El sueño de la libertad de expresión
«Hoy en día demasiados trabajadores de los medios de comunicación se juegan la vida, literalmente, mientras otros se arriesgan a ser encarcelados o perder su empleo por investigar la realidad»
El año 2024 marcó un trágico récord de periodistas asesinados por los enemigos de la información veraz. Hoy en día demasiados trabajadores de los medios ... de comunicación se juegan la vida, literalmente, mientras otros se arriesgan a ser encarcelados o perder su empleo por investigar la realidad. Este peligro para la prensa libre crece ahora en Estados Unidos, donde el presidente Trump recurre a amenazas económicas o legales para intentar acallar las voces críticas con sus decisiones (retirada de licencias, sanciones).
Tan aberrantes son las demandas al New York Times como lo es el hostigamiento a presentadores de programas de televisión. Arbitrarias son también las órdenes a la fiscal general del Estado para que emprenda procesos criminales contra comentaristas. Sólo la esforzada audacia de los profesionales explica que sigan informando, sin dejarse amedrentar por los abusos de quien juró defender la Constitución y su primera enmienda en favor de la libertad de palabra.
También protege esta cláusula el derecho de manifestación. Y aún no hemos visto el momento en que muchos más norteamericanos protesten en las calles para defender sus derechos. Cuando esto suceda, conoceremos el alcance real del nuevo autoritarismo estadounidense. Entonces cada persona sabrá lo que otros piensan y están dispuestos a hacer los demás, porque ahora sólo se ponen en riesgo los informadores.
Bien saben las mujeres y hombres de los periódicos que existen formas muy sutiles de coaccionar o influir sobre las noticias. Así como la fuerza es fuente de poder, también lo es el dinero, cada vez más utilizado por los gobiernos para premiar o castigar grupos mediáticos (simpáticos o antipáticos). Y qué decir de la manipulación de los canales públicos (RTVE, en nuestro caso) para contraprogramar en horarios de máxima audiencia.
Por supuesto, quienes se dirigen a los espectadores en un programa financiado con el presupuesto también son titulares de la libertad de expresión. Otra cosa es que no compartan espacio con voces disonantes, salvo para intentar ponerlas en evidencia.
En esta mala práctica, superamos a los Estados Unidos. Allí presionan a la empresa privada, no gastan el dinero de la pública para intentar 'comer el coco' al personal. El proyecto de control del pensamiento a través de las técnicas subliminales de persuasión de masas representa una seria amenaza para la libertad de la gente, algo propio de las tiranías socialistas y fascistas, menos verosímil en Democracia.
Al menos hasta ahora, en cualquier circunstancia, nuestra cultura se ha mostrado resistente frente a los afanes totalitarios. Escritores inteligentes como Ismael Kadaré, por ejemplo, lograron burlar la censura y describir con metáforas la peor distopía (lean ustedes, El palacio de los sueños, seguro que serán algo mejores después de disfrutarlo, digan lo que digan los apologetas del ser iletrado). Recordemos otra vez a Delibes, crítico de la intolerancia en El hereje y de la injusticia en Los santos inocentes. Descubran 'La mala hora', de García Márquez, perfecta novela corta sobre la dictadura. Siempre volvamos a Vargas Llosa, en 'Tiempos recios' o' La fiesta del chivo'.
Después de aprender con los libros, llevemos a cabo hechos reales que expresan libertades; por ejemplo: no aplaudir cuando un político miente en un acto público (casi nadie permanece de brazos cruzados, un gesto contra la inercia complaciente); advirtamos en nuestras conversaciones las barbaridades que algunos difunden por las redes (como acusaciones falsas y atroces de delitos graves a inmigrantes declarados inocentes); no demos la razón a quien insulta sin reparo a otros (el descalificativo se ha convertido en un lugar común social) y estemos alerta frente a los creadores de pesadillas, quienes aspiran a robar nuestros sueños aprovechando que vivimos dormidos.
El ideal de la libertad de expresión, entonces, se cumplirá cuando la televisión pública perciba la caída de las audiencias debido a sus sesgos, o allí donde los medios más críticos, penalizados en las campañas de publicidad institucional locales, regionales o nacionales, crezcan en suscriptores. Una sociedad libre es aquella acostumbrada a discernir la palabra y el verbo insobornables.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión