Y el sol lució para la pedrea

Palencia dio este domingo un suspiro de alivio al comprobar en las previsiones meteorológicas que la lluvia iba a dar una tregua durante la mañana. Y así fue. Los miles de palentinos congregados desde bien pronto en el cerro de El Cristo -los más madrugadores, justo bajo el balcón de la ermita- pudieron disfrutar de la tradición de la pedrea a pleno sol, hasta el punto de que en algún momento hasta molestaba el calor en medio de la aglomeración. El tiempo despejado aguantó justo hasta el final, cuando empezó a chispear al tiempo que caían también las últimas bolsas de pan y quesillo. Pero nadie tuvo prisa por retirarse.

Para entonces, sobre las 13:15 horas, ya se habían lanzado desde el balcón la mayor parte de las 4.000 bolsas de pan y quesillo preparadas para este momento cumbre de las fiestas de Santo Toribio, patrón del barrio del Cristo. Aunque, como subrayó el alcalde, Alfonso Polanco, la romería de Santo Toribio, con la tradicional pedrea es de toda la ciudad. «Es una de las fiestas que más identifican al pueblo palentino, y por la que nos sentimos reconocidos en toda Castilla y León, a través de la declaración de Interés Turístico Regional». El alcalde se comprometió a seguir trabajando «para que todos los palentinos puedan disfrutar de la pedrea y para que no haya percances».

Alfonso Polanco hizo estas declaraciones momentos antes de entrar en la ermita para empezar el lanzamiento del pan y el quesillo. En la pedrea participaron también miembros de la Asociación de Vecinos del Cristo, concejales y diputados de los distintos grupos políticos, representantes de la Diócesis, además de dos vecinos del barrio, que tuvieron el privilegio de ser elegidos por sorteo. Ana Román y Eladio Macho, que residen en la zona de Las Américas, se mostraron entusiasmados de poder protagonizar «desde arriba» esta tradición.

«Es una experiencia increíble, una gozada. No sabía dónde tirar, porque muchos familiares y conocidos estaba gritando desde abajo», afirmó Ana Román, que considera que «Teníamos que ser nosotros, los del barrio, los que estemos ahí».

Eladio Macho definió la experiencia como «espectacular, un subidón de adrenalina». También este vecino del Cristo considera que «lo malo es que hay tanta gente, que no sabes a quién dirigir la pedrea».

La romería había comenzado temprano. A las 9:30, las charangas animaron las calles del barrio, y luego se sumó la peña Santo Toribio al pasacalles. Estos peñistas y Los del Otero, acompañaron al santo en procesión, junto con numerosos fieles, hasta la ermita, donde se celebró la misa.

Ya a la hora del aperitivo, los romeros empezaron el descenso del cerro para disfrutar en las zonas verdes de abajo de las viandas a la parrilla que grupos familiares y de amigos preparaban en distintos puntos. Algunos llevaron toldos, muy oportunos para los chaparrones que empezaron a caer.

Un poco más allá, en las calles del barrio, la multitud de asistentes se sumergieron en el ambiente festivo, entre los numerosos puestos de venta, las atracciones de feria para mayores y pequeños y la animación de la música de charangas.