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Los agricultores siempre han mirado al cielo esperando lluvias que aseguren sus cosechas. Sin embargo en un mercado cada vez más global y con un ... escenario internacional donde los frentes se multiplican el campo palentino ya no sabe hacia dónde mirar. De momento, como señalan las organizaciones agrarias, la mayoría contienen la respiración con la mirada puesta en el nuevo presidente de Estados Unidos y su amenaza arancelaria, en Europa, tanto por el previsible acuerdo de Mercosur como por las novedades que se quieren introducir en la PAC, y a Rusia, Bielorrusia y Ucrania, por el incremento en el precio de los fertilizantes y la competencia en el mercado de los cereales, que amenazan la rentabilidad del sector.
Por una parte, el año agrícola, que se presenta prometedor en lo climatológico, no puede apartar la vista de los costes. Las organizaciones agrarias aseguran que la actual campaña agrícola en Palencia comienza con cierto optimismo. La climatología está siendo favorable, con lluvias que han asegurado humedad en el suelo y agua en los pantanos. «El campo está muy bien, muy sano, si nos acompañan las lluvias de abril y mayo y los precios, podemos tener un buen año», señala Blas Donis, secretario general de UPA Palencia. Sin embargo, la inestabilidad del mercado y el elevado coste de los insumos amenazan con empañar este escenario favorable.
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los agricultores es el precio de los fertilizantes. «Se han disparado y no se entiende por qué, cuando el cereal apenas ha subido», afirma Donis. Desde ASAJA Palencia, su presidente, José Luis Marcos, pone un ejemplo claro: si en diciembre la tonelada de nitrato costaba 300 euros, ahora ha subido a 400, la subida es de un 30%. «Cien euros más en lo que llevamos de año. Es una subida brutal, más aún cuando partíamos de precios ya elevados», asegura, señalando que casi todo el nitrato que se tira por el campo palentino se importa desde Rusia y Bielorrusia. «Europa castiga a Putin por un lado y él nos castiga por otro». Ante este panorama, muchos agricultores han optado por reducir el uso de fertilizantes, lo que puede afectar a la producción final. «Sin fertilizantes no hay buenas cosechas, pero los costes son inasumibles», añade Marcos.
Además de los fertilizantes, otros insumos como el gasoil, los fitosanitarios o la maquinaria han experimentado fuertes incrementos. «Los costes siempre van por delante de nosotros», lamenta David Tejerina, presidente de COAG Palencia. Este aumento de precios impacta directamente en la rentabilidad de las explotaciones y complica el relevo generacional. «La maquinaria es carísima, y eso dificulta que los jóvenes puedan incorporarse al sector», advierte Tejerina.
Tampoco hay un contrapeso porque el precio del cereal lleva estancado ocho meses. Tomando el trigo como referencia, se están pagando en torno a 220 euros la tonelada.
Para el presidente de Asaja es un precio «indecente» ya que al precio que está los fertilizantes tendría que rondar los 300 euros para que fuera rentable la cuenta entre los ingresos y los gastos.
«Seguimos en una situación muy mala de precios», resume Donis. «Nosotros hacemos lo que tenemos que hacer independientemente de que luego la climatología y los precios no acompañen y hay años en los que no acompañan ninguna de las dos cosas», apunta Tejerina.
El previsible acuerdo entre la Unión Europea y los países del Mercosur (Brasil, Argentina, Venezuela, Paraguay y Uruguay) es otro de los grandes frentes de preocupación para los agricultores palentinos. «Mucho nos tememos que esto va a salir adelante», advierte Tejerina. «Es un intercambio de cromos en el que la agricultura y la ganadería europeas son las sacrificadas», denuncia Donis.
En Palencia, el impacto de este acuerdo se dejaría sentir especialmente en el sector cerealista y en la ganadería de vacuno. «Son países que exportan grandes cantidades de cereal y carne a precios mucho más bajos de los que podemos ofrecer aquí», explica Donis. «Nosotros tenemos explotaciones familiares que fijan población y cumplen con normativas medioambientales y de bienestar animal muy estrictas, mientras que en Argentina o Brasil operan macrogranjas con miles de vacas y sin apenas regulación», añade Tejerina, que llama la atención sobre el modelo de producción de estos países. «Como se puede competir con explotaciones 8.000 o 20.000 hectáreas y macro granjas de 20.000 vacas, con grandes extensiones de terreno y una regulación que nada tiene que ver con los requisitos que cumplen los agricultores y ganaderos palentinos», se pregunta Tejerina. Eso sin tener en cuenta otros factores como salarios más bajos y una climatología más ventajosa.
Desde COAG insisten en la necesidad de establecer mecanismos de control para evitar la competencia desleal. «Si finalmente se aprueba el acuerdo, lo mínimo es exigir un etiquetado claro para que los consumidores sepan qué están comprando y de dónde viene», subraya Tejerina. «No podemos permitir que nos invadan con productos que no cumplen nuestras mismas normativas», añade Marcos.
Es cierto que la Comisión Europea está tratando de buscar fórmulas para no perjudicar en exceso al campo europeo, exigiendo el cumplimiento de normas y requisitos a todo lo que llegue desde esos países, similares a las que cumplen los agricultores y ganaderos aquí, pero las organizaciones agrarias no se fían. «Al final será un coladero como ha ocurrido ya con el producto que llega de Marruecos», señala Tejerina, partidario de que se vigile todo lo que entra en los puertos y de poner aranceles a los productos que vienen de Mercosur como parte de la solución al problema. «Pero mucho me temo que la UE no está en esa dinámica y permita entrar todo el producto que quiera entrar sin ningún tipo de arancel, en aras del libre comercio, sin trabas ni cortapisas», insiste.
«Vamos a comer pan hecho con trigo de Argentina, donde pueden usar herbicidas y sistemas de producción que aquí no están permitidos», añade José Luis Marcos que reivindica las mismas reglas del juego para todos.
Sin olvidar que estos países tienen capacidad para poder producir lo que quieran y aprovechar lo que demande el mercado. «Que nadie se relaje, porque en cuanto vean que un producto o un cultivo tiene mercado lo van a producir», advierte Tejerina, que insta a los gobiernos a defender su soberanía alimentaria y a una agricultura y una ganadería potentes que den de comer a sus habitantes. «No se entiende un país que no defiende su soberanía alimentaria. Que la alimentación de tu población dependa de terceros países a la larga es un suicidio», asegura el presidente de COAG Palencia quien considera que la administración debe hacer un esfuerzo mayor por promover el consumo de productos locales, de los agricultores y ganaderos de la zona que, al fin y al cabo, son los que fijan población en el medio rural y conservan el medio ambiente.
Otro factor que añade incertidumbre al sector es la política comercial de Estados Unidos tras la reelección de Donald Trump. «De momento, la guerra arancelaria parece estar más enfocada en el acero y la automoción, pero nunca se sabe cómo puede afectar al sector primario», señala Tejerina. «Si se encarecen las importaciones y exportaciones, inevitablemente eso tendrá un efecto en el precio de los productos agrícolas y ganaderos», advierten desde las OPAS.
Para los agricultores palentinos, la principal preocupación en este sentido es el impacto en el precio de los fertilizantes. «Casi todo el nitrato que usamos viene de Rusia y Bielorrusia. Europa sanciona a Putin, y él nos castiga subiéndonos los precios», señala Marcos.«Si además Estados Unidos decide imponer aranceles a los productos europeos, la situación se complicará aún más», añade.
En el horizonte, los agricultores también tienen la vista puesta en la reforma de la Política Agraria Común (PAC), prevista para 2027. «Cada vez que dicen que van a simplificar la PAC, nos echamos a temblar», afirma Tejerina. «Hasta ahora, cada reforma ha traído más burocracia y más trabas para los agricultores», añade.
Desde ASAJA Palencia, Marcos coincide en esta apreciación: «Nos pasamos más tiempo en la ciudad, con una carpeta llena de papeles, que en el campo. Se supone que la PAC está para ayudar a los agricultores, pero cada vez nos lo ponen más difícil».
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