Defender Europa
«No nos dejemos engañar por la propaganda de las agencias de inteligencia estadounidenses o rusas. Pensemos en nuestros intereses comunes, frente a tantos 'pescadores' dispuestos a beneficiarse en el río revuelto»
Si nos ponemos en la piel de los daneses, los polacos o los moldavos, comprenderemos por qué es hoy más importante que nunca fortalecer la ... Unión Europea e impulsar una política común de defensa, integrando recursos castrenses en el ejército europeo para no depender de Estados Unidos, cuyo presidente ha dejado bien claras sus intenciones con palabras y hechos.
Imagine usted lo que piensan en Dinamarca tras las declaraciones de Trump sobre Groenlandia. Por si sus amenazas no fueran suficientes, drones hostiles sobrevuelan instalaciones militares de aquel país, activando las alarmas una y otra vez. Piensen también en los temores de los polacos, que han decidido instruir a la población en técnicas de autodefensa (formación obligatoria sobre armas en los colegios). Y tengan presente a los moldavos, que han resistido los ataques antidemocráticos el pasado domingo, decantándose por amplia mayoría a favor de la integración europea, sin sucumbir a los intentos de coacción desde Rusia.
Dadas estas circunstancias, va siendo hora de tomar la iniciativa en la negociación directa con Putin, un vecino agresivo y peligrosamente armado. El fin de la guerra de Ucrania no puede decidirse fuera de Europa, ni siquiera en el contexto de la OTAN, cuya deriva se demuestra la peor posible. Hay demasiado en juego en este asunto como para dejarlo en manos de alguien cuyo objetivo es perjudicarnos y ganar mucho dinero a nuestra costa. Así pues, pragmatismo y determinación deberían ser actitudes más evidentes en las instituciones de la UE.
Los principales sabios europeos, quienes tienen la perspectiva de un siglo que les permite reconocer patrones, lo han expresado con meridiana perspicacia. Resultan reveladoras las muy lúcidas declaraciones de Jürgen Habermas y Edgar Morin, quizás los filósofos más influyentes de Alemania y Francia, respectivamente. Ambos proponen líneas similares de acción en el asunto de la defensa. Y lo hacen desde un profundo y convencido europeísmo, justo el que parece faltarles a nuestros líderes, ignorantes cortoplacistas sin sentido de interés general más allá de los prejuicios momentáneos sobre lo que su propia narrativa genera. Tan obnubilados están, que a veces se creen sus propias mentiras.
Cuánto añoramos un Javier Solana en la gestión de la política exterior española o europea. Ojalá pudiéramos ver otra vez a Delors a cargo de la Comisión. ¿Acaso nadie lee las biografías de Adenauer, De Gaulle o Churchill? ¿Dónde están los europeos admirables? Sin duda, Felipe VI sigue esta noble tradición, como demuestran sus palabras en la ONU y su discurso en la entrega del Premio Fórum Europa 2025 a Antonio Costa, el ex primer ministro portugués y ahora presidente del Consejo Europeo, nada menos, porque supo guardar la dignidad de las instituciones que representaba en un alarde de ejemplaridad pública.
Las acertadas palabras del Rey – a quien todos los servidores públicos juramos o prometemos ser leales, no lo olvidemos (ahora hay quien perjura con descaro) – pueden despertar una ciudadanía consciente. Abramos los ojos a los riesgos contemporáneos. No nos dejemos engañar por la propaganda de las agencias de inteligencia estadounidenses o rusas. Pensemos en nuestros intereses comunes, frente a tantos 'pescadores' dispuestos a beneficiarse en el río revuelto de Europa. Reivindiquemos y reforcemos la Unión, desde la capacidad crítica para señalar sus carencias.
Digamos sí al Euroejército, a la inversión en tecnología y a desarrollos propios en materia de inteligencia artificial. Defendamos la PAC y al sector primario más próximo. Evitemos echarnos en brazos de China como alternativa a USA. Hagamos que los jóvenes se sientan orgullosos de ser europeos, no sólo porque disfruten una beca erasmus o hagan el Interrail, sino también al identificarse con los valores de libertad, democracia y respeto de todas las personas.
Hoy quizás sea difícil identificar la Unión Europea con un 'Superpoder', aunque algunos expertos así pretenden definir la Unión. Esto, a mi juicio, es ser muy optimista, pero tampoco caigamos en el derrotismo. Seamos pragmáticos, realistas y esforzados, responsables para afrontar nuestro deber en un momento crucial, la hora de evitar con una eficaz defensa un nuevo 'rapto de Europa'.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión