La asociación de alcohólicos rehabilitados apoya a 280 enfermos y 150 familiares al año
ARPA cumple medio siglo de vida con 3.800 personas atendidas y con una gran labor de concienciación
El exceso de alcohol es un problema y muy grave. Y no solo afecta al propio enfermo, sino también a la familia, al sistema laboral ... y social. La Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Palencia, ARPA, lleva medio siglo, cincuenta años, apoyando y ayudando tanto a las personas adictas como a sus familiares. Cuando comenzó esta entidad, que quedó inscrita en el Gobierno Civil el 13 de junio de 1975, se atendía a una media de 25 personas al año. Ya en la época de los ochenta, esta cifra se incrementó a 80 usuarios anuales y actualmente el dato se ha incrementado hasta las 280 personas en 2024, de los cuales el 82% fueron hombres y el 18%, mujeres.
«Llevamos cincuenta años concienciando a la gente y estaremos otros cincuenta o ciento cincuenta más si es necesario, aunque ojalá no tuviésemos que hacerlo», señalaba este viernes el presidente de ARPA, Francisco Blasco, durante la presentación de la décima carrera popular del Día sin Alcohol, que se celebrará el domingo 19 en el parque del Salón.
«Tenemos que hacer reflexionar a toda la ciudadanía en general. A los jóvenes con esa manera de beber, que buscan los fines de semana el punto y ya no saben ni por qué se busca el efecto del alcohol para estar mejor», argumentó, en referencia a la ingesta excesiva de alcohol y cómo cada vez caen a menor edad.
El enfermo más joven que trata la asociación tiene 20 años, mientras que el más mayor puede rondar los 78. «A lo largo de estos cincuenta años vamos viendo que la edad de inicio va bajando cada vez más», subrayó la trabajadora social de ARPA, Angélica Pastor. Con los pacientes más jóvenes siempre se da el mismo problema, ya que tras la dependencia desarrollada a la bebida no tienen «adherencia al tratamiento». Esto quiere decir que están pocos meses en la asociación porque no concluyen el tratamiento, ya que es un programa que dura dos años (con un posterior seguimiento sin fecha límite).
«Pretendemos que al menos se enganchen, si no es en la asociación, en algún dispositivo que les pueda atender porque a lo mejor en grupo les cuesta estar, o una persona joven a lo mejor tiene más dificultades para incluirse en un grupo de otras edades mayoritariamente», explicaba la trabajadora social de la asociación.
El perfil de las personas que acude a ARPA en busca de ayuda se sitúa entre los 45 y los 60 años, siendo más hombres que mujeres, aunque la figura femenina se va incrementado año tras año. «Notamos que las mujeres se van acercando más al centro, que se va perdiendo esa vergüenza o ese estigma que acompaña a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres», aseveró Pastor.
Pero las mujeres no suelen acudir a la asociación acompañadas. Por norma general, ellas van solas a pedir ayuda. «Hay más mujeres que están, pero muy difícilmente vienen acompañadas. Los hombres siempre suelen venir con una figura femenina, que puede ser la mujer, la hermana o la madre, que le acompaña y apoya», incidió.
En estas situaciones se mezcla el hecho de ser mujer junto con el tabú que aún supone a nivel social una persona enferma por bebida. «Al alcohólico todavía se le estigmatiza como que es una persona que ha llegado ahí porque ha querido. Podemos entender que es una enfermedad, pero todavía existe la coletilla de 'se lo ha buscado', porque se piensa que si no hubiera bebido, no habría llegado hasta ahí», analizó.
Argumentó que la gente que empieza no sabe que se va a poder enganchar de esa forma, ya que todo el mundo cree que quien bebe es porque tiene un montón de problemas. Pero no. Las personas se enganchan o se inician por un consumo social que piensan que es totalmente inocuo y al final, cuando se quieren dar cuenta, no pueden salir de ese círculo de alcohol.
Si en 2024 fueron 280 enfermos los atendidos en la entidad, el número de familiares no se redujo de los 150. «Esta es una enfermedad crónica y es un grupo de autoayuda que se mantiene por un poco la colaboración de la persona que ya está en un periodo de rehabilitación avanzado», explicó la trabajadora social, que dio mucha importancia también al apoyo que reciben las familias que llevan años viviendo situaciones muy difíciles por culpa del alcohol. «Sufren mucha incertidumbre y mucha impotencia al ver que el otro se está haciendo daño y que no pueden hacer nada para cambiarlo. Entonces eso les deteriora mucho», analizó.
Pero, algo que también se ha ido viendo a lo largo de estos cincuenta años, más allá de que cada vez hay más jóvenes y más mujeres que acuden a la asociación, es que cada vez hay menos familias detrás de los propios enfermos, acompañándoles y apoyándoles. «Ha cambiado la sociedad y la familia también ha variado en los últimos cincuenta años. Ahora la gente ya dice que si alguien no quiere curarse, si no quiere buscar solución, hasta ahí han llegado», reconoció Angélica Pastor.
ARPA cuenta con ocho programas distintos para apoyar a los usuarios de forma global. El alcoholismo fue diagnosticada en 1963 como una enfermedad incurable, progresiva y mortal por la Organización Mundial de la Salud, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas. Incurable por la posibilidad de recaídas, progresiva porque la tolerancia es mayor cada vez y mortal por la posibilidad de accidentes, suicidios, infartos o congestiones alcohólicas.
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