Una saga de viticultores
Torquemada recupera una actividad familiar con una destilería de orujos
Luis Antonio Curiel
Domingo, 10 de enero 2016, 12:59
El joven Javier Esteban Araújo está inmerso en el proceso de destilación de orujos, recuperando una actividad que iniciaron sus antepasados en el siglo XIX y que tuvo una importante consideración a nivel nacional. Con un alambique más modesto que los que tenía su bisabuelo Néstor en la destilería, Javier pretende obtener alrededor de 5.000 litros de aguardientes procedentes de los 50.000 kilos de orujos recogidos principalmente de su vendimia y de algunos bodegueros particulares de la zona, como Baltanás, Palenzuela, Torquemada y Villahoz. Los orujos son los restos de las uvas una vez terminado el proceso de prensado. Como en esta zona suele predominar el clarete, conocido como ojo de gallo, Javier termina el proceso de fermentación de los hollejos de las uvas en unos depósitos preparados para ello.
Una vez finalizado este proceso, comienza la destilación, por lo que se llena la olla y se echa agua de Lebanza para que no transfiera cloros, pues esta agua es mineral natural y de la provincia. El agua está hirviendo de 10 a 12 horas y se obtienen dos tipos de alcohol: el metílico, que es el que produce ceguera irreversible y el etílico, que es muy peligroso si se bebe en abundancia. El alcohol metílico se evapora y sólo pasa el etílico. Al principio, este alcohol tiene 85 grados, por lo que hay que destilarlo hasta los 30 grados, aunque suele salir con algún grado más que se rebaja con agua o jarabe de azúcar para dar mayor textura a los orujos y aguardientes. Tras la destilación, Javier Esteban analiza los grados y procede al filtrado para posteriormente llenar los distintos depósitos. Además del orujo blanco que albergará en el mayor depósito, este empresario tiene previsto elaborar distintos licores por maceración, con sabor a café, uva, higos y hierbas, además de otros licores obtenidos por mezcla, como el de miel o la crema de orujo.
El proceso de maceración dura unos tres meses y quizás en estos primeros meses del año puedan salir a la venta los primeros orujos de miel y la crema, además del orujo blanco. El resto estarán disponibles a partir de la primavera. «Quiero hacer mis orujos con productos naturales y que sean de calidad, pues es algo que cuido especialmente». La mayoría de los productos que empleará en la elaboración son de Torquemada, el Cerrato, Palencia y Castilla y León, indica. «Es fundamental que los palentinos creamos en nuestros productos y valoremos la calidad que tenemos en nuestra tierra», destaca Javier Esteban, que también reconoce que sus caldos siguen elaborándose de forma tradicional con prácticas enológicas adecuadas en la bodega del siglo XV-XVI, lo que le da un valor añadido, pues en ella se desarrollan todos los procesos y permanecen los vinos hasta su salida al mercado.
En 2014, la Bodega Esteban Araújo sacó al mercado una mermelada extra de uva con el fin de tener un producto distinto, pero relacionado con la materia prima del vino en la que emplean principalmente un 75% de uva, azúcar y un toque de canela. Es una mermelada natural en la que también utilizan la piel y la pepita para aprovechar todas las propiedades. La acogida está siendo muy buena y los que la prueban destacan la calidad del producto.
Tradición familiar
Torquemada conserva un importante conjunto de bodegas declaradas Bien de Interés Cultural. El origen de estas bodegas subterráneas se remonta a los siglos XV y XVI. Muchas familias torquemadenses siguen elaborando el vino de forma artesanal para el consumo familiar del año. La localidad cerrateña pertenece a la Denominación de Origen Arlanza y cuenta con dos empresas vitivinícolas, Señorío de Valdesneros y Esteban Araújo.
Precisamente, Pedro Esteban y María Araújo, con sus tres hijos, recuperaron la tradición vitivinícola familiar en 2002, elaborando el vino en la bodega familiar en la que desde 1826 la familia Esteban elaboraba y comercializaba sus vinos. Una tarea que inició Pedro Esteban Acítores con las actividades de elaboración de vinos y aguardientes.
Le siguió su hijo Néstor Esteban Arnuncio, que fue el auténtico impulsor de la empresa familiar y al que se recuerda aún hoy con cariño en Torquemada por su alcoholera La Rosario Fábrica de Licores; su aguardiente, anís y coñac, que comercializó con las marcas La Palentina y Garupa, y por la gran actividad que creó, dando trabajo a quince personas. Esta destilería vendía también aguardiente y vino embotellado y a granel.
En 1950, su hijo Teódulo Esteban Adán construyó una nueva bodega, que permaneció en funcionamiento hasta 1975. En ese momento, la concentración parcelaria y la emigración acabaron con las viñas, las actividades vitivinícolas y los derechos de viñedo, reducidos a la superficie necesaria para el autoconsumo.
Hace diez años
En 2005, Pedro Esteban Turzo, hijo de Teódulo, y su familia, decidieron recuperar las actividades vitivinícolas, creando la empresa Bodega Esteban Araújo, tras adquirir la bodega primitiva del bisabuelo Pedro Esteban Acítores y que ahora regenta el joven Javier Esteban, hijo de Pedro y María. En 2005, obtuvieron sus primeros vinos El Monjío. Actualmente producen entre 12.000 y 15.000 botellas al año de rosados y tintos, amparados por la DO Arlanza y se comercializan como robles y crianzas. «Son tempranillos cerrateños, aunque un alto porcentaje de la uva la adquiero en el entorno», indica Javier Esteban.
La bodega es un claro atractivo etnográfico donde la viga del lagar y el resto de los útiles centenarios comparten espacio con los depósitos de acero inoxidable, filtros y equipos de frío.
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