Ruralismo ilustrado
«Allí es donde Ito, con dos frases, te apea de la urbe y te pone en la realidad»
Dice el guardia forestal a la cámara, después de haberse agachado a observar unos excrementos con afán de CSI, que a esos lares cántabros, antes, ... no llegaban esos lobos y que «a lo mejor» –o «a lo peor», si se tiñe el asunto de ecologismo– habría que eliminar algunos. Parece llevar más monte en las botas que cualquier legislador de moqueta, pero vete a saber.
Lo poco que tengo de rural es un nacimiento accidental enArévalo –que tampoco es lo más rural en este terruño nuestro– y un zamoranismo consorte que con los años ha derivado en activismo pro-Zamora. Ha sido allí donde he pisado, primero con ademanes de urbanita finolis y luego con aprecio a pesar de la ignorancia, ese «medio rural» que tanto sale en los diarios de sesiones.
Allí es donde Ito, agricultor y ya ex ganadero, con dos frases, te apea de la urbe y te pone en la realidad. Donde los corzos te mordisquean la huerta y Angelita y Pablo se desloman para cultivar unos tomates intensos, de los que tienen la belleza por dentro, que es la que vale. Donde las encinas hace ya tiempo que invaden lo que antes eran tierras de labranza y parecen liderar la invasión silenciosa del perímetro del pueblo por parte de la naturaleza. Una naturaleza sin desbrozar que en verano parece tentar al fuego. O se escucha el eco del rebaño de Gustavo, que seguro que te podría contar algo de los lobos al pie de la Sierra de la Culebra.
No sé si sobran lobos. Ni si hay que cazar muchos o pocos, ni dónde. Tampoco si prohibir eso va a fomentar que surjan los furtivos o se envenene medio monte. Pero ese 'ruralismo ilustrado', ese «todo para el pueblo pero sin pisar un pueblo», no me parece lo más acertado para luchar a favor de un medio rural que es mucho más duro de lo que luce en una vista aérea desde el despacho.
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