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Votación en el pleno de las cortes del pasado miércoles. Miriam Chacón/Ical
Parresía

¿Alguien pierde sin presupuestos?

«Algo raro está pasando en el mundo cuando los representantes del pueblo deciden incumplir sus obligaciones, evitar la búsqueda de los necesarios consensos y obviar los efectos dañinos de su pasividad»

Domingo, 26 de octubre 2025, 08:38

Casi un mes después del cierre de la administración federal en Estados Unidos, nadie parece decidido a reabrirla mediante un acuerdo presupuestario. El presidente ... Trump disfruta las circunstancias, pues le permiten expulsar empleados públicos molestos. Igual conformidad se observa en el partido republicano, mientras los demócratas tampoco ceden en sus reclamaciones, sin reparar en los riesgos económicos y sociales que están generando.

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Cuando devenga el desastre, será resultado del tacticismo, esto es, la tendencia a sacrificar los principios o proyectos de largo plazo a cambio de fastidiar al contrincante u obtener ventajas inmediatas, efímeras en ocasiones. Pero como los intereses perjudicados son ajenos y no propios, no les importa dañarlos con tal de mostrar su rigidez y fortaleza para ganar votaciones. Con este proceder, no auguro el mejor porvenir a los Estados Unidos. Esa gente terminará mal si siguen siendo insensibles ante las necesidades de los demás.

Más cerca, en Valladolid, las Cortes de Castilla y León devolvieron el martes a corrales el primer proyecto de presupuestos para el próximo año. Lo hicieron por razones formales, jurídicas, debido a una interpretación del plazo y al faltarle un capítulo que afecta por completo a la intendencia del parlamento (y las instituciones propias). No hubo lugar aun por tanto para las discusiones sobre su pertinencia, necesidad, contenidos o errores. Al día siguiente, al menos se aprobó el techo de gasto, cumpliéndose gracias a la abstención del PSOE un requisito inexcusable.

El Gobierno regional no parecía muy contrariado, la verdad. En cierto modo, al escenificarse una extraña coalición negativa, el PP se singularizaba. Frente a las siglas contrapuestas unidas en el denominador común contra la Junta, ésta podía victimizarse por el rechazo de sus extraordinariamente generosas cuentas. Todas las promesas económicas que contienen, y son muchas, se frustrarían por culpa de la oposición de tirios y troyanos. Aunque también resulta un poco raro que se presentara un proyecto con las deficiencias informadas por los servicios jurídicos de las Cortes, sobre todo si se sabe que igual de buenos en estas lides son los de la Administración autonómica, abogados capaces y expertos en las cosas estatutarias.

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Por responsabilidad y por guardar las formas, el jueves se aprobó el capítulo pendiente, dando la oportunidad de presentar los presupuestos la próxima semana. En todo caso, sin mucho que perder. Si se aprueban los ingresos y gastos, será una hazaña, un ejemplo de búsqueda del acuerdo y gestión exitosa en condiciones tan adversas. Y si se rechazan, la culpa será de los otros, insensibles conjurados para menoscabar la acción de gobierno. Estaremos pendientes, porque el bloqueo de los proyectos asociados a los nuevos presupuestos regionales causará múltiples efectos negativos sobre sectores económicos, ciudades y pueblos de Castilla y León.

Valladolid no es Washington, ni las Cortes son el Capitolio. Al otro lado del Atlántico los legisladores estadounidenses pronto comenzarán a inquietarse por las consecuencias de su pasividad. Ya algunos comienzan a advertir que les puede costar sus escaños porque hay mucha gente que pierde. El daño sobre el producto interior bruto del cierre del gobierno es peligroso. Los efectos sobre la confianza institucional también son considerables. Si no llegan a compromisos, demócratas y republicanos saldrán desacreditados. Por eso, sería muy raro que este indeseable status quo se prolongara mucho tiempo más.

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Aquí los ojos de los procuradores miran siempre hacia la Carrera de San Jerónimo, allí donde habría de presentarse el presupuesto según el artículo 134 de la Constitución, tres meses antes de la expiración de los del año anterior (apartado 3, precisamente). El incumplimiento de este «deber» parece más grave que el retraso de un día (artículo 89.2 del Estatuto de Autonomía, «antes del 15 de octubre de cada año»). Algo raro está pasando en el mundo cuando los representantes del pueblo deciden incumplir sus obligaciones, evitar la búsqueda de los necesarios consensos y obviar los efectos dañinos de su pasividad. Porque sí hay quien pierde sin los presupuestos.

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