Tiempo de supervivencia

Bajo la agitación irracional de las banderas, hay un murmullo persistente: no son ya las ideologías, solo vemos literalmente un colectivo de fantasmas globales con la voluntad de supervivencia como única bandera. La supervivencia es libertad vigilada, sobrevivir será ya para nosotros en el futuro vivir en la frontera, vivir sorteando día a día el rastro incansable que nos acecha: la autodestrucción

Hoy estamos rodeados de cerebros capaces de transformar el mundo, pero paradójicamente la supervivencia de la civilización está menos asegurada que nunca en la historia y el número de seres inadaptados a la sociedad crece exponencialmente. La inseguridad es patrimonio de la razón cuando es abandonada por el instinto, la inseguridad es, tal vez, el único fideicomiso del futuro. La supervivencia es insegura, por eso es efectiva.

En el fondo de las acciones humanas late un instinto de supervivencia que todo lo impregna con un halo de razón, que a menudo enmascara un trasunto de pura supervivencia del más fuerte y del mejor adaptado, y eso es algo que compete al instinto.

Sobrevivir sin más tampoco es exactamente vegetar. Para sobrevivir es imprescindible una voluntad de supervivencia, que exige un esfuerzo considerable en un mundo hostil. La supervivencia es una lucha por el futuro, plantarle cara a nuestros errores. La condición de un ser vivo es sobrevivir, la de un humano es, además, hacer arte de la supervivencia.