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Mari Trini. Efe

La puerta de Mari Trini

«Estos días coinciden en las librerías dos biografías de la cantante. Cuando alguien ya no está, queremos conocer sus secretos, cómo era en realidad, como si de pronto nos ofrecieran un código morse»

Lunes, 21 de julio 2025, 07:01

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En la pérgola del Campo Grande hay una portezuela junto a las traseras del escenario. Por ese pasadizo, sombreado por las enredaderas, cruzó Mari Trini, ... guitarra en ristre. Encuentro una reseña del verano de 1970, de unos conciertos cuyo objetivo era conseguir fondos para los damnificados de un terremoto en Perú. No hubo mucho público, tal vez porque no era fácil llenar un jardín en verano en una ciudad de interior, «o quizás Mari Trini no se puede ver todavía a 250 pesetas», justificaba ella misma. Tenía 23 años, pero ya era reconocida como «la mejor intérprete en español». Su historia era sombría, diferente. Una niñez atípica, con una enfermedad que la mantuvo siete años en cama. «Entré niña y salí mujer. No sé qué es un recreo de escuela», decía. Una adolescente intensa, «descubierta» por Nicholas Ray, que le abrió puertas en Londres, y que después se curtió en París. A los veinte años ya tenía una personalidad marcada y definida. Una intérprete de su propio mundo ─no funcionó el intento de que utilizara temas de otros─, una cantante moderna, en la que la voz era importante, pero no esencial. Decía de sí misma que pasarlo mal le había hecho más artista. Esa imagen de muchacha triste la diferenció, pero también la persiguió y desquició en algunos momentos. Aunque ahí estaba su sombra, como su rictus, un eco de aquella infección del pasado que de alguna forma marcaba una actitud frente al mundo.

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