Castañas en un mostrador en una imagen de archivo. El Norte
VIdas breves

Castañas pilongas

«Cada castaña es perfecta en sí misma, redondeada, brillante, con vetas color caoba, como un escritorio antiguo»

Teresa Sanz Nieto

Valladolid

Lunes, 20 de octubre 2025, 07:20

Thoreau, que consideraba que caminar en plenitud era un arte al alcance de pocos, decía que su ojo estaba educado para descubrir cualquier cosa en ... el suelo, como por ejemplo las castañas. En estos días de otoño perezoso, en los parques de mi barrio se esparcen por decenas castañas, protegidas en su zurrón verde, esa trampa de pinchos que les puso la naturaleza para protegerse. El fruto del castaño de indias es más perfecto y bello que el del castaño «bueno», el comestible. Por El Bierzo ahora apañan castañas, y no se llenarán muchos cubos, entre lo poco que ha llovido y los árboles que se quemaron. Es un fruto indómito, asilvestrado, como puede ser el higo o la cereza; a veces dan mucho, a veces nada. No como la fresa que, con un palmo de tierra y un invernadero, pronto sabrá crecer en Marte.

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Si hubiera una liga, seguro que ganaba al castaño productivo el castaño bastardo. La cosecha del parque Juan de Austria siempre es buena o muy buena, garantizada por el riego del jardín. Sin embargo, solo los niños se preocupan de recoger este fruto baldío, para agruparlo en montañas, preparar proyectiles o darle patadas. Cada castaña es perfecta en sí misma, redondeada, brillante, con vetas color caoba, como un escritorio antiguo. El padre le dice al niño que no se pueden comer, que son «castañas locas». De pequeños aprendemos que no todo lo que tiene buen aspecto es bueno y se come: que hay castañas locas y otras cuerdas; que hay manzanilla loca y otra que calma la barriga; que hay amanitas y setas de cardo. Cuando éramos pequeños, antes de las autovías, se podía parar en un camino forestal y dar una vuelta. En otoño, en los ratos que templa el sol, se despierta el instinto recolector, y en eso no somos muy diferentes de una hormiga o de una ardilla. Podías encontrar un níscalo, unas moras, unas bellotas. Ahora estamos todos en movimiento, hay vallas que acotan lo que antes era solo campo, y quizás ya no puede ser de otra forma. Si los castaños de Indias de los parques fueran de variedad comestible, nos llevaríamos hasta la rama a casa.

Yo no sé si antes la vida era más dura o más blanda, crecer es difícil hasta el final y no sabemos sí más allá. Pero fijo que la comida antes era más dura. Los regalices de palo, los adoquines de anís, las castañas pilongas. En algún sitio leí que Napoleón, como buen corso, era muy pilonguero, porque en su tierra siempre tuvieron fama los castaños. Él es la prueba de que ablandarlas forja el carácter. Había alguna niña que llevaba un saquito de pilongas, y con un par de ellas tenía para todo el recreo. La castaña pilonga era pobre y enjuta, y había que roerla despacio para hacerse con ella.

La castaña blanda, la cocida con anís y la asada, eran para Nochebuena o para alguna tarde escogida del invierno. Hoy el título de castaña se le ha apropiado la asada, no porque sea la más guapa, sino porque su olor encierra un hogar en medio del frío, como en un cuento de Dickens.

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Los niños de hoy creen que las pilongas son las castañas del parque, que en lo nutritivo son un auténtico fake: parecen ricas, pero intoxican. Aun así, tienen otros valores. Por ejemplo, dan buena sombra, tan buena como la de los castaños alimenticios; acompasan el otoño con la caída de sus hojas, por lo menos con la misma elegancia que los otros y, tras el frío, rebrotan para florecer en mayo, como sus colegas.

Con todo, el castaño defectuoso, el castaño loco, el inútil, ese fallo en la cadena de la producción que teniendo todo a su favor decidió no ser comestible, da las castañas más bonitas. Kilos de frutos que no valen nada, aunque cada ejemplar sea en sí mismo una talla perfecta. Decían que Hemingway era incapaz de escribir una línea sin tener en el bolsillo derecho una pata de conejo y una castaña de indias. El primer amuleto es poco manejable, pero la castaña está a disposición de cualquiera, en el parque.

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