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Escolares de quinto de Primaria del colegio Tello Téllez atienden as explicaciones sobre la catedran en la capilla del Sagrario.

El proyecto 'La bella reconocida' arranca el primer día con 200 visitas a la catedral

El acceso al triforio no fue solicitado ayer por ninguno de los turistas que recorrieron el templo

fernando caballero

Martes, 3 de marzo 2015, 11:08

«Es una maravilla. No podía imaginar lo que me he encontrado». Quien esto opina es Pedro Antonio Martínez Rodríguez, un vecino de Lorquí (Murcia), catedrático jubilado de inglés en un instituto que ayer visitó con una excursión la catedral de Palencia. Este texto es el primero en ser escrito en unos cuadernos expuestos al final del recorrido para conocer la impresión de los visitantes sobre la catedral.

Pedro Antonio Martínez fue uno de los primeros visitantes de la catedral en la jornada en la que ha entrado en funcionamiento el proyecto cultural de visitas turísticas La bella reconocida, que han puesto en marcha la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León y el cabildo catedralicio. La iniciativa supone una gestión novedosa de las visitas turísticas a la catedral, un cambio en el modelo que se ha seguido hasta ahora, que arrancó en agosto de 2007 cuando se empezó a cobrar una entrada por contemplar y disfrutar el patrimonio histórico y cultural del interior del templo.

Las grandes novedades de esta nueva gestión son la entrada por el claustro y la posibilidad de subir a uno de los triforios, aunque ninguno de los alrededor de 200 visitantes de este lunesentre los que había un grupo de mayores de Murcia y escolares de quinto curso de Primaria del colegio Tello Téllez- lo solicitó.

La única puerta de acceso a la catedral durante las horas de visitas es la del claustro, donde se ha instalado un centro de recepción de visitantes la junta ha aportado 46.000 euros para ello. Aquí se cobrará la entrada, se ha instalado una pantalla para mostrar un vídeo sobre la catedral y se expondrán libros y otros objetos de recuerdos cuando les haya.

Desde el claustro se accede al interior del templo por la nave de la Epístola, donde comienza un recorrido artístico que constituye un museo, según la expresión del canónigo de Patrimonio de la catedral, Amador Vaderrábano. «La catedral es un museo, diría que incluso más que un museo, porque las obras de arte aquí no están descontextualizadas, están ubicadas donde los arquitectos y los artistas las concibieron», aseguró Valderrábado, que junto al autor del proyecto cultural, José Manuel Rodríguez Montañés, ejercen de guías para El Norte de Castilla en este primer día de funcionamiento del nuevo modelo de gestión. Rodríguez Montañés, autor de un proyecto similar en la seo leonesa, aseguró que durante la visita se destacarán «los valores arquitectónicos y plásticos de una catedral que es la tercera más grande de España, después de las de Sevilla y Toledo».

Valderrábano resalta la importancia de los muchos retablos que conserva el templo, entre los que destaca el de la capilla mayor, con obras de Juan de Flandes, Felipe Vigarny y Gregorio Fernández. Otro de los aspectos en los que incide el canónigo es la rejería, «ya que intervinieron los mejores herreros de Castilla».

Tras acceder desde el claustro al interior, las capillas Mayor y del Sagrario son las primeras citas del turista, sin dejar de contemplar el impresionante Ecce Homo de Gil de Siloé en la misma nave de la Epístola. Esas dos capillas constituyen la evidencia de la evolución de la construcción de la catedral, «una sucesión de momentos transitivos», según la definición de Rodríguez Montañés. La capilla del Sagrario estaba inicialmente concebida como la mayor, incluso el retablo actual principal estaba ubicado allí. Tras unos años paralizadas las obras, que se iniciaron el 1 de junio de 1321 sobre la anterior catedral románica, se reanudaron con un proyecto nuevo, que contemplaba otra capilla mayor, adonde se trasladó el retrablo, que hubo que ampliarlo al ser más grande el espacio nuevo.

Posteriormente, el recorrido por la girola permite contemplar las bellas capillas de los Reyes, San José, Monumento, Virgen Blanca donde se colocó la primera piedra de la catedral gótica, San Isidro donde se conservan los únicas vidrieras originales de la girola; el resto están realizadas a finales del siglo XIX en el taller del catalán Antonio Rigalt y el Baptisterio.

En la nave del Evangelio se encuentran el resto de las capillas de la catedral: San Sebastián, San Jerónimo, la Inmaculadade frente se encuentra en imponente Cristo de las Batallas, San Fernando frente a ella, el bellísimo pantocrátor de Cristo Majestad con los cuatro evangelistas, San Ildefonso con el maravilloso retablo de Juan de Valmaseda, San Gregoio, Santa Lucía y las Reliquias, ya a los pies de la catedral y la última capilla en ser restaurada. Amador Valderrábano señala en este punto que la capilla de la Inmaculada es la que necesita una restauración urgente por el deterioro de las bóvedas debido a la humedad.

La contemplación del trascoro excelente ejemplo de arte rencentista español, con el púlpito de la misma época del obispo Luis Cabeza de Vaca, da pie a descender varios siglos en el tiempo y en el arte para conocer la cripta, del siglo VII con columnas rematadas con capiteles corintios y una capilla prerrománica del siglo XI, «que contiene los primeros restos románicos de la provincia de Palencia», puntualiza José Manuel Rodríguez Montañés.

Y de la cripta a las alturas. La experiencia de subir el triforio es única. A través de una escalera de caracol y un angosto pasillo la adecuación de este trayecto la ha realizado el programa Dual, se accede a la nave central de la catedral, que permite contemplar una imagen absolutamente nueva del interior del templo, con un eje vertical que desde abajo incluye la escalera de acceso a la cripta, el políptico Los siete dolores de la Virgen, obra del maestro flamenco Jan Joest; el escudo del obispo Fonseca; la imagen de San Antolín que corona el trascoro; el escudo del obispo Luis Cabeza de Vaca; una talla de la Inmaculada; el Calvario que remata el retablo mayor y un ventanal vertical de la primera fase de la catedral. Una panorámica espectacular.

Del triforio se accede al museo catedralicio, donde se contempla El martirio de San Sebastián, de El Greco, y el díptico del Calvario y la Piedad, una excelente pintura de Pedro Berruguete, entre otras magníficas piezas y objetos decorativos de arte sacro.

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