Fotografía publicada por la Casa Blanca en su cuenta oficial de la red social X.
La aventura humana

La Loca-Cola de Trump

Es tal su adicción al bebercio de Pemberton que instaló un botón rojo en la mesa del Despacho Oval avisando al mayordomo de que le ponga una coca tras otra

Roberto Carbajal

Valladolid

Martes, 22 de julio 2025, 07:20

Caligula quiso nombrar cónsul de Roma a su caballo. Nerón asesinó a su madre. Iván el Terrible mató a su hijo en un ataque de ... ira. En el siglo pasado, Nicolae Ceaucescu construyó el palacio más grande del mundo mientras los rumanos morían de hambre. Todos ellos, dictadores poliédricos. Desde la (aún) democracia más influyente del mundo, Donald Trump ha puesto de rodillas al planeta. En primer lugar, rindió a los billonarios tecnológicos. A renglón seguido, impuso aranceles a chinos, europeos y demás familia. Recientemente, su obsesión con que la Unión Europea o los miembros de la OTAN «se aprovechan de Estados Unidos» ha conducido a los primeros a firmar un desembolso extra leonino cuyos efectos inmediatos se perfilan ya: Francia recortará 44.000 millones del presupuesto social; la UE dará un hachazo de un 20 % a la política agraria común, dando alas a los ultras, quienes obtendrán réditos electorales de tanto descontento, sin mover un solo dedo. Todo ello, para trasvasar fondos en favor del gasto en defensa. El Gobierno español tiembla solo de pensar de dónde saldrá el dinero para evitar descontento y represalias.

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Todo lo anterior es 'peccata minuta' comparado con su último capricho de emperador: ha sugerido que Coca-Cola reformule el refresco, sustituyendo la esencia de maíz por azúcar, a pesar de que él opta por la cero cero. Es tal su adicción al bebercio de Pemberton que instaló un botón rojo en la mesa del Despacho Oval avisando al mayordomo de que le ponga una coca tras otra.

Cabe preguntarse cuál será el siguiente capricho infantiloide del dictadorzuelo estadounidense. ¿Abrazar el terraplanismo y sustituir la NASA por un PizzaTrump? Si Coca-Cola y los magnates se rinden ante este enfermo, qué no harán los hombrecillos que lo aclaman en todo el globo.

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