Ni decencia, ni ideología
«En la relación poliamorosa que dirige los designios de España, «las perras» son el mejor pegamento»
Los modernos definen el poliamor como una «filosofía» que lleva a mantener una relación amorosa con varias personas al mismo tiempo, pero con el consentimiento ... de todos. Se diferencia de la poligamia por la ausencia de unión legal entre los concurrentes, siguiendo así la tendencia de rechazar la institucionalización del amor.
Ni con uno, ni con varios. Los españoles directamente no nos casamos. Y viendo las tasas de divorcios –la mitad de las parejas que se casen hoy, no lo estarán dentro de veinte años–, casi que mejor. El compromiso se nos resiste y lo único que parece funcionar es el dinero. Está demostrado que, en tiempos de recesión, nos divorciamos menos. Ya sabe, disolver cualquier tipo de contrato es caro y este, también.
Al final, cada pareja monogámica o conjunto poliamoroso tiene sus propias reglas y, ante una crisis, cada uno reacciona a su manera. Hay quienes manejan el brete con docilidad y paciencia, sin abandonar «la mesa de juego». Otros se revuelven y hacen de la amenaza constante un arte de la extorsión y la resiliencia. Y los hay que prefieren mirar hacia otro lado y, hasta que lo inevitable no les cae encima, obvian la «decencia» para sostenerse en la «ideología», por muy rufián que pueda parecerles todo.
En la relación poliamorosa que dirige los designios de España, «las perras» son el mejor pegamento. Esa es su ideología. No hay indicio que pueda con el interés supremo sus miembros: resistir. De todos los socios de este Gobierno, los catalanes han sido siempre los más claros respecto a lo que quieren a cambio de su apoyo. Los de ERC lo reconocen sin problemas: entre decencia o ideología, de momento, se quedan con lo segundo. Y lo dicen sin un ápice de lo primero, porque no hay mayor soberbia que saberse intocable.
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