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Javier Pérez Segura, durante su conferencia.

La presencia en Los Ibéricos supuso la consagración de Macho como escultor

El artista palentino presentó cuatro obras en una histórica muestra que implicó el acercamiento de Madrid a la modernidad

fernando caballero

Jueves, 15 de diciembre 2016, 11:35

La segunda jornada del encuentro internacional sobre Victorio Macho, que se celebra en la Casa Junco, permitió conocer ayer detalles de la presencia del escultor palentino en la histórica Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, que se celebró en el Retiro de Madrid en 1925 y que supuso la «consagración» del artista palentino, según explicó el profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid Javier Pérez Segura.

El ponente explicó que el arte en España tenía tres ciudades importantes: Bilbao, Barcelona y Madrid. «La más retrasada era Madrid, porque había aún mucho arte académico y conservador», señaló. Sin embargo, en 1925, un grupo de críticos de arte, arquitectos, escultores, músicos..., entre los que se encontraban Manuel de Falla y Federico García Lorca, decidieron crear la Sociedad de Artistas Ibéricos, que organizó una gran exposición en los palacios del Retiro de Madrid. En ella participaron unos 40 artistas que presentaron casi 300 obras. Para la sección de escultura se seleccionaron cuatro obras de Victorio Macho: un busto de Ramón y Cajal para la fuente del parque del Retiro, un boceto para el monumento a Elcano en Guetaria, un relieve para la fuente de la Vida del monumento a Cajal y la parte superior del sepulcro de Tomás Morales, que se encuentra en Canarias, según detalló Pérez Segura. «Todas ellas eran obras en las que estaba trabajando en ese momento», puntualizó el profesor.

Javier Pérez asegura que esta exposición supuso «un acercamiento al arte moderno en Madrid». «Seguimos pensando que esta muestra es la que inicia el discurso pleno de la modernidad en la capital española. Lo destacado es que Madrid actuaba como faro hacia el resto de España, de modo que a partir del año 1925, el arte moderno en España tiene ya señas de identidad», agrega. Como ejemplo de la importancia que tuvo esta exposición, Javier Pérez recordó que allí se presentaron por primera vez Salvador Dalí, Benjamín Palencia, Francisco Bores, Alberto Sánchez o Ángel Ferrant, «que son los nombres que luego serán la vanguardia, no solo nacional sino también internacional», apostilla.

Victorio Macho fue parte activa de la fundación de la Sociedad de Artistas Ibéricos, destacó el profesor. «Asiste a las primeras reuniones y firma un manifiesto; estaba muy implicado con el proyecto», señala.

Para el autor del Cristo del Otero, su presencia en los Ibéricos supuso «una promoción de su obra última y una consagración». «De todo el conjunto de esculturas que se presentaron en la exposición, las críticas acaban valorando principalmente a Victorio Macho, y en otros casos le sitúan detrás de los dos jovencitos que luego fueron muy importantes en el panorama artístico, Ángel Ferránt y Alberto Sánchez.

El prestigio de Macho ya venía de antes, pero la exposición le reforzó y le proyectó todavía más. Algunas de las obras que estuvieron en los Ibéricos luego fueron a la bienal de Venecia de 1932, donde el palentino tuvo una sala dedicada a él.

Fue importante para él y, lo que él presentó, para la escultura española», señaló Pérez Segura, que agregó que Macho llevó en la exposición lo que estaba realizando en ese momento. «No preparó nada especial para sorprender. Las cuatro esculturas respondían a su estilo, que había evolucionado hacía años desde unas opciones más naturalistas hasta una simplificación geometrizante, y después del año 1925 continuó con ese mismo estilo, con el que había alcanzado la plenitud formal», concluyó.

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