencia y ... misionero en Bolivia, fallecido el pasado 19 de febrero a los 87 años. Castellanos renunció al cargo episcopal en 1991 para marcharse a vivir con los pobres en América Latina, donde fundó en Santa Cruz de la Sierra la ONG Hombres Nuevos y desarrolló una incansable labor social, educativa y pastoral durante más de tres décadas.
El recuerdo del prelado, que fue Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998 y uno de los rostros más emblemáticos de la Iglesia misionera española, estuvo muy presente a lo largo de la jornada, especialmente en las palabras del actual obispo de Palencia, Mikel Garciandía, que compartió su experiencia personal al haber viajado recientemente a América Latina.
«Este año hemos tenido experiencias de misión. El año pasado estaba estrenándome como obispo aquí y este año tengo la suerte de haber tenido dos experiencias de misión. En enero en La Habana, donde pude conocer la situación de la isla. Luego en marzo visitamos a los misioneros palentinos que están en Perú y en Bolivia. Mi motivación este año en el día de los misioneros es todavía mayor que la del año pasado», expresó Mikel Garciandía.
El obispo explicó que uno de los principales objetivos de su viaje a Bolivia era reencontrarse con Nicolás Castellanos, pero el fallecimiento del misionero palentino semanas antes convirtió el plan en un homenaje póstumo. «Nuestra idea era visitar a don Nicolás en marzo, pero al fallecer un poco antes, nuestra visita tuvo ese carácter. Pudimos saludar a su gente, conocer su obra y estar allá con quienes siguen manteniendo vivo su espíritu. Fue muy emotivo».
El legado de Nicolás Castellanos, que incluye más de 70 escuelas, centros de salud, comedores, viviendas y proyectos sociales, sigue vivo en los barrios más pobres de Santa Cruz. La Diócesis de Palencia ha manifestado su voluntad de preservar su memoria como símbolo de entrega y humildad.
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