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«El folk no necesita alcanzar un superventas para hacer giras»El gaitero y flautista José Ángel Hevia Velasco, conocido artísticamente por su primer apellido, ha encumbrado la música celta aderezándola con otros ritmos. Sin embargo, ... en estos momentos, está centrado en transmitir la ortodoxia melódica de su tierra. El inventor de la gaita electrónica multitímbrica, junto a Alberto Arias y Miguel Dopico, se ha embarcado este año en una gira para conmemorar las bodas de plata de la concesión del Premio Platino Europeo, que le fue otorgado tras vender en un año más de un millón de copias de su disco 'Tierra de nadie' (1998). Este músico asturiano (Villaviciosa, 1967) ha incluido a Palencia en este tour y recalará este viernes, 9 de mayo, en el teatro Ortega, acompañado de su banda habitual y de un grupo de dulzaineros palentinos, para ofrecer un concierto revisionista de sus grandes éxitos.
–Este año celebra las bodas de plata del Europe Platinum Award, galardón que recibió por el álbum 'Tierra de nadie' (1998) enrolándose en una gira...
–Aunque la edición del disco cumplió su 25 aniversario hace un par de años, lo que celebramos en este momento es el hecho histórico de que un álbum de gaita recibiera ese galardón. Ya llevamos 27 años de giras ininterrumpidas; nunca hemos parado. A diferencia del pop, el folk no necesita escucharse en las radiofórmulas o alcanzar un superventas para hacer giras. Yo estoy fuera de casa un mes, vuelvo a casa a mi estudio y, al cabo de una semana, actúo en otro lugar.
–¿Será un tour exclusivamente nacional?
–Todos los años actuamos en Italia, donde parece que estamos abonados. El público italiano es muy fiel con los artistas, no te condena por la edad, sino que sigue tu trayectoria de forma incondicional; en 1999 vendimos allí 400.000 discos. En Italia la gaita se asocia a la Navidad y no es raro escuchar música de fondo de Hevia en los grandes almacenes. También, solemos ir a Francia y Alemania, pero en el marco de festivales.
–¿Quiénes le acompañan sobre el escenario en esta celebración?
–Mi hermana María José, con la que toco desde hace más de cuarenta años y que se encarga de las percusiones; Lauren Stradmann, a la batería; Paco Yebra, al bajo; Rubén Rebolleda, al teclado; y yo, con gaitas y flautas.
–¿Qué tiene de especial este viaje conmemorativo?
–La gente podrá escuchar los temas de 'Tierra de nadie', pero revisados, ya que han pasado más de veinticinco años. Hemos transformado la materia original y los músicos aportan su granito de arena en los directos. El sonido es más contundente y, con el tiempo, los músicos tocamos mucho mejor que antes.
–Supongo que los conciertos en teatros como el Ortega de Palencia tendrán un halo más intimista…
–Los teatros son escenarios muy especiales para este tipo de música. La música de raíz surgió para ser utilizada, no para escucharla, es decir, nació para acompañar una procesión, un evento… y, en el momento que la llevas a un escenario, la estás sacando de su contexto. En un teatro cuentas el origen de esa música y eso termina sonando en la pieza que vas a tocar y el público lo recibe de otra manera, focalizando lo que le cuentas.
–¿Cuándo actuó por última vez en la capital palentina?
–En 2018 en un concierto en la plaza Mayor, donde el público prestó una atención exquisita y nos recibieron con los brazos abiertos. Se nota que es gente que usa la música tradicional y que la mantiene viva. Desde hace cuarenta años me une una gran amistad con los Dulzaineros de Campos, con los hermanos Silva, de los cuales José María ya nos dejó. Cada vez que nos vemos hay mucha complicidad. De hecho, para este concierto, Juan Cruz está formando un grupo de dulzaineros que nos acompañarán, por lo que la dulzaina palentina estará representada en nuestra actuación.
–Este año también cumple el 40 aniversario de la creación de la primera de las cinco bandas de gaitas que fundó y dirigió.
–Así es, me lo acabas de recordar…, Y, aunque empezamos a tocar en 1985, la banda se constituyó como asociación cultural al año siguiente.
–¿Ese joven con la mayoría de edad recién estrenada hizo realidad todos sus sueños?
–Me ha ido tan bien que los sueños se han quedado atrás. Con dieciséis o dieciocho años, alguna vez soñé con actuar con una banda potente y tener público escuchando música de gaita. Y eso se ha cumplido. Yo aspiraba a vivir de la música y lo conseguí en 1998 a raíz de 'Tierra de nadie' y eso es un logro para todo músico.
–¿Le ha cambiado la música como persona o su forma de ser le ha cambiado como músico?
–Yo creo que los músicos con cierta edad ya no saben dónde empieza el músico y termina la persona o viceversa. En el caso de la gaita, es un instrumento que se mete tanto en tu concepción de la vida… La gaita es para frikis y es un instrumento al que se le ama o se le odia.
–Su interés por la música indígena sudamericana le empujó a saltar el charco para profundizar y experimentar esta vertiente musical y fusionar así el sonido de la gaita con los ritmos latinos.
–Mi interés por la música latina, que es absolutamente envidiable y exportable a todo el mundo, surgió por conocer la historia de los más de un millón de asturianos que, entre 1850 y 1950, emigraron a las Américas. Por poner un ejemplo, en esos años en La Habana cada colonia asturiana celebraba su propia romería al son de las gaitas. Y en América Latina viajaron y vivieron muchos gaiteros, algunos de ellos profesionales, que no tocaban únicamente piezas asturianas, sino cumbias, foxtrot, rumbas o tangos. El gaitero era un músico, no una seña de identidad, y eso me inspiró para materializar el proyecto 'Al son del indianu' tras una estancia de cuatro años en Santo Domingo y viajando con frecuencia a Cuba.
–¿Sigue esa línea experimental?
–Mi línea experimental ha sido hacer lo que me apetecía en cada momento. Y, en este momento, estoy más en buscar una tradición basada en hechos reales, es decir, transmitir la música que me gustaba siendo niño. Hoy, soy un viejo gaitero que cuenta esas historias a los más jóvenes.
–A estas alturas de su vida, ¿le gustaría compartir escenario con un artista con el que fuera probable hacerlo?
–Sí, pero, por prudencia, no puedo hablarte de ello. Hay un proyecto en ese sentido, pero no puedo darte datos.
–Es un defensor a ultranza del bable. De hecho, es miembro de honor de la Academia de la Lengua Asturiana.
–Soy un defensor a ultranza de la oficialidad de la lengua asturiana porque forma parte de nuestro patrimonio. Como hablante y amante del castellano, también quiero defender la lengua asturiana en el marco de la diversidad cultural del mundo, una defensa que no tiene ninguna connotación política. Pienso que si una lengua existe, debe tener reconocida su oficialidad y su estatus dentro de las instituciones públicas y debe cuidarse.
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